iruñea - “José Antonio Urbiola conoció a su aita cuando tenia 13 años y aquel salió de la cárcel y se presentó en casa. José Antonio corrió en busca de su madre para decirle: en la puerta hay un hombre que dice que es mi padre”. Así le recordaba ayer en su cuenta de Twitter Martín Garitano, ex diputado general de Gipuzkoa. El padre, Modesto Urbiola, se había librado de la condena a muerte, pero permaneció años encarcelado por haber pertenecido a la conocida como Red Álava, organización vasca de espionaje liderada por mujeres y de la cual el padre de José Antonio Urbiola fue parte fundamental al trabajar como secretario del juzgado. Cuando abandonó el presidio corría 1950, y así tuvo el placer José Antonio Urbiola, expresidente de PNV de Nafarroa, de conocer a su progenitor en medio de la represión franquista. Ayer, 68 años después, fallecía José Antonio a los 81 años. El actual presidente jeltzale en la Comunidad foral, Unai Hualde, lo evoca como una “persona, burukide y aber-tzale ejemplar; irrepetible y guía para muchos de nosotros”.

Urbiola, nacido en Aoiz en 1937, ejerció de abogado y fue presidente del PNV en Nafarroa entre 1992 y 2004, cuando fue sustituido por José Ángel Aguirrebengoa. A finales de la década de los 50 mantuvo sus primeros contactos con el PNV, al integrarse en EGI, donde ocupó un puesto destacado en la Mesa Nacional. Un año antes de licenciarse en Derecho en 1962 ya era miembro de la ejecutiva navarra del PNV y en 1964 formó parte del EBB. En representación del PNV fue miembro de la Comisión Permanente de Nafarroa Bai, coalición que ayudó a impulsar y en los últimos años trabajó para Geroa Bai. El PNV fue el partido en el que comenzó y al que volvió tras una pausa en su militancia jeltzale durante la cual fue miembro de Herri Batasuna. Fue precisamente con HB el partido con el que obtuvo representación en el primer Parlamento foral, donde en 1980 fue elegido vicepresidente, cargo que ocupó hasta 1981.

los exilios Después de más de 20 años en las filas del PNV, se unió a la izquierda abertzale tras vivir el exilio. En 1973 fue detenido por su labor como abogado, por prestar asesoramiento jurídico a un implicado en el secuestro del industrial Felipe Huarte, convirtiéndose en el último abogado que sufrió detención por su labor durante el franquismo. La posibilidad de que el fiscal pidiera dieciséis años de cárcel le empujó a exiliarse, primero en Iparralde, de donde fue expulsado por las autoridades francesas en febrero de 1974, y posteriormente en Venezuela, país en el que permaneció hasta 1976, para después regresar y ocupar puestos dirigentes en Herri Batasuna. En 1978, registró como radioaficionado las grabaciones a la emisora de la policía de los trágicos sucesos de los Sanfermines de 1978 en las que se oían las órdenes de las fuerzas de seguridad de “ir a matar si es necesario”. En 1980 fue elegido vicepresidente del primer Parlamento foral, cargo que ocupó hasta 1981 y en el ejercicio del cual fue detenido por unas presuntas manifestaciones sobre las relaciones entre ETA y HB realizadas en el seno de una comisión parlamentaria de derechos humanos a puerta cerrada.

Y llegó otro exilio, precisamente por su voz disidente dentro de HB, tras manifestarse públicamente contra ETA en 1983, lo que le sacó por segunda vez de Euskal Herria. Tras ser amenazado, partió y no regresó hasta 1988. Ingresó de nuevo en el PNV y en 1992 fue elegido presidente del partido en Nafarroa hasta 2004.