Iruñea - María Chivite fue elegida ayer presidenta del Gobierno de Nafarroa. Un día después de que el Parlamento tumbase su candidatura merced a los 27 votos de Navarra Suma y EH Bildu, a la líder socialista, en segunda votación -donde es suficiente tener más síes que noes- le bastó tener los 23 votos a favor de su partido, el PSN (11); los de Geroa Bai (9); los dos de Podemos; y el único voto de I-E, las fuerzas con las que ha pactado un acuerdo de gobierno con el que quiere “construir una Navarra mejor para convivir”. La coalición derechista Navarra Suma, tal y como había anunciado un día antes su líder Javier Esparza, votó en contra y utilizará sus 20 escaños para hacer una frontal oposición a lo que considera una vergüenza para Nafarroa. Y EH Bildu, cuyas bases apoyaron mayoritariamente una abstención estratégica, cumplió su palabra y dividió su voto: dos parlamentarios votaron en contra; y los cinco restantes se abstuvieron. Total: 23 votos a favor; 22 en contra; 5 abstenciones. El PSN gobernará tras 23 años sin hacerlo. Tendrá un Ejecutivo de coalición compartido con Geroa Bai, Podemos y el apoyo externo de I-E.

El nuevo Gobierno de Nafarroa estará formado por ocho hombres y ocho mujeres, incluida su presidenta, María Chivite. Un gabinete paritario con mayoría socialista, que dirigirá ocho de las 13 consejerías que componen el nuevo Ejecutivo foral. Cuatro quedan en manos de Geroa Bai, y la última en las de Podemos. Y en contraposición con el gabinete de Uxue Barkos, protagonizado por consejeros de perfil más técnico, en el nuevo gobierno asumen el protagonismo figuras con más peso político y vinculadas a las organizaciones que los proponen para el cargo.

Cinco de los nueve representantes del PSN en el Gobierno provienen de su ejecutiva. Dos de los cuatro de Geroa Bai son primeros espada de la formación de Barkos, y el consejero de Podemos será su propio secretario general. Nuevos perfiles para un Gobierno que asume los cargos consciente de su minoría parlamentaria. Un escenario difícil para la gestión que va a exigir capacidad de acuerdo en el Parlamento, pero también habilidad política para lidiar en un escenario en el que la oposición suma mayoría en el Parlamento.

El nuevo Gobierno contará con dos vicepresidentes, uno por el PSN y otro por Geroa Bai. La vicepresidencia primera recaerá así en Javier Remírez, que se perfila además como mano derecha de Chivite en el nuevo gobierno. El responsable de Estudios y Programas en la ejecutiva del PSN ha tomado parte activa en las negociaciones, y ahora asumirá un área de la importancia de Presidencia, Función Pública e Interior. Suya será la responsabilidad de coordinar las reuniones del gobierno, negociar con los sindicatos de la Administración y dirigir la Policía Foral y los servicios de emergencia. Remírez asume también la dirección general de comunicación del Ejecutivo, lo que implica probablemente que asumirá también las labores de portavocía tras el Consejo de Gobierno. El otro vicepresidente será José Mari Aierdi, que como consejero de Desarrollo Estratégico y Territorial asume la política de vivienda y de ordenación del territorio. Será el peso político de Geroa Bai en el Gobierno, donde asumirá también la coordinación de los “proyectos estratégicos” para la comunidad que generalmente requieren del trabajo de varios departamentos diferentes, como infraestructuras de la talla del Canal de Navarra y el TAV.

Otra de las personas peso en el nuevo Gobierno será Elma Saiz, secretaria de política fiscal y financiera en la ejecutiva socialista. La exdelegada del Gobierno y en la actualidad concejal en el Ayuntamiento de Iruñea asume la siempre estratégica cartera de Economía y Hacienda. Vinculada a la asesoría fiscal, Saiz será la responsable de la caja pública, tanto en lo que se refiere a los ingresos como a los gastos. Estará al frente de la Hacienda Foral. En el mismo lugar permanece Manu Ayerdi, con el mismo nombre, Desarrollo Económico, aunque con menos competencias. El responsable de la política industrial y empresarial pierde el rango de vicepresidente, y algunas competencias como Obras Públicas e Innovación, que asumen consejeros socialistas. El expresidente del PNV sigue siendo sin embargo una referencia en el Ejecutivo de Chivite. Mantiene toda la planficación económica de Nafarroa, tanto en lo referente a los objetivos de la estrategia S3 como la puesta en marcha del polo de la innovación, así como la coordinación de todas las empresas públicas.

la sesión El presidente del Parlamento, Unai Hualde (Geroa Bai), dio paso a la votación nada más abrir el pleno. No hubo ni intervenciones previas ni otros preliminares: los 50 parlamentarios se sentaron en sus escaños y comenzaron a votar. No hubo ni sorpresas, ni tamayazos, ni nada parecido. La cúpula socialista más cercana a Chivite, en la tribuna, se moría de los nervios con el goteo de votos. Miguel Mangado, pareja de Chivite, no paraba quieto sentado entre Santos Cerdán -el guionista de todo esto- y José Luis Arasti, delegado del Gobierno. Una fila más arriba, Jorge Aguirre -jefe de gabinete de Arasti-, Javier Remírez, y Ángel Moleón, uno de los fontaneros que ha trabajado codo a codo con Alzórriz durante estos dos meses, eran un manojo de nervios. De vez en cuando le pasaban una mano por el hombro a Mangado, que estaba más deshecho. Pero asistían al recuento con las manos en la cara y las piernas bailongas, con ese aire de expectación colectiva como de tanda de penaltis. Abajo, en el hemiciclo, Chivite llevaba la cuenta en un cuaderno más o menos disimuladamente, torciendo palos al son del presidente Hualde.

Los votos caían a plomo y el capricho quiso que la última papeleta fuese la quinta abstención, la que hubiese podido cambiar todo. Pero no hubo sorpresas y todos cumplieron con sus compromisos: PSN, Geroa Bai, Podemos e I-E con su acuerdo programático; EH Bildu con el mandato de su militancia; Navarra Suma con el despecho de sus líderes. El presidente anunció el resultado y hubo aplausos casi unánimes: menos los de la derecha y EH Bildu. Y se levantó el pleno, con el encargo de esperar a que el rey sancione el nombramiento.

Unas brevísimas palabras de Chivite, después de besar y abrazar hasta al último que pasaba por allí. Ensalzó el acuerdo con Geroa Bai, Podemos e I-E y habló de “dialogar para construir una Navarra mejor y para convivir”. “Es un programa para atajar la desigualdad, donde la innovación tanto en lo social como en lo económico es un eje fundamental, y donde la igualdad es transversal”, logró resumir, como cogiendo cachos de argumentario que se le caían por la emoción. Felicitó a los hombres y mujeres que han dado un paso adelante para asumir las consejerías, y remató con que “la voluntad siempre ha sido llegar a acuerdos, porque las prioridades siempre han estado claras”.