- Lejos de reducirse, la preocupación por la situación en el Este de Europa sigue ensanchándose. La OTAN continúa movilizando medios militares, incluyendo fragatas y cazas de combate a los que puso ayer “en estado de alerta”, para reforzar su presencia en la región en respuesta a la amenaza de Rusia sobre la seguridad de Ucrania. Moscú, por su parte, dice ser víctima de una campaña de “histeria” y “falsedades” de Occidente y achacó a Estados Unidos y la Alianza Atlántica la responsabilidad de la escalada de tensión.

En el marco del aumento de la discrepancias entre Kiev y Moscú, varios socios de la OTAN anunciaron ayer el despliegue de fuerzas que reforzarán misiones de la Alianza Atlántica en el flanco oriental. “Doy la bienvenida a la contribución adicional de fuerzas de la OTAN. Seguiremos tomando las medidas necesarias para proteger y defender a todos los aliados, incluyendo el refuerzo del flanco oriental de la Alianza”, dijo ayer su secretario general, Jens Stoltenberg.

En este sentido, al adelanto del Gobierno español del despliegue de la fragata Blas de Lezo con destino al Mar Negro y el anuncio de enviar cazas de combate para respaldar la misión de patrullaje aéreo, se han sumado este fin de semana la propuesta de Dinamarca de enviar una fragata al mar Báltico y reforzar con cuatro cazas F-16 la misión de patrullaje aéreo en Lituania.

También Francia expresó su disposición a enviar tropas a Rumanía bajo el paraguas de la OTAN, mientras que Países Bajos desplegará dos cazas F-35 en el mes de abril para reforzar tareas de patrullaje aéreo en la zona. A todo esto se suma el liderazgo de Estados Unidos, que ha aprobado varios paquetes de ayuda económica y militar a Kiev las últimas semanas y ha dejado clara su intención de reforzar su presencia en la región ante el auge de las hostilidades con Moscú, que ha desplegado 100.000 soldados en su frontera con Ucrania.

A su vez, el presidente estadounidense, Joe Biden, según publicó ayer The New York Times, sopesa desplegar a varios miles de soldados, buques de guerra y aviones en la zona y las naciones bálticas.

Por su parte, Rusia insiste en descargarse de toda responsabilidad. “La escalada de tensión obedece a las acciones informativas que emprenden EE.UU. y la OTAN”, afirmó ayer el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, que calificó los anuncios de la Alianza de formar parte de una campaña de “histeria” antirrusa “repleta de falsedades y mentiras”. Rusia espera que esta semana Washington y la OTAN respondan por escrito a su exigencia de garantías de seguridad, que incluyen poner freno a una mayor expansión de la Alianza, el cese de toda cooperación militar con la antiguas repúblicas soviéticas y la retirada de las tropas y armamentos de la OTAN a las posiciones que ocupaban antes de 1997. Además, el portavoz de la presidencia rusa denunció que las autoridades ucranianas acumulan fuerzas en la línea de contacto de las autoproclamadas repúblicas populares de Donets y Lugansk, las entidades creadas por los separatistas prorrusos el este de Ucrania con ayuda de Moscú.

Rusia insiste en que Ucrania debe cumplir los acuerdos de Minsk para el arreglo del conflicto en el Donbás, que incluyen la concesión de un estatus especial para las entidades creada por los separatistas prorrusos. El Gobierno de Kiev se opone a cumplir este compromiso si antes no se retiran los militares rusos de ese territorio y no recupera Ucrania el control de la frontera con Rusia.

Mientras tanto, la Armada Rusa inició ayer unos ejercicios navales de gran envergadura en el Mar Báltico. En las maniobras participan 20 buques, lanchas y barcos de apoyo. Los buques que participan en las maniobras estarán divididos en varios grupos tácticos y llevarán a cabo ejercicios antisubmarinos y de defensa antiaérea, entre otros. Las maniobras navales en el mar Báltico coinciden con otros ejercicios rusos en su frontera occidental, como los que se efectúan en las últimas semanas junto a Bielorrusia y que se prolongarán hasta el 20 de febrero.

Pero el despliegue de tropas ordenado por el Kremlin no se limita a la zona en disputa. La flota naval rusa desarrolla estos días ejercicios navales a unos 240 kilómetros de la costa suroeste de la isla, maniobras que tienen lugar en aguas internacionales pero que han despertado inquietud en Dublín.

“No tenemos poder para evitar que esto suceda. Pero, he dejado claro al embajador ruso en Irlanda que estas acciones no son bienvenidas”, dijo ayer su ministro de Asuntos Exteriores, Simon Coveney, que subrayó que esas aguas “también son parte de la zona económica exclusiva de la República de Irlanda”.

Por su parte, la Unión Europea sigue apostando por el diálogo. El titular español de Exteriores, José Manuel Albares, subrayó ayer que es el momento de la “diplomacia, distensión, desescalada y disuasión”. Y la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, propuso ayer un nuevo paquete de ayuda financiera a Ucrania de 1.200 millones de euros en préstamos y subvenciones para ayudar al país a “hacer frente a sus necesidades de financiación debidas al conflicto” con Rusia. “La UE está al lado de Ucrania en estas difíciles circunstancias. Nos mantenemos firmes en nuestra determinación”, señaló Von der Leyen, que pidió celeridad al Consejo y al Parlamento para que den luz verde a la ayuda y poder enviarla lo antes posible.