Carles Puigdemont contempla ser detenido cuando regrese a Catalunya para asistir al debate de investidura en el Parlament, aunque es una opción a la que le ve “muy poco recorrido” por la próxima entrada en vigor de la ley de amnistía. “No temo una detención, pero contemplo que pueda producirse. Le doy pocas probabilidades, también tengo que decirlo, pero conociendo la judicatura española no sé si podrán resistir esta pulsión de conseguir una imagen que han estado buscando desesperadamente durante seis años y medio y que no han podido obtener nunca”, destacó el candidato de Junts a presidir la Generalitat, que cree que la judicatura española estuvo muy cerca de obtener esta instantánea en Alemania y en Italia, recordándoles cuál fue el resultado. Por eso, vaticina que si le detienen en Catalunya tampoco tendrá recorrido: “La amnistía tiene un plazo máximo de dos meses para que surja sus efectos, incluso en el caso de que sea suspendida”.

“Hay un artículo, que nosotros insistimos en que estuviera, que dice que ninguna suspensión de la ley, sea porque se presente un recurso al TC o porque haya una suspensión de la causa por una cuestión prejudicial en el TJUE, no impedirá el levantamiento de las mesuras cautelares”, explicó. En ese escenario, el expresident concretó que acudirá al Parlament pese a que le encarcelen, dejando claro que “lo que ya no podrán impedir” es su posible investidura.

Junts da portazo a la CUP

A su entender, la única opción que tiene el candidato del PSC, Salvador Illa, de ser presiden es acordar un tripartito con ERC y los comunes, a los que pidió que aclaren si esta también es su opción. Tras apelar a la unidad con los republicanos, Puigdemont defendió ir con una actitud abierta en una eventual negociación para configurar un Gobierno de coalición sin poner por delante las “líneas rojas” de cada uno, tampoco las suyas. Pese a todo, descartó ofrecer a la CUP entrar en dicho Ejecutivo: “No los veo, francamente, formando parte del gobierno que yo presida. No les haré una oferta para gobernar, para ser claros en este aspecto. Si lo hiciera, creo que la conversación duraría segundos. Tenemos que ser realistas”. El líder de Junts, que elogió la fórmula electoral que representó JxSí y que, a su juicio, sigue siendo válida. En materia de inmigración, cree que un ciudadano catalán tiene todo el derecho a ser atendido en catalán, y que es obligación de las empresas garantizar que sus empleados aprendan el idioma: “No le tenemos que hacer cargar a la persona recién llegada en su tiempo libre lo que es una obligación de la empresa”.

Aragonès enfría el tripartito

Por su parte, Pere Aragonès aseveró que el PSC que dirige actualmente Salvador Illa “está muy lejos” de el del expresident socialista Pasqual Maragall, que era “más catalanista” y defendía con más fuerza la lengua y el autogobierno para Catalunya, lo que enfría la posibilidad de reeditar el tripartito de 2003. El dirigente de ERC argumentó en la cadena Ser que aunque “se pueden poner el nombre que quieran”, llamar Partido Socialista a una formación que rechaza limitar los precios del alquiler o regular el alquiler de temporada no es “el modelo de partido de izquierda” que la gente “realmente progresista quiere”.

El president reconoció la posibilidad de que los pactos con el Gobierno de España le hayan podido pasar fractura a su partido, que se sitúa en tercera posición según las mayorías de encuestas, aunque piensa que “quien abre camino” es quien se encuentra “con más dificultades”. “Lo fácil es ir detrás del pelotón, pero quien va delante es quien encuentra dificultades”, manifestó en alusión velada a Junts. Frente a la “decisión” de ERC, Aragonès remarcó la “inestabilidad” de la formación de Puigdemont, que “ayer hablaba de confrontación, hoy habla de negociación y mañana no sabemos que hará“. A su vez, reivindicó que su partido es el que tiene “más frontera con otros electorados” porque se dirige a “una mayoría de la ciudadanía de Catalunya”, algo que por contra también le puede provocar fugas.