Sin más rodeos, ¿está atascada a día de hoy la negociación con el PNV?—¡Qué va! Fluye perfectamente.

¿No pasan factura a las conversaciones los desencuentros a nivel estatal entre Urkullu y Sánchez?

—No, en el trabajo que estamos desempeñando sobre cómo hacer un programa entre ambos partidos las comisiones técnicas siguen trabajando a buen ritmo, cumpliendo el calendario que se han impuesto. Va la cosa bien.

¿Hay coincidencia programática?

—Bueno, eso es lo que se está trabajando. Es decir, tenemos coincidencias en los problemas y los diagnósticos, y ahora tenemos que acordar cómo damos solución a los problemas que tiene Euskadi y cómo se van casando los programas electorales de los dos partidos. Pero bueno, va bien.

¿Están entonces a falta de unos flecos para el acuerdo?

—No, no. Qué más quisiéramos. Esto lleva su tiempo, hay que tener en cuenta que hace cuatro años todo el mundo daba por supuesto que lo íbamos a cerrar en una semana. La gente no sé qué se cree; escribir un programa de Gobierno cuesta y lleva su tiempo. Hay que hacerlo bien porque el éxito o el fracaso del Gobierno de coalición depende del acierto que tengamos en ese programa. Hay que prever todos los escenarios que pueden ocurrir en los cuatro años, hay que salvaguardar al Gobierno de zozobras y de broncas... Hay que trabajarlo bien y tratar de acordar casi todo, y lo que no se puede acordar tenerlo bien identificado.

¿Cómo se debe estructurar el próximo Gobierno vasco? ¿Con carteras al uso o con una nueva organización marcada por la pandemia y la reconstrucción?

—Es una cuestión que tiene que venir después. Lo que compartimos ambos partidos es que la pandemia nos ha trastocado todo. Euskadi llevaba una senda de crecimiento económico, de descenso del desempleo, estábamos abordando transformaciones importantes como la digitalización... Ahora la pandemia te para, te cambia todo y te obliga a repensar y en algunos casos a volver al casillero de salida, como es el caso del desempleo. El empleo vuelve a estar en el foco central -siempre lo ha estado- pero ahora tenemos que poner otra vez todo el empeño en la generación de empleo para tratar de subsanar el incremento del desempleo que estamos sufriendo. Pero también todo lo vinculado con la salud de las personas es muy importante y todo lo vinculado con dependencia y mayores. Eso tiene que tener su traslación en el Gobierno y en los departamentos.

¿Habrá entonces carteras sociales y laborales con más peso?

—Puede ser.

¿Cuántas consejerías aspira a tener el PSE?

—No es una cuestión de números. Es una cuestión de que todas las políticas que estén en el programa estén acordadas entre ambos y sean políticas en las que nos sintamos reflejados. Y va bien el asunto en ese sentido.

¿Está sobre la mesa la creación de una vicelehendakaritza?

—Todavía no nos hemos sentado ambos partidos a hablar de la estructura de Gobierno. Eso siempre toca al final.

¿Tendrán los consejeros del PSE más perfil político que hace cuatro años?

—Las personas son siempre el último eslabón en esta cadena que es el acuerdo político. Primero es el programa, luego compartir qué tenemos en la cabeza con respecto al organigrama de las áreas, y por último cada partido piensa en las mejores personas para ocupar esas carteras.

¿Usted se ve encabezando una consejería?

—Las circunstancias ahora son diferentes a hace cuatro años, eso es verdad. Hace cuatro años las circunstancias en el PSOE y en el PSE eran diferentes, requerían de mucho trabajo interno y las circunstancias de país eran distintas. Euskadi iba en una senda de crecimiento, las cosas iban bien. Es verdad que ahora yo estoy en una situación mucho mejor en el partido y las circunstancias son mucho mejores para el PSE. Eso me permite, cuando llegue el momento, poder valorar dentro de la Ejecutiva quién tiene que ir al Gobierno sin descartar a nadie y, por lo tanto, sin descartarme a mí misma. No lo doy ni por sí ni por no pero es verdad, y eso lo puedo adelantar, que puedo pensarlo con más claridad y en otra disposición que hace cuatro años.

La opción está entonces sobre la mesa.

—No se descarta, pero todavía no ha llegado el momento.

Ha mencionado en alguna ocasión que otra opción es dar apoyo parlamentario al Gobierno vasco sin entrar en él. ¿La descarta ahora?

—Lo que traté de trasladar es que no había que dar nada por hecho. Cuando te sientas a negociar partes de cero. Otra cosa es lo que nosotros hemos venido defendiendo en campañas electorales, y ahí hay una coincidencia con el PNV, que es que en las circunstancias actuales Euskadi necesita un Gobierno fuerte y estable. Y el PSE, a diferencia de hace cuatro años, conforma esa mayoría absoluta, esa estabilidad y tranquilidad para que el Gobierno esté centrado en las políticas para salir de la crisis económica y social. Hace 22 años que Euskadi no tiene un Gobierno con mayoría absoluta. Por lo tanto, si se produce la coalición, es algo histórico. Creo que es un ingrediente tan importante en unas circunstancias tan graves para el país que no es baladí.

¿Cómo valora el acuerdo alcanzado para el déficit de Euskadi y la reunión de la Comisión Mixta en septiembre?

—Yo he insistido en estos días en que la Comisión Mixta se iba a celebrar y que se haría con un acuerdo, y que el Gobierno vasco iba a poder exponer sus planteamientos sobre techo de gasto y endeudamiento con tiempo suficiente para poder elaborar los Presupuestos. Celebro que el lehendakari reconsiderara su postura después de una semana de órdagos innecesarios y que podamos coincidir todos a estas alturas en que necesitamos sumar fuerzas para salir de esta crisis, porque solos no vamos a ningún lado. También he dicho que no podía ser que dejáramos la silla vacía en ningún foro en el que se trataran los intereses de Euskadi.

¿La asistencia de Urkullu a la conferencia ayuda a destensar las relaciones entre el Gobierno vasco y el español?

—Los dos gobiernos han estado hablando y negociando, como debe ser, como está previsto en nuestro sistema, con respeto a nuestra singularidad y a las normas que nos hemos dado. En ningún momento se ha puesto en duda la celebración de la Comisión Mixta y no había razón para condicionar la presencia del lehendakari en un foro tan importante como la conferencia de presidentes. Las relaciones entre los dos gobiernos son buenas, en todos los ámbitos de relación que están previstos: a la hora de rebajar la litigiosidad, con los acuerdos de transferencias, con la cogobernanza… Es lógico que, en ocasiones, se den discrepancias, pero también que se resuelvan con el diálogo y la negociación.

De los fondos pactados en el Consejo Europeo, ¿cuánto debería recibir Euskadi y para qué se debe emplear?

—Creo que Euskadi es una economía muy avanzada, tenemos un sector empresarial muy pujante y podemos competir en el aspecto público-privado por muchos de esos fondos que la UE va a poner en pista en los próximos meses. Para Euskadi puede ser una oportunidad para crear empleo, para que nuestras empresas crezcan, y tendremos mucho protagonismo.

Del ‘fondo covid’ del Estado de 16.000 millones en la CAV apenas se ha visto nada.

—Primero hay que valorar el hito histórico: es el primer Gobierno de la historia de España que transfiere dinero a chorro a las comunidades autónomas sin que sea a devolver o condicionado. Euskadi participa en los fondos de Educación y de Sanidad. ¿Dónde participa de manera diferente? En el resto del fondo, que tiene que ver con la caída de la recaudación. Eso se tiene que hablar en la Comisión Mixta del Concierto. Euskadi tendrá que acordar con el Gobierno de España cómo se le compensa esa caída de la recaudación que a otras comunidades se les ha compensado a través de ese fondo.

¿Qué esperan del arranque de legislatura en el Parlamento?

—Yo espero que los partidos que hablan de acuerdos se fajen en ellos y no se nos queden en los titulares de periódico, que abandonen el electoralismo que ha cundido en la pasada legislatura y que ha impedido alcanzar acuerdos de calado en Euskadi en los últimos cuatro años, y que sea una legislatura que nos permita hacer acuerdos relacionados con la reconstrucción social y económica de Euskadi. Es decir, siendo partidos muy distintos todos los que componemos el Parlamento Vasco tenemos que ser capaces de acordar unos mínimos sobre por dónde tiene que transitar Euskadi, la Euskadi del futuro. Hay que poner también un horizonte más lejano, que sobrepase la visión de una legislatura porque muchas de las transformaciones van a ser a más largo plazo, pero siempre pudiendo ser capaces de acordar. Yo, por lo menos, me voy a empeñar en que en el Parlamento podamos hacer unos acuerdos de ese estilo. Una de las claves del éxito en Euskadi, por ejemplo en la política industrial, es que siempre ha habido acuerdos entre todos los partidos. Entonces, en estas circunstancias en las que la economía ha caído tanto y hay una crisis económica tan grave, bien merece la pena empeñarse en unos acuerdos.

¿Puede ser la presencia de Vox en el Parlamento un factor de desestabilización para lograr esos acuerdos amplios?

—Yo creo que van a tener la tentación de utilizar el Parlamento como caja de resonancia. Ahí tendremos que empeñarnos en poner criterios de racionalidad, de lógica, de sentido común. No se viene al Parlamento a sacar la pancarta ni a hacer titulares, sino a respetar a los que te han votado y a respetar el escaño.

¿Pondrá el PSE un cordón sanitario a la ultraderecha o la tratará como a un actor político más?

—Primero habrá que ver con qué voluntad viene Vox. Si hacen lo que hacen en el Congreso de los Diputados, nosotros poco vamos a poder hacer. Por lo tanto, ya no es una cuestión de hacer o no un cordón sanitario, sino de que ellos mismos se van a marginar y no va a haber manera de poder alcanzar acuerdos de ningún tipo.

¿Se plantean llegar a acuerdos puntuales por la izquierda con EH Bildu y Podemos?

—Nosotros nunca hemos vetado a nadie para los acuerdos. De hecho, en la pasada legislatura hemos pactado con absoluta normalidad con todos los partidos de la Cámara. Con el PP, con EH Bildu y con Podemos.