A caverna mediática y la peña tertuliana está que arde con lo del Parlamento de Nafarroa. Y es que hace falta, braman, ser degenerados, felones y desleales para retirar del salón de plenos el retrato del rey emérito, ese Juan Carlos I a quien tanto deben los navarros, los buenos navarros y españoles, no estos usurpadores socialistas, comunistas y separatistas vasallos del presidente ilegítimo Pedro Sánchez. Ya pueden ladrar, ya pueden injuriar, ya pueden organizar actos de desagravio, pero la imagen del Borbón más que presuntamente corrupto dejará de presidir la sede de la democracia foral porque así lo han decidido la mayoría de los representantes de la sociedad navarra. Vaya, pues, al desván de los bártulos inútiles el cuadro del emérito y desaparezca del Parlamento foral que él mismo inauguró entre canapés y besamanos, tan campechano él y tan querido por todos los navarros según discurseó el presidente por aquel entonces, Miguel Sanz. Quédese arrumbado en el trastero el monarca dicen que tan amado y respetado y que acabó resultando un tarambana y un aprovechado.

La retirada vergonzante del símbolo -oh infamia, oh ignominia, con los votos de los comunistas, los separatistas, los proetarras e, infamia sobre infamia, los socialistas-, la defenestración, digo, venía ya precedida de ríos de tinta y ecos de ondas detallando las tropelías monetarias presuntamente (es un formulismo) cometidas por "el primer español entre los españoles", que ha resultado ser un comisionista de lujo. Pero tranquilos, que no le va a pasar nada; bueno, nada más allá que le haya desheredado su propio hijo, que vete tú a saber. No va a pasar nada, porque bien se han cuidado de que no pase los letrados del Congreso, que han elaborado un informe en el que se oponen a que se investiguen "las relaciones diplomáticas y comerciales entre España y Arabia Saudí, su vínculo con instituciones y empresas españolas y sus efectos sobre el erario público", según constaba en la petición de una comisión de investigación.

Qué bien les vino este informe de los letrados a los que babearon y babean ante la monarquía borbónica, la intocable, la impune, la que Franco instauró dejando todo atado y bien atado. Al PP y al PSOE les da pánico abrir un melón que podría poner en riesgo a la monarquía, y a ese espanto se suman las nuevas y viejas derechas echadas al monte, Vox y UPN, unidos todos para poner un cortafuegos a cualquier investigación que pudiera incomodar al comisionista.

Y así, frente al miedo, la resignación y la pleitesía, navega el emérito a sus anchas porque se sabe impune, porque así lo dice esa Constitución que él nunca juró ya que su único juramento fue para los Principios del Movimiento. Al comisionista le han vuelto a salvar los partidos incondicionales y esos anónimos letrados del Congreso, que consideran anticonstitucional que se le investigue. Los letrados se las han arreglado para armar una doctrina jurídica disparatada que convierte al emérito comisionista en portador sempiterno de una impunidad absoluta y vitalicia. Haga lo que haga, antes y después de su reinado, Juan Carlos de Borbón será intocable por haber sido rey de España. Y, para que a los borbones no les falte de nada, también su hijo podrá ejercer el oficio de comisionista, o de estafador, o de violador, o de asesino, sin que la justicia pueda tocarle un pelo porque la impunidad en este caso es hereditaria.

Ante esta indefensión colectiva para todos nosotros, los plebeyos, los obligatoriamente súbditos, ante semejante injusticia cósmica, un aplauso al Parlamento navarro que ha sabido poner al comisionista en su sitio, o sea, arrumbado en el trastero.