Bilbao. Reginald Levy, el piloto británico de la aerolínea belga Sabena, cuyo vuelo fue secuestrado por terroristas en 1972, murió el pasado mes en Gran Bretaña a los 88 años. La determinación de Levy y su capacidad para dialogar y calmar a los terroristas salvaron la vida a los 90 pasajeros del vuelo, entre los que se encontraba su esposa, un dato que los secuestradores nunca supieron.

El 9 de mayo de 1972 el Boeing 707 partió de Viena e hizo una escala en Bruselas, desde donde se dirigió hacia Tel Aviv. Cuando el avión se encontraba a 10.000 metros de altura, dos hombres irrumpieron en la cabina. Uno apuntó con una pistola a Levy a la cabeza. El otro sostenía una granada. Junto a otras dos mujeres formaban un comando terrorista de la organización palestina Septiembre Negro, la misma que aquel año asesinó a 11 atletas de Israel durante los Juegos Olímpicos de Múnich.

Su actuación permitió que finalmente el avión fuera liberado sin daños para los pasajeros. Fue recibido como un héroe en Bruselas, donde el rey de Bélgica le distinguió como Caballero de la Orden de la Corona. Se retiró en 1982 con más de 25.000 horas de vuelo a sus espaldas. Pasó sus últimos años enfrascado en la lectura, aunque consiguieron que usara un ordenador para enviar correos y que utilizara un simulador de vuelo. Su hija, Linda Lipschitz, explicó que "su vida era volar".