El llamamiento de Vox a acudir a las urnas no tuvo una magnífica respuesta ayer domingo en Euskadi para la formación ultraderechista, ni mucho menos comparada con otras zonas del Estado. Con un pobre porcentaje de los sufragios emitidos, el mensaje del partido de Santiago Abascal continúa sin calar en la ciudadanía vasca. De hecho, tan solo se pudo aprovechar de la alta abstención en algunos puntos de la CAV, espacialmente en Gasteiz y en el sur de Araba, donde su ubica su único granero de votos en la Comunidad Autónoma Vasca. Pero aprovechando esa situación se da una de las principales novedades de las elecciones municipales y forales: Vox entra, por primera vez en la historia, en las Juntas Generales de Araba. Lo hará durante los próximos cuatro años con un representante.

El partido de Santiago Abascal parece emular la jugada de las elecciones autonómicas de 2020, cuando Amaia Martínez logró su histórico escaño en el Parlamento vasco. Lo hizo aprovechando el resquicio brindado por la abstención y habiendo obtenido tan solo 17.517 sufragios, casi el 2% del total, en Euskadi, y los 4.722 votos recibidos en la circunscripción alavesa.

En el caso concreto de Gasteiz, y si haber logrado siquiera entrar en el Consistorio de la capital, sí es evidente el salto exponencial que la formación ultraderechista ha dado. Tanto es así que incluso llega a triplicar su resultado: pasa de los 1.704 votos de hace cuatro años a los 4.194 sufragios de ayer. En lo que respecta a Bizkaia o Gipuzkoa, no consiguen entrar en los parlamentos de cada herrialde, pero sí que se lleva poco más de 1.900 papeletas en Bilbao u otros 1.238 sufragios en Donostia.

Tampoco es que la campaña electoral llevada a cabo en suelo vasco haya sido para echar cohetes. Sus principales líderes no han hecho parada y fonda en la campaña vasca. Tan solo algunos episodios de violencia contra mesas informativas –unos hechos que ya han sido denunciados por el partido ultra–, han dado algo de hueco informativo a sus actos estas últimas semanas. Pero en todo caso, queda claro que –aunque pequeño– Vox tiene su nicho en la CAV.