BILBAO - Se juntaron caras que no se veían hace tiempo. Las que fueron a la marcha contra Zapatero por “entregar” Nafarroa “a ETA”, las que se movilizaron contra la ley del aborto, quienes protestaron contra la ley del matrimonio entre personas del mismo sexo? La derecha de siempre y que ayer, por partida triple, pinchó en su manifestación orquestada a bombo y platillo para que Pedro Sánchez dimita y convoque elecciones. Apenas 45.000 personas, según cifras de la Policía Nacional, llegaron desde todos los puntos del Estado, y pese a que se fletaron autobuses gratis, a la madrileña Plaza de Colón. No habrían llenado San Mamés, y un número menor que cualquier marcha por el acercamiento de presos en Bilbao, cualquier concentración de pensionistas y qué decir de las demandas independentistas catalanas en la calle que citan a cientos de miles de ciudadanos. Ni con todo el aparato mediático montado, PP, Ciudadanos y Vox consiguieron inflamar el asfalto pero sí el ambiente político, agitando con un discurso oficial agresivo, en el que incluso se llamó “traidor” al presidente español, un escenario complejo en una semana donde se dilucidará si habrá Presupuestos y a escasas horas de que mañana arranque en el Tribunal Supremo el juicio contra los dirigentes soberanistas por el 1-O.

Basta recurrir a la hemeroteca. Mariano Rajoy cuando, desde la oposición, convocó en varias ocasiones a la gente, reunió, por ejemplo, en junio de 2005, a 850.000 personas según los cálculos del Ayuntamiento gobernado entonces por los populares. Para más inri, la triple alianza andaluza, que según su calculadora congregó a 200.000 fieles, quedó visualizada con la instantánea que tanto quería evitar la formación naranja, ya que se captó la primera fotografía conjunta de Pablo Casado, Albert Rivera y Santiago Abascal aunque políticos de los tres partidos se colocaran estratégicamente entre ellos. Minutos antes tomaron la palabra tres periodistas -Carlos Cuesta, María Claver y Alberto Castillón, supuestamente representando a la sociedad civil- que se encargaron de leer el manifiesto donde se exigía la convocatoria urgente de comicios para poner freno a la “deriva suicida” en la que consideran que ha entrado Sánchez al negociar las Cuentas con ERC y PDeCAT acusándole de “ceder al chantaje”. Sin más contenido.

Bajo el lema Por una España Unida. ¡Elecciones ya! se cargó contra el líder socialista por haber “traicionado, humillado y dado una puñalada por la espalda a España”. Es más, se aseguró que ha aceptado “las 21 exigencias del secesionismo” pese a que el Gobierno ni ha reconocido el derecho de autodeterminación ni ha permitido un relator internacional -dos de las peticiones de ese documento- y de que el pasado viernes quedaran seriamente tocadas las negociaciones entre Moncloa y Govern. “El tiempo de Sánchez ha acabado. No cabe más rendición socialista ni más chantaje independentista. Hoy empieza la reconquista”, enfatizó Casado, con Rivera expresándose en la misma sintonía: “Va a haber un antes y un después de esta concentración. Es el final de una legislatura agotada”. Abascal fue más allá al aseverar que “el golpe” en Catalunya debe “sofocarse hasta las últimas consecuencias”. El 155 indefinido y más severo. “Compartimos el hartazgo de la inmensa mayoría de los españoles ante la deriva suicida de Sánchez. Estamos aquí para decirle que no estamos dispuestos a tolerar más traiciones ni concesiones frente a aquellos que quieren destruir nuestra patria”, se decía en el manifiesto.

las concesiones Entre las cesiones que enumeraron los periodistas se hallan la aceptación de la figura de un relator que supone “una humillación del Estado, sin precedentes”, la de Sánchez “al recibir con lazos amarillos en Moncloa” al president, “al trasladar a los políticos presos a la cárcel de Lledoners”, “al aceptar la bilateralidad entre iguales en la reunión de Pedralbes”, “al torcer el criterio jurídico de la Abogacía del Estado”, “al iniciar negociaciones para aprobar los Presupuestos ofreciendo a cambio la soberanía nacional”... Cuestiones en las que el socialista “debería haber defendido la dignidad de los españoles ante quienes quieren acabar con nuestra democracia y nuestro orden constitucional” y que representan “la renuncia del Gobierno a cumplir con su obligación de guardar y hacer guardar la Constitución”. El texto alude a “nuestro compromiso con la unidad de la nación española, rechazamos que se ponga en peligro la integridad territorial”; y también recuerda el inicio del juicio por el 1-O para reafirmar “nuestro compromiso con la Justicia y nuestro apoyo cerrado a los jueces que llevan meses sufriendo la presión independentista”. “Estamos aquí para decir alto y claro que la unidad nacional no se negocia”, zanjaron.

Más duro se pronunció el líder de Vox, que denunció a “un gobierno ilegítimo sostenido por los enemigos de España”, pidiendo Abascal la suspensión de la autonomía catalana y la detención del “golpista” Quim Torra. Casado añadió la existencia “de tratos bajo la mesa para romper la unidad de España”. El PSOE catalogó de fracaso esta convocatoria. “Se demuestra que las ideas unen, la crispación no”, dijeron desde fuentes del partido de un acto que terminó con el himno español y vivas al rey. Casado, sin los votos necesarios en el Parlamento, quiere llevar “la moción de censura a la calle” y, según lo visto ayer, tendrá que afanarse si quiere llenar las urnas con su radicalizado alegato.