El escenario tras el 10-F se presenta muy incierto respecto a cómo puede quedar el equilibrio de fuerzas. La respuesta se conocerá una vez cierren las urnas en las comisarías a las 18.00 horas.

¿Tienen estas elecciones un componente de 'todos contra ESAN'?

—Sí, claramente. Porque ESAN está siendo un referente en el sindicalismo de la Ertzaintza y está llegando a acuerdos con el Departamento en temas importantes.

¿A qué obedece esto, en qué se diferencia su forma de actuar en comparación con el resto?

—ESAN hace un servicio personal a los ertzainas, visitamos todos los centros semanalmente, trabajamos con ellos en el día a día, les ayudamos en todo lo que se puede... Confrontamos si hay que confrontar pero somos un sindicato dialogante, intentamos llegar a acuerdos porque al final es lo que beneficia los intereses colectivos, y eso es lo que buscamos, la mejora de las condiciones laborales y dar el mejor servicio posible a la ciudadanía vasca.

Ejemplo de esa confrontación es la reciente sentencia judicial a su favor sobre el control de los niveles de estrés de los agentes...

—Se creó el centro de detención de Bilbao sin contar con los trabajadores y entendíamos que se habían vulnerado sus derechos en cuanto a los riesgos laborales. Presentamos una demanda en el Juzgado de lo Social de Bilbao y el juez ha estimado que se tiene que hacer una nueva valoración de riesgos psicosociales y del puesto del trabajo. Además, esa sentencia se va a hacer extensible al resto de centros de detención que se van a poner en marcha en Euskadi, como por ejemplo en Gasteiz.

Esta problemática está relacionada con la modificación del área de investigación, ¿verdad?

—Consecuencia de las actuaciones de la anterior dirección, la carga de trabajo es brutal y las unidades de investigación de la Ertzaintza están bajo mínimos. La gente no opta a estos puestos, y es más, ha habido una convocatoria de 300 plazas que no se ha cubierto.

En el lado contrario, en junio de 2021 acordaron con el Departamento la carrera profesional de los agentes, un pacto que es muy criticado por el resto de centrales.

—Si este acuerdo se presenta en un año que no sea electoral se firma por las organizaciones sindicales. Y fue bueno porque la carrera profesional llevaba pendiente desde 2011 y porque las condiciones para acceder al cobro son las contempladas por ley y las ha cobrado el 99,48% de los ertzainas. Eso ha supuesto el mayor incremento salarial en toda la historia de la Ertzaintza.

Pese a ello, ¿temen que este acuerdo les pueda desgastar?

—Nuestro objetivo no es ganar. No estamos haciendo cálculos de cara a las elecciones, pensamos en el colectivo y es la misma forma de trabajar que hemos llevado en estos años. La gente está cansada de recursos que no llegan a ningún lado.

¿Cuáles son sus objetivos a corto plazo, para este año?

—La convocatoria de un despliegue de plazas en propiedad, que es vital; la actualización del acuerdo regulador, que lleva caducado desde 2013; y una actualización de la valoración de puestos de trabajo.

Un problema endémico es la escasez de la plantilla.

—Hay una cantidad de 8.000 ertzainas pactada con Madrid y entendemos que no podemos ceñirnos a ese número por la edad de los agentes. Proponemos superar las tasas de reposición en un 15%, más allá de los 8.000, para garantizar un relevo sostenido en el tiempo. Así podremos prestar un servicio adecuado.

¿Qué medidas proponen para aumentar el número de mujeres en la plantilla de la Ertzaintza?

—Más allá de que entren mujeres, queremos que se garanticen sus derechos. Hemos tenido que recurrir a los juzgados con mujeres embarazadas la reducción de jornada y que se les permita aplazar pruebas. Es muy bonito que quieran que entren mujeres pero luego hay que preservar sus derechos, de lo contrario no es atractivo para la mujer entrar en la Ertzaintza.

Tras el fin de ETA, el Departamento de Seguridad apostó por un nuevo modelo de cercanía al ciudadano. ¿En qué quedó el mismo?

—De modelo de cercanía nada porque se han cerrado comisarías y se han centralizado centros de trabajo, con lo que supone de menor presencia de ertzainas en la calle. Los grupos de investigación de guardia, que son los que atienden al ciudadano, están mermados hasta tal punto que el nuevo modelo de este Departamento es que los ertzainas de Seguridad Ciudadana realicen labores de investigación y recojan las denuncias, cuando antes dependía de gente especializada.

¿Consideran, por tanto, que se ha precarizado el servicio?

—Con estos cambios se busca tapar unas carencias que no son heredadas del modelo policial, que está contrastado desde 1982, sino de la estructura que mantenemos, que es un absoluto desastre. No nos replegamos con ETA y nos estamos replegando ahora, nos estamos apartando del pueblo con la unificación de comisarías y eso no puede ser.

¿Cómo se encuentra el estado de ánimo de los agentes, su día a día?

—El ánimo está muy bajo, primero por la pandemia, que está causando un desgaste brutal. La falta de personal conlleva muchos refuerzos, las jornadas de descanso son menores de lo que deberían y los medios materiales son lamentables.

"Confrontamos si hay que confrontar pero intentamos llegar a acuerdos porque es lo que beneficia al colectivo"

"El pacto sobre la carrera profesional supuso el mayor incremento salarial en la historia de la Ertzaintza"

"No hacemos cálculos, pensamos en la gente que está cansada de recursos que no llegan a ningún lado"