IURRETA
EL ambiente en la base de Iurreta es tenso. Una simple llamada puede trastocar todos los planes, todas las actividades previstas. Para los miles de personas que cuando pueden van a disfrutar de las imponentes montañas vascas, ellos son sus ángeles de la guarda. Cuando las precauciones no bastan y la gente se accidenta en lugares complicados, ellos son los únicos capaces de llevar a cabo el rescate. Ellos son los que se juegan la vida para llegar hasta donde nadie llega.
Los primeros seis meses del año han dejado una trágica cifra en el montañismo vasco. "Está siendo un año negro, sin duda", afirma un miembro del equipo de rescate que, al igual que sus compañeros, prefiera mantener el anonimato. Trece son los vascos que han perdido la vida en la montaña en lo que llevamos de 2010. Una cifra espeluznante que recuerda a los que les gusta el deporte al aire libre que nunca son demasiadas las precauciones para evitar que un día de disfrute se convierta en una fecha trágica. Para cuando la prudencia no es suficiente y un desenlace inesperado interrumpe los planes de los deportistas, está siempre preparado un grupo de personas entrenadas y dispuestas a salir por aire y por tierra.
El grupo de rescate de montaña de la Ertzaintza está preparado para realizar una intervención en cualquier momento del día o de la noche los 365 días del año. Por este motivo, siempre hay dos equipos preparados y concentrados en la base: uno que descansa y se prepara, y otro con las botas puestas, en guardia, por lo que pueda pasar. Aunque pertenecen a la Brigada Móvil de la Ertzaintza, les moviliza un técnico de Emergencias cuando se recibe una llamada de socorro en SOS Deiak y se estima oportuna la intervención de este grupo de rescate por la dificultad de acceder hasta la persona en apuros. No siempre la historia tiene un final feliz y la persona a la que se debe auxiliar ya ha fallecido. Aún así, es deber de este grupo de expertos recuperar el cuerpo, por difícil y peligrosa que sea la maniobra. Por este motivo, estas cuatro cuadrillas de siete personas cada una tienen la obligación de estar preparadas tanto física como psicológicamente para afrontar su labor. Por este motivo, durante sus guardias siempre están con un ojo puesto en el teléfono y el otro en sus labores de preparación, entrenamientos y ejercicios.
La especialidad de este grupo es el rastreo, la espeleología, la montaña, los barrancos y los entornos nevados. Sin embargo, y dependiendo del tipo de rescate que se precise, intervienen varios grupos que deben coordinarse con eficacia desde la central de Emergencias. En ocasiones es necesario hacer uso del helicóptero, que pertenece a otro grupo de la misma unidad. También puede ser necesario contar con perros de rastreo que se encuentran en la unidad canina de los Berrozis. O que el grupo de buceo deba atender una emergencia en un acantilado.
No todas sus salidas tienen que ver con rescates de personas accidentadas. También se solicita su experiencia y pericia para participar en investigaciones criminales que requieran acceder a lugares remotos para recopilar pruebas. Sus servicios son requeridos también fuera de la CAV, sobre todo en las comunidades limítrofes. En estos casos, es el Departamento de Interior el que debe dar carta blanca al despliegue, dependiendo a menudo de los convenios que estipulan el tipo de servicio que se puede prestar.
La preparación de este grupo de rescate es eminentemente física y técnica. Tras pasar las pruebas de acceso y aprobar el período de Academia, como todos los miembros de la Ertzaintza, estos especialistas realizan constantemente cursos formativos. Aun así, no hay un itinerario específico para llegar a formar parte del equipo de rescate. Algunos de ellos tienen, a nivel personal, preparación específica relacionada con el mundo de la montaña o pertenecen a distintas agrupaciones especializadas. La Federación Vasca de Montaña suele impartirles cursos de reciclaje que permiten a los miembros del grupo estar al tanto de cualquier novedad en protocolos, material o técnica. Uno de los últimos fue uno de desobstrucción de cavidades, en el que aprendieron a utilizar materiales explosivos para hacer aberturas en cuevas y sacar, con mayor facilidad, a los accidentados. Este curso lo impartió la Federación de Espeleología Francesa. Para completar su formación, y teniendo en cuenta que en la mayoría de las ocasiones son los primeros en llegar hasta los accidentados, también tienen conocimientos sobre primeros auxilios.
simulacro Además de la formación, también llevan a cabo dos simulacros anuales en cueva, escalada en exterior y acantilados, así como prácticas de helicóptero semanales. Todos en el grupo coinciden que los simulacros más duros son los de espeleología, pues a menudo se alargan durante más de 20 horas y las condiciones de frío y humedad son muy duras. "A veces te adentras en la cueva y te sitúas en un punto concreto para salvar un obstáculo, montas una polea o una tirolina y te quedas ahí esperando hasta que los compañeros que han accedido hasta el herido o el cuerpo llegan con él de vuelta. Hasta que eso sucede, pueden pasar horas en las que no puedes ni moverte", explican.
Otro de los casos en los que la paciencia debe ser su principal virtud es en los rescates en helicóptero. En bastantes ocasiones sucede que rescatadores y rescatado no caben en el aparato. Por ese motivo, es habitual que, una vez rescatada la persona, uno de los agentes se quede en el lugar del siniestro a la espera que el helicóptero deje al herido en el hospital y regrese de nuevo a por él.