Miren Gorrotxategi atiende a DEIA tras conocerse el fracaso en la negociación presupuestaria entre su grupo parlamentario y el Departamento de Pedro Azpiazu, y expone las razones que a su entender han imposibilitado el acuerdo.

Sin más rodeos, ¿por qué ha fracasado la negociación?

—Nuestra posición a la hora de negociar era incidir en el planteamiento político del Presupuesto. Entonces, en el momento en el que el Gobierno vasco ha rechazado la posibilidad de llegar a acuerdos de carácter político más allá de mover partidas de un sitio a otro, nuestra contribución ya era imposible y perdía sentido.

¿Qué debería haberles ofrecido Azpiazu para que se plantearan el sí? ¿Una reforma fiscal? ¿La regulación de los alquileres?

—No era una lista tasada ni ha habido líneas rojas. Simplemente, cuando no se está dispuesto a hablar de cuestiones de calado político, las posibilidades de la negociación se cierran.

Ustedes buscaban entonces un cambio de rumbo en la política del Ejecutivo autonómico.

—Sí. De hecho, si la pandemia nos ha mostrado y enseñado algo, es que el modelo productivo y social debe cambiar. Cuando las personas salíamos a los balcones a aplaudir todos los días durante el confinamiento, lo que estábamos reclamando la importancia de los servicios públicos y de la gestión pública de esos servicios. Que pusiéramos la cuestión de los cuidados en el centro de las políticas y que fuéramos transitando a un modelo de producción distinto, mucho más sostenible y respetuoso con el medio ambiente. Son consensos sociales básicos y en estos Presupuestos, en torno a esos consensos, tenían que verse plasmadas determinadas líneas de actuación política que supusieran un cambio respecto a anteriores ejercicios. Eso es lo que no se ha visto.

Más allá de esos elementos políticos, ¿no eran suficientes los 97 millones en partidas que ofrecía el Gobierno?

—De esos 97 millones en dos ejercicios presupuestarios, la mitad correspondía a partidas negociadas para 2020 y que no han sido ejecutadas. No eran nuevos acuerdos, sino acuerdos que ya habían sido suscritos y no han sido cumplidos. Con respecto a otras partidas de la oferta, eran claramente insuficientes. Por ejemplo, en la gratuidad de la educación de los 0 a 3 años, se reservaba una partida de dos millones cuando serían necesarios ocho.

¿No es mejor eso que nada?

—Lo que pasa es que nuestro voto tampoco es necesario para la aprobación de los Presupuestos. Entonces, nuestra intención en la negociación era incidir en un cambio de modelo. Y si el Gobierno vasco no quiere hablar de cambio de modelo, nosotros no tenemos nada que aportar.

¿Pasará factura al Gobierno vasco el no haber logrado sumar más apoyos en esta negociación?

—Es cierto que ha rechazado la colaboración de todas las fuerzas políticas. Además, lo ha hecho de manera bastante rápida. Con nosotros ha tardado un poquito más, pero se ha negado a entrar a valorar las posiciones del resto de las fuerzas políticas en tiempos en los que, por la pandemia y por crisis económica y social que tenemos, ensanchar la base social del Presupuesto hubiera sido lo deseable.

¿Por qué en el Estado y en Nafarroa han sido posibles acuerdos presupuestarios plurales y en Euskadi no lo son?

—Eso tiene una explicación: quien tiene que conseguir los apoyos es el Gobierno, que es quien promueve el proyecto presupuestario. Es el Gobierno quien tiene que moverse y negociar con las distintas fuerzas para concitar consensos. Si no es capaz de concitar ninguno más allá del plan presentado, eso nos habla de poca voluntad de diálogo con el resto de las fuerzas políticas.

Sin embargo, el de Lakua es un proyecto expansivo con un refuerzo del gasto público.

—La expansividad de este Presupuesto no es real. El margen de déficit era bastante superior al que se ha fijado y no ha querido aprovecharse tampoco la capacidad de endeudamiento. Con el aumento del gasto público, lo único que se hace es paliar la falta de ingresos que vendrán por vía impositiva. En realidad, lo que se está asegurando con este Presupuesto, con este incremento de gasto, es que los servicios públicos básicos sigan ofreciéndose más o menos como hasta ahora. Pero en ningún caso van más allá. Y en esta situación excepcional de pandemia lo que se le pide en principio al poder público es que sea motor de cambio, no que se limite a ofrecer los servicios que estaba dispensando hasta el momento anterior a la pandemia. En ese sentido, no son expansivos porque no logran una cobertura o una actuación más extensa.

¿Va a seguir Podemos con la mano tendida a alcanzar acuerdos en el Parlamento?

—Nuestra disposición a llegar a acuerdos es permanente. En la medida en la que sea posible incidir en la orientación política del Gobierno, siempre estamos dispuestos. El hecho de no haber podido conseguir un acuerdo en un asunto puntual, no cierra la puerta a que pueda haber consensos a futuro.

“Si la pandemia nos ha enseñado algo es que el modelo productivo y social debe cambiar”

“En tiempos de covid y de crisis, ensanchar la base social del Presupuesto hubiera sido lo deseable”

“No haber conseguido un acuerdo no cierra la puerta a que pueda haber consensos a futuro”