Koldo Martínez (Eskoriatza, 1953) es un hombre extrovertido, con muchas horas de vuelo, que pertenece al grupo de políticos que parece disfrutar en las entrevistas.¿En otoño llegaremos al panorama anhelado ante la pandemia o hay que ponerlo entre interrogantes?

—Todo el mundo nos hemos convertido en virólogos y vacunólogos. Hace dos semanas estuve siguiendo una reunión de la sociedad americana de enfermedades infecciosas, hubo 23 preguntas y a unas 19 la respuesta fue no lo sabemos o está en estudio. Yo desde luego no me atrevo a hacer ninguna predicción. Mientras no esté vacunado un porcentaje muy importante de la población mundial...

Pero eso requiere un tiempo que no habíamos imaginado.

—Claro, pero no decirlo y no reconocerlo es contribuir al negacionismo, al engaño o a crear falsas esperanzas. Mientras no haya ese porcentaje de la población mundial vacunada, habrá nuevas variantes. Voy a decir algo que no es nada políticamente aconsejable. En este momento en el Estado estamos vacunando a la gente joven, y me parece bien, pero no sé si se ha hecho la reflexión suficiente sobre si no sería mejor vacunar a la gente vulnerable en el resto de los países del mundo antes que a nuestro jóvenes. Fíjese lo que estoy diciendo, tiene muy mala venta, pero yo tengo dudas, y creo que hay que decirlo.

La izquierda se está quedando con el marco de las restricciones y la derecha con la suelta del corsé.

—Pero yo creo que la postura que han tomado las derechas en el Estado y en Navarra es absolutamente suicida. No se puede defender la libertad como único valor frente a cuestiones tan importantes como la salud, la vida, la economía, el cuidado de las personas vulnerables y dependientes, la solidaridad intergeneracional.

Hay una mezcla de esperanza e incertidumbre en cuanto a la reactivación económica y la influencia de los fondos europeos.

—Una de las consecuencias muy negativas de la pandemia ha sido el aumento de la brecha económica y social.

Eso pone a la izquierda en un cierto disparadero.

—En este momento creo que hay que decir dos cosas. Una, muy positiva: Europa ha reaccionado como nunca en la Historia, muy solidaria. Y la segunda, sobre el reparto de los fondos; aquí tenemos un reto importantísimo. Van a llegar muchos millones, 70.000 de entrada. Cómo se van a repartir, quién, con qué criterios... todo eso está realmente rodeado de oscurantismo. No se ha aclarado cómo se va a repartir.

Cosa que enciende las alertas.

—Claro. Cuando vino Ursula von der Leyen a Madrid a aquella conferencia europea, el presidente Sánchez dijo que al menos el 10% de los fondos europeos los gestionarían los ayuntamientos y el 40% las comunidades autónomas. Yo presenté una moción en el Senado para que el Gobierno lo garantizara. El Partido Socialista votó en contra. ¿Eso qué genera? Muchas dudas; yo las tengo. Bienvenida esa porrada de millones, pero ¿cómo se va a gestionar? España ha sido uno de los estados que peor ha gestionado siempre las ayudas europeas. ¿Los 70.000 que llegan ahora se van a utilizar bien? ¿Van a servir realmente para la resiliencia y reconstrucción de este país? Son dudas que tengo, y espero que pronto alguien nos las aclare. Pero en este momento eso es un agujero negro y una gran preocupación. Porque una cosa son los objetivos globales, pero luego a la hora de la verdad la pregunta es quién va a cortar el bacalao y con qué intereses.

Geroa Bai, al hilo del ecuador de la legislatura, pide un nuevo impulso político en la acción del Gobierno de Nafarroa.

—Nosotros en la noche de las elecciones tuvimos claro que nuestra apuesta era la de un Gobierno progresista, de izquierdas. Quedamos tercera fuerza y ofrecimos nuestros votos a la segunda, la primera de izquierdas y progresista. En el futuro nosotros apoyaremos como lo hicimos entonces a la primera fuerza progresista de la misma forma que esperamos que si lo somos nosotros, las demás nos apoyen. Hemos estado en pandemia. Este es el momento en que tenemos que dar un paso adelante y pensar en la transformación y el impulso de políticas públicas de cara a promocionar la igualdad y a disminuir la brecha. A hacer realidad los valores de la izquierda.

¿Un proyecto que habla de “identidades a la carta” no tiene el riesgo de desdibujar su espacio?

—Nosotros siempre hemos defendido, y así nos ocurre dentro, que hay múltiples identidades. Hay personas independentistas vascas, independentistas navarras, foralistas, nada independentistas, progresistas de izquierda sin más connotaciones identitarias, y esto es una realidad dentro de Geroa Bai.

Y también gente de centro.

—También. Por lo tanto, yo no veo ningún riesgo en decir todo esto claramente, defendiendo aquello que es tan definitorio de Geroa Bai de que Navarra es sujeto político, y que Navarra será lo que las navarras y los navarros en cada momento decidamos. Esa es la estrella que nos guía en la noche, por decirlo de alguna forma (sonríe).

Aitor Esteban reivindicó el espacio de centro del PNV y dijo que había todavía cosas por pulir en la relación con Geroa Socialverdes, la nueva formación de la que usted forma parte. ¿Eso ya se ha pulido?

—Hay cosas todavía de las que hablar y consensuar. Por ejemplo. ¿Cómo va a ser la coalición Geroa Bai en las siguientes elecciones? En Socialverdes apostamos sin ninguna duda por Geroa Bai como el mejor instrumento para hacer política en Navarra, de comunidad autónoma o foral y de progreso y de valores de izquierda en Navarra. Y está por definir cómo va a ser la articulación entre dos socios que serán el PNV por un lado y Socialverdes por otro.

La irrupción de un nuevo partido, en un contexto de pandemia, es una dificultad añadida. Ha pasado un año desde el anuncio.

—No surgimos en el mejor momento, pero éramos conscientes de que teníamos que dar el paso y salir ya a la sociedad. La pandemia suponía un montón de limitaciones, pero estamos francamente contentos de lo que estamos recibiendo, del contacto con agrupaciones independientes, con personas que estaban a nuestro alrededor, u otras que ni sospechábamos que pudieran estar tan cerca de nosotros, y estamos tejiendo unas redes muy interesantes.

En el mes de marzo ni en el Congreso ni en el Senado salió adelante una petición de reapertura del caso de Mikel Zabalza. Usted enfría la posibilidad de que esta nueva generación de socialistas avance en el esclarecimiento.

—Claro. Aprovechando un artículo de Odón Elorza a favor de hacerlo, he utilizado su último párrafo para pedir que se conozcan los datos. Pero no tengo ninguna esperanza de que las palabras de Odón sean las del Partido Socialista. Y es lamentable. Mikel Zabalza es una víctima, y todas las víctimas merecen verdad, justicia y reparación. ¿Por qué Mikel Zabalza no? Nosotros le aceptamos como víctima a él, por supuesto que sí, a todas las víctimas que ha causado ETA, por supuesto que sí, a todas las que causó el GAL, y a todas las víctimas del 36 y de los años de la dictadura. La memoria que nosotros defendemos no va únicamente dirigida al reconocimiento de las víctimas, sino también al reconocimiento de la Historia. Queremos honrar la dignidad de las víctimas, queremos saber quiénes fueron los victimarios. No puede ser que el Partido Socialista se niegue aclarar el tema de Mikel Zabalza, y esté exigiendo que ETA diga quién mató a quien sea. De la misma forma que no puede ser que quien exige saber todos los detalles de las víctimas del 36 o de los años posteriores silencie los datos que tenga sobre víctimas de ETA más recientes. No puede ser. Eso no es hacer memoria, eso es trabajar una pseudomemoria.

¿Qué valoración tiene de Pedro Sánchez?

—Ha demostrado que es camaleónico. Yo he votado a favor de muchas iniciativas del Gobierno, porque me parece que eran buenas y porque la oposición a esas ideas es deleznable. Estoy convencido de que Pedro Sánchez tiene una idea de país, de progreso, de izquierda y hasta de Europa que en gran medida yo puedo compartir. Pero, por encima de eso, está él, y eso es muchas veces preocupante. Estamos llegando a un momento que cada vez tengo más dudas de si las cuestiones que plantea son auténticas o no.

¿Y María Chivite? Ella no es camaleónica...

—No, creo que en gran medida está respetando el acuerdo programático. Tenemos diferencias, pero está siendo leal a los acuerdos firmados, y eso habla bien de ella. No en todos los campos, evidentemente, y tenemos grandes preocupaciones, pero globalmente yo diría que está siendo leal al acuerdo firmado.

Le suelen achacar seguidismo e inercias.

—Sí, ha habido seguidismo del Gobierno de España, no hemos visto innovación por parte de María Chivite o de los consejeros socialistas, y no hemos visto una defensa de Navarra a ultranza.

Está proyectando su voz en el Senado, una cámara que habitualmente estaba fuera de foco.

—Yo soy una persona comprometida, militante, y a lo largo de toda mi vida he intentado hacer las cosas lo mejor posible, y en este momento también. Soy senador por Navarra, tengo que defender los intereses de la sociedad navarra, y los intereses de la gente más vulnerable de nuestra comunidad. Y al hacerlo estoy también defendiendo los intereses de la sociedad del Estado. Sé que algunas veces mis intervenciones no han gustado a unos o a otros, pero intento hacer lo que creo que debo hacer. Y ahí nadie me va a parar.

¿Y su próximo destino político, a tenor de lo que diga su coalición?

—Tengo 68 años, mi madre se murió en 2019, y cinco minutos antes de fallecer me agarró de la mano y me dijo: Disfruta, que esto es muy breve. Y se murió a los 94 años. Yo estoy trabajando, disfrutando, y en eso voy a seguir.

“Con las ayudas europeas a la hora de la verdad la pregunta es quién va a cortar el bacalao y con qué intereses”

“No puede ser que el Partido Socialista se niegue a aclarar el tema de Mikel Zabalza y esté exigiendo que ETA diga quién mató a quien sea”