AMBIAN las épocas y con ellas los costumbres. Las modas van y vienen. Lo que antes parecía anticuado se convierte de la noche a la mañana en un elemento indispensable donde estar a la última prima por encima de todo. Los jóvenes hacen suyo el famoso carpe diem y lo elevan hasta las más altas esferas. Para ellos no hay mayor gloria que vivir y disfrutar el día a día. El ayer es el pasado y el mañana se convierte en el presente.

No hace mucho, las calles estaban repletas de jóvenes que lucían orgullosos sus melenas al viento y vestían con chupas de cuero. Pensaban que nunca iban a cambiar, que siempre iban a ser los mismos, eternamente jóvenes. Hoy, aquellos rebeldes inconformistas que soñaban con cambiar el mundo se han convertido en padres y madres responsables que observan con asombro e inquietud las nuevas alternativas de ocio de los jóvenes y, en especial, la de sus hijos adolescentes.

Pero, ¿tanto han cambiado las cosas de unos años para otros? ¿Tan distintas son las formas de divertirse que existían antes a las que hay ahora? DEIA ha charlado, con tres padres y sus hijos para comprobar, por boca de ellos, si las cosas han cambiado tanto como parece o no hay tanta diferencia entre los hábitos de ocio de la juventud de hace 25 años y la de ahora. Éste es el resultado.

Mertxe y Emilio

"Sois unos privilegiados"

Emilio, un joven estudiante de electricidad, lo tiene claro. "La sociedad avanza a pasos agigantados, los jóvenes de hoy somos muy consumistas y nuestros hijos lo serán aún más", afirma. "Es inevitable. Se ha pasado de no tener nada a tenerlo todo". Mertxe, su ama, le observa con curiosidad. "Nosotros éramos más maduros y responsables y nos conformábamos con poquita cosa. ¡Ay, si tuviese yo vuestros años...!", enfatiza. Mientras Emilio no toca "ni un peine", su madre, a su edad, trabajaba, había tenido ya un hijo y costeaba con sus ahorros la compra del piso en el que ahora viven. "Tanto tú como tu hermano, ¿cuándo vais a poder decir eso?", le cuestiona.

Mertxe coincide con su hijo cuando dice que son más consumistas, pero achaca la situación a la cantidad de dinero que se genera ahora. "Los jóvenes tenéis gastos que no valoráis, no os falta de nada y tenéis muchos vicios que nosotros no teníamos. Yo, de 8 a 2, trabajaba y después, estudiaba. Vosotros, como lo tenéis tan fácil todo, no le dais importancia a nada. Yo me lo tenía que trabajar todo. Nosotras cuando íbamos a un pub, estábamos allí todo el día y sabíamos cuál era la situación por lo que sólo tomábamos dos consumiciones. Ahora, vosotros estáis en 3 ó 4 pubs y os tomáis 8 cubatas, como generáis más dinero, gastáis más", afirma.

"Ya, pero la alternativa a eso es hacer botellón, y si te pillan son 300 euros de multa", replica Emilio. "Entonces, de alguna manera te están obligando a ir un pub o discoteca y a pagar una entrada y las consumiciones, y al final te dejas más de lo que tenías en el bolsillo".

En cualquier caso, Mertxe opina que el problema de los jóvenes de ahora es que no saben apreciar lo que tienen, y piensa que, afortunadamente, ellos no van a tener que pasar por las necesidades de los de su generación. "Me hace mucha gracia cuando decís ¡es que con lo que ganamos no nos llega! ¡Pero es que antes tampoco! Mis padres tenían cada uno dos trabajos y, aun así, llegábamos normal a fin de mes. Todo lo que la gente joven tiene ahora, nosotros no lo hemos conocido y, aun así, nos divertíamos igual o más de lo que lo hacéis ahora".

En cuanto a sus hábitos de ocio, Mertxe confiesa que ahora se sale mucho más y se llega más tarde que antes. "Yo iba a la discoteca de 3 a 9 porque ese era el horario que había antaño. Y lo que se dice de que ahora la juventud es más violenta, yo recuerdo que a la salida de la discoteca siempre había discusiones y peleas entre gente de diferentes barrios. Cuando no era por una chica era por otra tontería, en ese aspecto siempre ha existido la violencia y siempre existirá, lo mismo que las drogas", afirma.

Begoña y Arrate

" Se controla más a los hijos"

¿Que si han cambiado las cosas? Yo con 14 años ya estaba trabajando y daba prácticamente todo el dinero en casa. Antes era lo normal. Cuando salía con las amigas de fiesta no daba explicaciones a nadie. Salía y entraba de casa y no llamaba a mis padres, porque ellos ya sabían que yo tenía mi hora de entrada. Ahora, sin embargo, a mis dos hijas las controlo siempre que puedo, cada dos por tres estoy llamándolas para saber donde están. ¡Fíjate si han cambiado las cosas!", confiesa Begoña, madre de Arrate.

"Recuerdo que los bares no eran como ahora, que abren hasta muy tarde. Los sábados, cuando salíamos de casa, lo hacíamos a las 5 de la tarde, ya que había que volver pronto. Bailábamos mucho y muy rápido, porque teníamos que estar pronto en casa", bromea. "Siempre estábamos en El Ovni en Uribarri, La Jaula en San Ignacio y en Zabalburu en el Zun-Zun. Esa era la zona por la que me movía, tampoco había mucho más, no es como ahora que volver a las ocho de la mañana se ha convertido en algo normal", señala. "Antes, no existía el famoso botellón que tan de moda se ha puesto ahora, no es que no se bebiera. Yo recuerdo que los domingos siempre íbamos por los bares de Iturribide, a tomar blancos y allí pasábamos las mañanas entre amigas".

Su hija Arrate, viva imagen de su ama, confiesa que los jóvenes de hoy en día han variado muchísimo sus costumbres de ocio y que, al llegar el fin de semana, disfrutar y pasárselo bien prima por encima de cualquier otra cosa. "Entre semana, cuando terminamos de trabajar, los amigos nos solemos reunir siempre antes de ir a casa para tomar algo, si no cogemos el coche y nos subimos a Artxanda a pasar la tarde". Pero el fin de semana la cosa cambia. "Cuando llega el sábado, salgo más tarde de casa y, como no tenemos lonja, me voy a tomar algo con los amigos al bar de quedada, al teikitisi, que se ha convertido casi en nuestra segunda casa. Allí se decide lo que se hace, si salir por Bilbao o ir a una discoteca, pero salir, salimos seguro. Yo creo que en comparación con nuestros aitas, nosotros salimos más, entramos más tarde a casa y bebemos mucho más", afirma, segura.

"Yo veo a Arrate y sí noto diferencias entre su época y la mía, pero, básicamente, porque nosotros no teníamos un duro. Yo lo que ganaba lo daba en casa y ella lo que gana es para ella, yo no manejaba dinero. A la hora de comprarme un coche por ejemplo, hasta que no he ganado el suficiente dinero no lo he hecho. Ahora, veo a muchos jóvenes de la edad de mi hija que se compran un coche nuevo y no pueden mantenerlo".

Otra de las cosas que Begoña echa en falta de la juventud de ahora es la falta de ayuda en casa. "En mi casa, éramos siete hermanos y yo sabía que tenía que ayudar a mis padres en casa. Eso, ahora, se está perdiendo", afirma. "Bueno, yo en casa, sí que ayudo, ama, friego y plancho... a veces".