Tiene la afabilidad y el don de gentes de su padre, y las maneras suaves y expresivas de su madre. La ascendencia catalana e inglesa que le legaron sus progenitores es evidente. Pero Moncho Ferrer es indio: en sentimiento, en alma y en la entrega que ha demostrado a lo largo de toda su vida por la región de Anantapur que le ha visto crecer. "Espero tener las cosas buenas de los tres lugares", asegura con esa sonrisa franca que caracteriza al que ama su trabajo, su vida, su causa.
Ser hijo de Vicente Ferrer marca. Y si no que le pregunten a Moncho, que lleva décadas batiéndose el cobre en la región de Anantapur, una de las más pobres de India, trabajando en pos de los más necesitados, de los dálits o intocables. Hace ya cuarenta años que Vicente Ferrer puso en marcha allí este imperio solidario, y Moncho ha consagrado su existencia a esta causa. "Para mí no hay otra opción. No sé cómo empezó todo, pero esto ha sido parte de toda mi vida. No puedo pensar en otra cosa. Yo soy más útil allí que en ningún otro sitio", afirma con humildad.
Moncho Ferrer, subdirector de programas en la India de la Fundación Vicente Ferrer, se encuentra estos días en Bilbao con motivo del acto de homenaje a su padre que se celebró ayer en el Palacio Euskalduna. No es la primera vez que pisa Bilbao. Ya estuvo en tierras vascas en 2007, en el décimo aniversario de la Fundación que cuenta en la Comunidad Autónoma Vasca con 6.500 colaboradores. "Para mi padre el País Vasco es un lugar donde la gente tiene el corazón muy grande", afirma.
Este año se cumplen 40 años desde que Vicente Ferrer y su mujer, Anna, comenzaron mano a mano a trabajar en Anantapur. A lo largo de todo este tiempo, la vida de mucha gente ha cambiado gracias al trabajo de la Fundación Vicente Ferrer. Su labor llega a un total de 2.135 pueblos, beneficiando a más de dos millones y medio de personas. Vicente Ferrer falleció en junio. Pero la labor que él inició en India sigue en marcha. "Él no está y eso se nota. Pero su espíritu ha superado esa ausencia física. Seguimos trabajando en lo mismo, y hacemos incluso más que antes porque eso es lo que él quería. Él no está con nosotros aquí pero desde allí está marcándolo todo", resalta mirando al cielo.
Así, con la firme voluntad de lograr un mundo mejor, Moncho tiene clara, como siempre, cuál es la consigna a seguir: "Tenemos la filosofía de llegar a ayudar a la mayor gente posible". Así, la Fundación va a empezar a trabajar con un grupo de indígenas, las denominadas tribus Chenchu, que ocupan los bosques centrales del estado de Andhra Pradesh.
Jordi Folgado es Director de la Fundación Vicente Ferrer en España, y tampoco tiene una tarea fácil: lograr reunir fondos para financiar los proyectos en Anantapur. "Pero éste es un reto que nos apasiona porque no hay nada que nos satisfaga más que ver los resultados de tu ayuda". "Nosotros tenemos la responsabilidad de hacer llegar al resto de la sociedad en que vivimos el mensaje de que han de tomar parte en esta lucha de erradicar la pobreza. Porque este mundo en el que estamos sólo puede funcionar bien si está equilibrado", asegura este catalán que resalta el carácter solidario innato de los vascos. "Lo que nos reconforta es que esta lucha contra la pobreza ha dejado de ser una utopía, porque siempre se habla de la pobreza como de un gran monstruo, como algo inatacable, que no puedes llegar a comprender ni a solucionar. Pero en estos 40 años, Vicente ha hecho posible la erradicación de la pobreza", explica. "Lo más importante es que ha creado un sistema que lo podemos poner en marcha en cualquier parte del mundo", enfatiza. "Y siempre teniendo en cuenta la acción con resultados, porque el mundo de la cooperación no se mueve sólo con buena voluntad; hay que acompañarlo de sistemas de trabajo eficaces", concluye.