- El primer año del Brexit, que se materializó la medianoche del 31 de diciembre de 2020, se cumple con el comercio deprimido entre ambos lados del canal de la Mancha, las relaciones del Reino Unido y sus vecinos en las horas más bajas, y la misma incertidumbre que hace doce meses en Irlanda del Norte.

Londres ha evitado los peores escenarios que se anticipaban, en parte porque el impacto de la pandemia dificulta estimar los efectos directos del Brexit. Sin embargo, el comercio entre el Reino Unido y la UE se recupera con mayor lentitud que el resto tras la crisis global, y los expertos lo achacan a la salida británica del mercado único.

Al mismo tiempo, el controvertido Protocolo para Irlanda del Norte, la piedra angular del acuerdo con Bruselas que tardó años en fraguarse, amenaza con derrumbarse con menos de un año de vida. El Reino Unido considera que está provocando demasiados problemas socioeconómicos en la región, y exige renegociar sus términos con urgencia.

Si en las próximas semanas la UE no se aviene a suavizar los controles de mercancías acordados, eliminar el papel de los tribunales europeos para dirimir diputas comerciales y flexibilizar las normas sobre subsidios estatales en Irlanda del Norte, el Gobierno británico ha avanzado que dejará de aplicar ciertas obligaciones del protocolo de manera unilateral.

La Oficina para la Responsabilidad Presupuestaria del Reino Unido (OBR, en inglés) mantiene la misma predicción económica que hace cinco años, cuando se celebró el referéndum del Brexit. Estima que la ruptura con la UE recortará tanto las exportaciones como las importaciones británicas en un 15% a largo plazo respecto a la evolución que habrían registrado dentro del bloque. Ese frenazo supondrá un golpe del 4% en el PIB. La ralentización se ha producido cuando todavía no se han implementado con todo rigor los controles de mercancías que prevé el acuerdo del Brexit.

El Gobierno británico aspiraba a dejar lista la negociación sobre el Protocolo para Irlanda del Norte en diciembre, pero tras no lograr avances aceptó demorarla hasta principios de 2022. El proceso se ha cobrado una nueva víctima: el hasta ahora negociador del Brexit británico, David Frost, que dimitió al no estar de acuerdo con la “dirección de viaje” del Ejecutivo de Boris Johnson.

A las riendas del Brexit está ahora la ministra de Exteriores británica, Liz Truss, que ha dado entender que mantiene la línea dura de Frost y exigirá a Bruselas eliminar del acuerdo al Tribunal de Justicia de la UE.

La última opción. El Protocolo norirlandés incluye una cláusula que permite a una parte desactivar las disposiciones que considere dañinas. Invocarlo abriría un arbitraje bilateral y una crisis política.

Represalias y aranceles. En función de los aspectos que el Gobierno británico dejara de cumplir, la UE propondría represalias, que podrían incluir aranceles sobre ciertos productos.

Guerra comercial. Los expertos anticipan que ese escenario podría desencadenar una guerra comercial, con medidas y contramedidas por ambas partes.

¿Vuelta a la casilla cero? Se ha especulado con que la UE anule por completo el Acuerdo de Comercio y Cooperación con el Reino Unido, decisión extrema que retornaría al Brexit a la casilla cero y llevaría a una ruptura sin acuerdo.