A medida que los familiares de las víctimas de la Guerra Civil han ido llegando al Instituto Gogora, se han producido espontáneos corrillos antes del acto oficial presidido por el lehendakari Urkullu para presentar las exhumaciones realizadas en Euskadi. En una de esas conversaciones amistosas, el antropólogo forense Paco Etxeberria y la directora de Gogora, Aintzane Ezenarro, han vuelto a interesarse por la historia de José Manuel García Pérez, sobrino de Pedro García Gil, cuyos restos fueron exhumados en el Monte Altun (Zeanuri) en noviembre de 2017. García Pérez, de 76 años de edad, sintió el impulso de trasladar una cruz y colocarla en esa zona montañosa. “Supuso una odisea, fui solo y encontré la trinchera porque sabía el tipo de árbol que había en la zona tras ver la exhumación en Internet”, explica.

“No tiene ninguna simbología católica ni ningún nombre pero les representa a todos”, añade respecto a la cruz que llevó a la fosa donde se localizaron los restos de cinco personas, todas ellas identificadas y, por tanto, entregadas a sus familias. Este vecino de Muskiz y colaborador del Museo Minero añade que “desde niño sabía que habían matado a mi tío con 22 años en Barazar y siempre que pasaba por allí me venía a la memoria”. Cuando leyó en la prensa que se había localizado una fosa en el Altun se imaginó que allí podía estar su tío, y así fue.

La última exhumación ha tenido lugar hace escasas fechas, el 20 de diciembre en el Monte Bizkargi (Amorebieta-Etxano). Allí se encontró a Aniceto Aguirrebeitia Lazpita, militante comunista que falleció en combate en ese mismo lugar el 16 de mayo de 1937, y cuyo hallazgo embarga de emoción a sus sobrinos Mari Carmen y Javier Garro Aguirrebeitia, y Mari Paz Araiztegi Aguirrebeitia. “Nuestras madres solo tenían la noticia de que había muerto en el frente pero no sabían dónde”, explican, y lamentan que no hayan podido llegar a ver la recuperación de su hermano mayor. Su localización fue “circunstancial”, añaden, por “personas que se dedican a buscar metales, encontraron la chapa que llevaba y la llevaron a Aranzadi”. Las dos primas aportaron su ADN para la identificación de Aniceto, que murió con 26 años.

Araba es el territorio donde menos exhumaciones se han realizado, siete, pero la de la fosa de Etxaguen, en Zigoitia, fue especialmente fructífera, con 12 víctimas encontradas en abril de 2013, tres de ellas identificadas. Aquí se incluye Eugenio Erostarbe Fernández de Mendiola (1910-1936) y su sobrino Koldo Camon Erostarbe explica a este medio que el hallazgo del combatiente fue “una sorpresa agradable”. “Eran dos hermanos que estaban en las Juventudes Socialistas y lucharon en el mismo batallón, Eugenio era el mayor y su hermano Cirilo continúa desaparecido. Sabemos que murió en los Intxortas pero ahí hubo tanta sangría que ha quedado mucha gente enterrada que será muy difícil recuperar”, lamenta.