Bilbao- El Ejecutivo vasco lleva semanas pidiendo “un gobierno que gobierne” en el Estado. ¿Qué impresión saca de lo sucedido en la reunión del jueves entre el PSOE y Unidas Podemos?

-No ofrece una imagen muy esperanzadora. Persisten en actitudes radicalmente incompatibles porque, mientras unos solo conciben la coalición, otros asumen cualquier fórmula menos esa. El Ejecutivo vasco está de alguna manera amputado porque hay aspectos de su programa que necesitan del concurso del Gobierno central. Esto es algo que preocupa e inquieta.

El PNV dice que el programa de medidas de Pedro Sánchez le ha decepcionado en materia de autogobierno. ¿Qué sensación le ha dado al Gobierno vasco?

-El documento está elaborado pensando en Podemos. Tiene lógica porque es el primer interlocutor con el que debe acordar. A mí me corresponde defender las competencias del Estatuto de Gernika, y no voy a ocultar que me ha suscitado cierta inquietud. El documento dice que apuesta por un Estado autonómico renovado, pero recoge las mismas pulsiones centralizadoras que han inspirado a gobiernos anteriores del PP y del PSOE.

¿Por ejemplo?

-En las medidas sectoriales, los objetivos son en su mayoría loables, pero la articulación es inquietante. He detectado más de treinta planes nacionales o estrategias nacionales, que son los instrumentos de los que se han servido los gobiernos centrales para invadir el terreno competencial autonómico. En unos pocos casos se dice que se aprobarán previo acuerdo con las comunidades autónomas, pero la experiencia dice que en muchas ocasiones no suele ser así. Se anuncian más de veinte leyes sectoriales, algunas con un título preocupante como cuando se habla de bomberos forestales, una ley marco de servicios sociales o una ley que lleva exactamente el mismo título que otra que se tramita en el Parlamento Vasco: Ley de Bienestar Animal. Hasta en 12 o 13 ocasiones se crean organismos y centros en ámbitos de competencia compartida y, en algún caso, se dice expresamente que es para homogeneizar la actuación de las autonomías, como en las políticas activas de empleo. Hay que ver en qué se concreta pero, de entrada, suscita inquietud.

¿Le tranquiliza que el socialista Ábalos diga que van a establecer salvaguardas para las competencias vascas en esas leyes?

-Veo los mismos impulsos recentralizadores de siempre, que nos obligan a estar en guardia. Si Ábalos dice que en todos esos casos habrá salvaguardas de las competencias vascas, vamos a creerlo de entrada, pero veremos en qué se traduce y si son o no suficientes, porque la experiencia nos aconseja tener que seguir vigilantes.

Tampoco hay rastro del calendario de transferencias en el programa. ¿Es un lapsus o ve un retroceso con respecto a lo comprometido?

-Puedo comprender que no esté ahí. Un programa no tiene por qué recoger todos los compromisos bilaterales. Y este documento está redactado pensando en Podemos, pero después tendrá que haber aproximaciones a otros partidos, y el PNV le forzará a incorporar compromisos relacionados con Euskadi. A mí lo que me preocupa es la concepción recentralizadora del documento.

El calendario de transferencias tendrá que actualizarse, porque el plazo para acabar los traspasos era enero del año que viene y parece obsoleto. ¿La aspiración del Gobierno vasco es que ese proceso no se demore más allá del año que viene?

-Quiero precisar algo importante: habrá que acomodar la cronología; pero el gran logro del documento era que el Gobierno central reconocía que tenía competencias pendientes con Euskadi, y nos parece importante que eso no se modifique. Incluso en el ámbito de la Seguridad Social, no contemplaban su transferencia en este momento, pero no había una negativa al hecho de la transferencia. En cuanto a la cronología, procuraremos que sea la más ágil, pero nos parece una cosa menor que se retrase tres meses más o menos si hay un compromiso con el proceso y, por otra parte, es algo inevitable porque las transferencias a Euskadi, por la singularidad del Estatuto y la financiación del Concierto, son una labor de artesanía.

¿Han hablado en privado y les han dicho que mantienen lo pactado?

-El interlocutor que nos ha quedado es el ministro de Agricultura, que está solo de manera circunstancial para cubrir una etapa transitoria. Pero hay un implícito que nadie cuestiona y nadie niega: si el gobierno anterior de Sánchez asumió ese compromiso, el gobierno que se vaya a constituir, si es de Sánchez y el PSOE, seguirá asumiendo ese compromiso en los mismos términos, con la adaptación cronológica correspondiente.

¿Van a exigir que esté la Seguridad Social en el calendario?

-Insistiremos una y otra vez en que esa transferencia nos la deben, pero voy a dar prioridad a la visión pragmática de avanzar en la asunción de competencias en la medida en que podamos. No me impedirá seguir negociando las demás. Si lo subordináramos todo a esa transferencia, nos quedaríamos con las manos vacías. Nunca ha sido nuestra estrategia el todo o nada.

¿En qué fase están las tres transferencias que se negociaban antes del adelanto electoral (productos farmacéuticos, seguro escolar y ayudas a la jubilación de afectados por ERE)? ¿Están ya para firmar?

-Llegamos prácticamente hasta el fondo pero, al final del proceso, al Gobierno central le entró cierto vértigo de cara a la campaña electoral y prefirió posponerlas, quizás porque les veía mayor peligro para su imagen que al traspaso de la autopista, que es algo material. No creo que en un gobierno recién constituido pueda haber dificultades insalvables, porque hablamos mucho sobre esas materias.

¿Puede haber detrás una intención de Sánchez de cambiar de socios?

-No voy a hacer conjeturas. Prefiero pensar que está enfrascado en sacar un gobierno progresista.

A pesar de las carencias que ven en el programa, siguen apostando por un gobierno de Sánchez cuanto antes. ¿No teme que se interprete que hay una renuncia en términos de autogobierno?

-Si tuviéramos una alternativa con mejores perspectivas desde el punto de vista autonómico, a lo mejor podríamos considerar eso que dice usted. Pero aquí nadie está pensando que sea posible un gobierno central que sea más receptivo.

Portavoces como Lander Martínez, desde Podemos Euskadi, han lanzado la posibilidad de que una repetición de las generales complique la negociación de los Presupuestos vascos. ¿Cómo se lo toma?

-Es verdad que una interferencia electoral puede ser un problema. Pero hay que distinguir espacios y hacer un llamamiento a todos los partidos para que sean capaces de operar con responsabilidad y esforzarse para que el debate en las elecciones no impida ver lo que de específico tiene Euskadi para la aprobación de las Cuentas.

Teniendo en cuenta que el PP exige una reforma fiscal, y que la relación con Bildu está deteriorada, ¿queda Podemos como aliado más factible?

-El Gobierno no va a descartar a ningún partido. Hablaremos con los tres y les haremos exactamente el mismo planteamiento. Serán ellos los que se autoexcluyan o no, o fijen condiciones que les impidan llegar a un acuerdo. El Gobierno va a negociar unos Presupuestos, y no vamos a mezclarlo con elementos extrapresupuestarios. Si alguien se empeña en incorporar elementos extrapresupuestarios, está de entrada diciendo que no tiene ninguna gana de abordar la negociación presupuestaria en sí.

¿La reforma fiscal es un pretexto del PP para no negociar?

-El PP define la foralidad como su seña de identidad y dice que eso dificulta el acuerdo con Ciudadanos, pero al mismo tiempo dice que hay que ignorar y pisotear la foralidad, porque los acuerdos sobre fiscalidad que se tienen que abordar en las Juntas Generales no los quiere abordar allí, sino en el Parlamento Vasco, en el contexto de un Presupuesto. A ver si en la convención de la próxima semana aclaran sus ideas y es posible abordar unas conversaciones claras.

El 30 de noviembre acaba el plazo para que los juristas del estatus alumbren un articulado. Poco después se votan las enmiendas a la totalidad de los Presupuestos. ¿Espera que el nuevo estatus no condicione la posición de Bildu?

-Lo que le puedo asegurar es que el Gobierno no va a incorporar a la negociación presupuestaria ningún factor que tenga que ver con el futuro del autogobierno o la reforma del Estatuto. Otra cosa es que ellos quieran establecer esa conexión. Pero que esa mezcla no la va a hacer el Gobierno vasco se lo puedo asegurar rotundamente. Un Presupuesto se apoya con mayoría simple, pero el marco de convivencia requiere de un consenso mucho más amplio.

¿En qué horquilla se mueven para negociar? El PNV hablaba de 30 o 50 millones, y Bildu pedía 200 o 300. ¿Es excesiva la propuesta?

-No se opera en exclusiva con una horquilla. Se trata de reasignar prioridades. Reasignar recursos entre partidas no supone un incremento del Presupuesto. Otra cosa es que a Bildu le parezca que todo lo que ha consignado el Gobierno está bien, y aspire sencillamente a que caigan 300 millones del cielo.

¿Está dispuesto el Gobierno vasco a asumir una negociación con Bildu en parámetros similares a la anterior, volviendo sobre la RGI?

-Será Bildu la que defina los puntos prioritarios. No sé si está pensando en la RGI. En aquel momento habló de dotarla mejor, pero no de un rediseño integral. El Gobierno vasco no tiene ninguna línea roja, siempre y cuando lo que se plantee sea presupuestario. Un resideño de la RGI no sería presupuestario. Otra cosa es su dotación.

¿Está tocada la confianza con Bildu después de lo que pasó con Darpón y el diálogo fallido de las Cuentas?

-No gustó, pero haría yo un mal favor al Gobierno si en vísperas del diálogo empezara a enfatizar los aspectos negativos del interlocutor. Y que no fructificara el año pasado no implica que ahora tampoco lo haga.

“Si Ábalos dice que habrá salvaguardas para las competencias vascas, vamos a creerlo, pero vigilantes”

“¿Si hacemos renuncias en el autogobierno por apostar por Sánchez? Si hubiera una alternativa mejor, quizás”

“La reunión entre el PSOE y Unidas Podemos no ofrece una imagen muy esperanzadora”

“El PP dice que la foralidad es su seña, pero la pisotea al pedir acuerdos fiscales en el Parlamento y en las Cuentas”

“Las generales pueden ser un problema para aprobar las Cuentas vascas, pero llamo a la responsabilidad”

“No vamos a incorporar a la negociación presupuestaria con Bildu nada que tenga que ver con el nuevo estatus”