BILBAO - Como parlamentaria de la extinta Aralar contribuyó al proceso de pacificación y normalización en años aún convulsos del terrorismo en Euskadi. Ahora, desde Gogora, Ezenarro aporta a la política desde otro ámbito, pero sobre todo como persona comprometida con la convivencia y con la necesidad de llegar al reconocimiento de la injusticia sufrida por las víctimas de toda violencia. De ahí su oposición a los recibimientos públicos de ciertos sectores a los presos de ETA tras abandonar la prisión.

¿Que posición tiene respecto al recibimiento a presos de ETA en los pueblos vascos, los llamados ongi etorris?

-Comparto totalmente lo trasladado por el lehendakari Urkullu, porque lo comparte la mayoría de la ciudadanía vasca. Aunque sea solo por humanidad, deberían acabar con los actos públicos de estas características porque hacen daño a las personas que han sido víctimas de ETA. Creo que aunque algunos portavoces han querido dar carácter de normalidad a estos hechos, también su discurso ha ido variando. Pero no tienen ninguna justificación. Si queremos poner las bases de la convivencia y el respeto mutuo, hay que respetar el sufrimiento.

Empatizar, la palabra clave.

-Es que la inmensa mayoría de la sociedad vasca está de acuerdo con que hay que empatizar con quienes han sufrido, con las víctimas directas de la violencia. Es verdad que no todo el mundo ha llegado al punto de hacer la crítica en relación a los hechos ocurridos, ahí cada uno tendrá que ver cómo hace su propio recorrido. Pero las próximas generaciones no pueden depender de quienes aún no han hecho esa reflexión.

¿Cómo se debe abordar la memoria sobre la violencia?

-La memoria se construye sobre hechos objetivos pero la edificamos subjetivamente en base a lo vivido. Pero con un límite, que es el límite democrático. Ninguna memoria puede justificar la violación de derechos humanos a un tercero. Uno no puede contar su relato y que acabe justificando la violencia que ha padecido la otra persona. En la memoria cabe todo menos la legitimización, legitimación o minimización de la vulneración de derechos humanos. No se puede excluir nada de lo que ha ocurrido en Euskadi. Y a veces parece que algunos están buscando eso. El compromiso con los derechos humanos requiere una posición absoluta, no caer en el relativismo. - I. S. M.