Las estrictas normas de confinamiento de las últimas semanas han provocado una "rebelión" en varias ciudades de California (EE.UU.), que se han llegado a plantear la creación de sus propios departamentos de salud para manejar la crisis a su manera.

Esta idea de control local de la sanidad ha ocurrido dentro del condado de Los Ángeles, el más grande de EE.UU. y que cuenta con 88 jurisdicciones distintas en un territorio habitado por más de diez millones de personas.

Algunas de las demarcaciones de la zona, contrarias a las nuevas regulaciones que tratan de disminuir la exposición al virus, han optado por tratar de formar sus propias divisiones de salud para poder regular las normas de manera independiente a los funcionarios del condado.

Estos intentos se dan dentro de un contexto de frustración y cansancio por la pandemia, sumados a las necesidades económicas de los habitantes y los propios entes públicos de estas pequeñas ciudades, que buscan ahora provocar cambios estructurales en el poder sanitario establecido.La "gente está cansada"

La polémica se prendió cuando el condado de Los Ángeles decidió prohibir por completo el servicio en las terrazas de restaurantes, una de las pocas vías de ingresos que todavía podían aprovechar desde el sector de la restauración, uno de los más afectados de Estados Unidos.

"Comer al aire libre se había convertido en una especie de forma de aguantar económicamente para muchos restaurantes, que podían así permanecer abiertos. Además, muchas de estas ciudades obtienen ingresos de los impuestos a las ventas, algo muy importante a nivel local", desgrana en una entrevista con Efe el doctor Raphael Sonenshein, director ejecutivo del Instituto Pat Brown de Asuntos Públicos en Universidad Cal State Los Ángeles. "Fue un golpe muy duro", agrega.

Tanto fue así que empezó en algunas urbes una "pequeña rebelión", según Sonenshein, porque "la gente está cansada de cumplir con todo y tener que todavía cumplir con más (restricciones)".

Todo esto ocurre mientras EE.UU. es el país del mundo más afectado por la pandemia, con 16,7 millones de casos y 303.000 fallecidos, de acuerdo con los datos de la Universidad Johns Hopkins; y el epicentro de la crisis sanitaria es el condado de Los Ángeles, con más de 540.000 positivos y 8.430 muertos por la covid-19.

Departamentos de salud locales

La sublevación de varias localidades del condado angelino llegó en forma de votaciones en los diferentes ayuntamientos de las demarcaciones para crear departamentos de salud propios con el objetivo de regular las restricciones y otras medidas desde una óptica local.

Así, las ciudades de West Covina, Lancaster y Beverly Hills, entre otras, votaron para formar divisiones propias de salud, mientras que otras demarcaciones debatieron medidas similares.

"Es una rebelión de cumplidores (de la ley), ya que no se basa en argumentos filosóficos de que el condado no tiene derecho a cerrar las terrazas", explica Sonenshein.

Pese a los esfuerzos de las entidades locales para impulsar sus propios departamentos de salud, no existe un proceso legal marcado para que estas jurisdicciones los creen fácilmente.

Las únicas dos ciudades del condado de Los Ángeles que tienen su reglamentación y ente de control sanitario son Long Beach y Pasadena.Impacto en el sureste de Los Ángeles

"No creo que puedan llegar a crear sus propios departamentos. (...) Pero estamos trabajando para que exista una voz colectiva" entre las ciudades pequeñas del condado, especialmente en la zona sureste del condado, opinó Sonenshein.

Esta región de California, epicentro de la pandemia en EE.UU., ha sido una de las más impactadas del país, tanto a nivel económico como en número de infecciones y muertes.

En municipios como Vernon, Bell, Commerce y Huntington Park, con poblaciones mayoritariamente latinas, existe una "pequeñísima parte que puede trabajar desde casa", porque lo hacen en supermercados o en la industria de la alimentación, por lo que su exposición al virus es mayor que la media del estado.

Este entorno ha llevado a varios grupos a impulsar la idea de tener una organización colectiva más potente entre estas pequeñas ciudades, con rentas per cápita bajas, para conseguir mejoras económicas y sanitarias entre sus habitantes, unos "rebeldes" cansados de ser ninguneados.