Bilbao - Sus dos intervenciones en la fallida sesión de investidura en el Congreso no han pasado desapercibidas pese a que el foco estaba centrado en la pelea de gallos de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Junto con Gabriel Rufián (ERC), Aitor Esteban ha protagonizado varios de los momentos estelares del pleno, por su acreditada oratoria y por poner el dedo en la llaga de las razones del fracaso en la investidura.

El jueves en la tribuna del Congreso dijo sentirse decepcionado. ¿De verdad creía que esto se podía arreglar?

-Era consciente de que había mucha presión en el ambiente y de que a medida que se acercaba el momento, si Sánchez e Iglesias tenían claro que había que evitar una repetición electoral -que ahora lo dudo- la presión haría que se arreglara.

Ha dado la impresión de que Sánchez quería ir a unas nuevas elecciones.

-Creo que como en toda negociación uno intenta que sea lo más provechosa para sus intereses. No sé con Podemos, pero tampoco con el resto ha hecho grandes esfuerzos. Lo lógico habría sido que hubiera intentado concretar. Pero sobre todo lo que más le ha pesado es que no ha definido cuál era su apuesta de cara a la investidura.

¿Ha fallado su estrategia negociadora?

-Los llamamientos continuos a PP y Ciudadanos para que se abstengan y al mismo tiempo estar negociando con Podemos y hablando con nosotros no permitían discernir cuál era su apuesta.

¿Se ha pasado de frenada Iglesias al pedir tantos ministerios?

-No ha andado muy listo. Reclamaba atribuciones y ministerios pero sin saber para qué, cómo se materializan, cómo se concretan, cuáles son los acuerdos, cuáles son los desacuerdos? un programa de gobierno. Eso es lo que hemos estado reclamando. A nosotros no nos dice nada que repartan uno, dos o tres ministros a Podemos, pero tenemos que saber qué quieren hacer esos ministros.

¿Ha perdido Iglesias una oportunidad al despreciar esos ministerios?

-No entiendo por qué los ha minusvalorado. No puede pretender que le cedan el ministerio de Hacienda, nunca se la va a dar. Hacienda es la que controla el resto de los departamentos, lo que puedes gastar y lo que no. Además, según sus propios relatos, ha habido ministerios que se les han ofrecido, que los han rechazado y que luego han vuelto a pedir.

A última hora Iglesias rebajó sus demandas. ¿Llegó tarde?

La discusión llegó al esperpento en la segunda sesión cuando Iglesias desde la tribuna renunció a pedir el ministerio de Trabajo a cambio de las políticas activas de empleo. No se entiende que, por una cosa menor como esta, se pueda conformar Iglesias y que Sánchez vaya a perder una investidura. Están transferidas a las comunidades autónomas, aunque el marco general lo fija el Estado a través de una subdirección general. Al PSOE no le debería suponer gran cosa ceder en esto porque esas políticas están transferidas y tienen un peso limitado.

Sánchez pudo haberlo aceptado y todo arreglado. ¿Por qué no lo hizo?

-También entiendo que no eran las formas. Salir en el último momento, con todo el pescado vendido, a ofrecer esto no es de recibo. Iglesias podría haberle llamado media hora antes del comienzo de la sesión plenaria. Ahora bien, Sánchez sí podría haberlo aceptado. Pero, ¿verdaderamente ese era el problema para Iglesias? ¿O quería escenificar un relato y presentarse como el más generoso?

¿Todo hubiera sido más fácil si hubieran acordado un programa?

-Creo que sí porque sobre esa base se puede ir construyendo el tipo de gobierno que se quiere.

¿Ha prevalecido el ego de cada uno sobre el interés general?

-Los dos se miran con mucho recelo, como competidores. Pero me parece terrible la poca profesionalidad con la que han encarado estos meses la negociación. Ha sido una absoluta ineptitud, transmitiendo y filtrando en tiempo real lo que estaban negociando. No es serio porque al final se estrechan los márgenes de la negociación. Hay que tejer confianzas y el PSOE tenía que haber tejido alguna confianza más, a pesar de la desconfianza que le pueda crear Podemos.

¿Se ha comportado bien Sánchez con el PNV y el resto de partidos en la negociación?

-La relación personal ha sido y es buena, pero solo hemos tenido tres reuniones. No ha habido más. No nos han hecho ninguna propuesta. Nosotros les planteamos algunas áreas que nos parecía que tenían que crear algo, pero no hemos tenido ninguna respuesta, solo buenas palabras. Sánchez ha pensado que es la única alternativa y que solo por eso le vamos a votar.

¿En algún momento de la negociación ha pensado el PNV darle el sí a la investidura y arrastrar al resto de la abstención?

-Antes de nada Sánchez e Iglesias deberían de haberse puesto de acuerdo. Los demás no se van a mover porque el PNV diga que va a apoyar al PSOE. Tenemos fuerza, somos influyentes, pero no hasta ese punto. Si de nosotros hubiera dependido que ganara el sí, habríamos votado a favor porque la responsabilidad nos pesa, entre otras cosas porque ir a nuevas elecciones es una auténtica barbaridad y hay un riesgo de que el tripartito de extrema derecha cuaje. No he visto ningún interés del PSOE y de Podemos en ahormar un programa, la culpa es de ambos porque han sido absolutamente tacticistas, más pendientes de su imagen que de lo verdaderamente importante.

Sánchez ha anunciado que va a intentarlo de nuevo. ¿Por dónde tiene que empezar?

-Debería trabajar el programa para luego hablar con nosotros, con Compromís, con algún otro partido como Coalición Canaria que ha dejado entrever que estaría dispuesto a sumarse? Ahí debe buscar complicidades y no en el PP o Ciudadanos.

¿Por qué son posibles los gobiernos de coalición en Euskadi y no en el Estado español?

-Porque tenemos otra cultura política. Aquí lo afrontamos y asumimos desde el principio, es una manera de hacer y entender las cosas. En Madrid hay una desconfianza muy grande entre los líderes políticos porque la política española se entiende como una pelea de gallos para tener más votos en la próxima elección y eso termina generando tensiones.

¿No hay otras fórmulas para garantizar el apoyo a Sánchez? Un respaldo externo, un pacto de gobierno a la portuguesa?

-Claro que sí, pero eso depende de Podemos, que están empeñados en entrar a formar parte del Gobierno y de ahí no salen. Da la sensación de que hay un empeño personal de Iglesias y de su entorno de entrar en el gobierno y eso desbarata cualquier otra posibilidad.

¿El mes de agosto va a ser hábil?

-Debería serlo. No entiendo por qué tenemos que esperar hasta septiembre. No debería retrasarse mucho. Igual han pensado enfriar los ánimos un tiempo para luego volver ya más serenos. Si perdemos el tiempo ahora, vamos a terminar deprisa y corriendo para cerrarlo antes del 23 de septiembre. Hay una cierta preocupación social por la falta de gobierno y la repetición electoral y por la amenaza del tripartito de derechas. Cuanto antes se despeje esto, mejor. Por nosotros no va a ser.

¿Va a mediar el PNV para que se encuentren?

-Si podemos ayudar en algo, lo haremos, pero que no vuelvan a marear la perdiz. Lo ya avanzado con Iglesias ya lo tiene hecho y luego que hable con los demás, y si necesita un apoyo o una complicidad para tejer ese programa, estamos dispuestos. La oportunidad que han tenido ahora con una ERC que les ha prestado su apoyo, aunque sea en modo de abstención, no la va a tener garantizada en septiembre.

El septiembre caliente catalán por la Diada y la inminencia de la sentencia del ‘procés’ lo va a complicar todo.

-Va a complicar mucho las cosas. Por eso si nos ponemos todos a ello, quizás en un par de semanas o tres se puede acordar para llegar a finales de agosto al pleno de investidura, o la primera semana de septiembre. Podría ser, si hay voluntad. Vamos a insistir en que debería ser así.

ERC, Gabriel Rufián, ha sorprendido por su moderación. ¿Han ensayado la vía del acuerdo y olvidado la vía unilateral?

-Esquerra empieza a sentir que ha conseguido su objetivo principal cuando empezó el procés independentista, que era sustituir a la entonces Convergència y ahora PdeCAT. Está acentuando un perfil más de partido institucional para poder ensanchar su base y afirmar ese sorpasso en Catalunya.

Últimamente usted tiene mucha relación con Rufián y con ERC. ¿Complicidades?

-En parte porque estamos cerca en el Congreso, estamos sentados al lado; y en parte porque tenemos una relación personal ya trabada de antes. La verdad es que hemos hablado mucho estos días, sobre todo tipo de cuestiones pero especialmente sobre la investidura.

Sánchez insiste en que va a seguir buscando la abstención de PP y Ciudadanos. ¿Tiene algún margen de lograrlo?

-No lo creo, a no ser que quiera hacer una especie de coalición con el PP. Con Rivera seguro que no lo va a intentar después del tono descalificativo que ha exhibido. Tildar de “banda” a las personas que ocupan un escaño en el Congreso me parece una desfachatez.

Rivera se la va a guardar por aquello que le dijo usted sobre la “banda de mariachis”.

-Es de sobra conocido que ya he tenido unas cuantas con él, pero no he sido yo el que ha disparado primero. Siempre las monta gordas. Está descalificando continuamente a medio hemiciclo y a nosotros de manera especial.

Casado parece que se ha moderado.

-Digamos que habla menos. Cuando accedió al cargo hace poco más de un año mostró una gran incontinencia verbal, sobre todo en la campaña electoral de las generales. Cada día decía una más gorda que el día anterior. Le habrán aconsejado que se modere y se desmarque del perfil extremista de Rivera para así poder ocupar el espacio del centro.

¿Ese cambio permite pensar en un posible acuerdo entre Casado y Sánchez, aunque sea para una abstención?

-No lo sé, pero empezar en el “no es no” para acabar en una minicoalición con el PP sería un círculo espectacular por parte de Sánchez. Si eso ocurriera, yo no me veo ahí.

¿Llegará a Euskadi la inestabilidad de tantas elecciones en los últimos años y un gobierno en funciones durante tanto tiempo?

-Creo que no en cuanto a los vaivenes políticos, porque aquí hay otro tipo de cultura política y otra manera de hacer las cosas. Pero a nadie se le oculta que la desestabilización del Gobierno español nos afecta negativamente, por ejemplo en el tren de alta velocidad. No se están tomando decisiones o se cambian las decisiones. Tampoco en otras cuestiones como las relativas a la energía, industria, recaudación?

¿Qué cuerpo le ha dejado lo vivido estos días de negociación y debate?

-Me desespera la forma de hacer y entender la política que se ha visto en el proceso de investidura. Siempre prima el regate en corto.

¿Descarta una repetición electoral?

-No descarto nada.

¿Unas nuevas elecciones en noviembre arreglarían algo?

-En ningún caso habría una mayoría absoluta y va a volver a ser necesario alcanzar un acuerdo. Si algunos se lo toman como una ocasión para mejorar sus posiciones para una nueva negociación, me parece frívolo.