A diferencia de su rival, el demócrata Joe Biden (77 años) es un viejo conocido de la política de Estados Unidos: senador durante 36 años, dos veces vicepresidente (con Barack Obama) y ahora candidato del Partido Demócrata a la presidencia. De ganar, se convertiría en el presidente con más edad de la historia del país.

Biden tiene de su lado el desgaste que está sufriendo Donald Trump a causa de la pandemia del coronavirus y su experiencia, pero le falta el carisma del último presidente demócrata.

Su origen y su estilo de vida le han servido en cambio para conectarse con una amplia base social. Es considerado por muchos votantes como el candidato de la clase obrera, un ciudadano de a pie que contrasta con el actual presidente, un magante multimillonario.

Nació en 1942 en Scranton, una ciudad obrera de Pensilvania, en una familia católica irlandesa en la que era el mayor de cuatro hermanos. Cuando tenía diez años, la familia lo perdió todo y se mudó Delaware, donde su padre encontró un trabajo como vendedor de coches Chevrolet.

Se licenció en Historia y Ciencias Políticas, y más tarde en Derecho. Con 30 años fue elegido por primera vez Senador por Delaware, un momento cumbre en su carrera política que coincidió con su gran tragedia personal: su mujer y su hija Naomi, de 13 meses, fallecían en un accidente de tráfico. Sus hijos Beau y Hunter quedaron malheridos, pero sobrevivieron.

Cinco años después, Biden se volvió a casar con Jill Jacobs, una profesora de Pensilvania, con quien tuvo una hija.

En lugar de mudarse a Washington, como la mayoría de los senadores, Biden iba cada día en tren desde Wilmington, una ciudad de 70.000 habitantes de Delaware donde ha vivido toda la vida, para no separarse de su familia. Así durante 36 años.

Durante su actividad como senador, impulsó leyes sobre los "delitos violentos" y contra la violencia género, entre otras. Joe Biden ascendió en el Senado y fue dos veces presidente del prestigioso Comité de Asuntos Exteriores. Dejó esta institución para convertirse, en 2008, en vicepresidente de Barack Obama, que necesitaba un "veterano" a su lado.

Durante sus dos mandatos como vicepresidente, Joe Biden mantuvo un perfil bajo frente al muy carismático Obama. A diferencia de él, el actual candidato demócrata no es un buen orador. No ha tenido un buen desempeño en los debates políticos ni en sus discursos.

A Biden se le conoce por buscar a manudos sus palabras y tiene tendencia a cometer errores verbales como cuando, recientemente, aseguró que "si dudas entre Trump y yo, entonces no eres negro". "Soy una máquina de hacer tonterías, ¡pero qué maravilla en comparación con un tipo que no puede decir la verdad (en referencia a Trump)!", admitió en 2018.

A Biden le gusta presentarse como el candidato de la moderación, capaz de gestionar un país en crisis y unir de nuevo a un Estados Unidos muy polarizado. Durante la campaña también ha exprimido su experiencia en el Gobierno de Obama y su cercanía con el expresidente estadounidense.

Para sus seguidores, el candidato demócrata es un experto en política exterior con una dilatada experiencia en Washington y una persona afable y cercana que llega con facilidad a la gente común. "Es visto como un tipo bueno. Un tipo que no va a cambiar demasiado las cosas, pero que las hará mucho mejor que Trump", resume David Brady, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Stanford a la BBC.

ESCÁNDALOS

Sin embargo, Biden tampoco ha estado ajeno a la polémica. En 1988 probó suerte por primera vez en unas elecciones demócratas, pero tuvo que tirar la toalla después de ser acusado de plagio en un discurso electoral. Quiso presentarse una segunda vez, en 2016, sin embargo, tras la muerte de su hijo Beau, fiscal general de Delaware, de cáncer cerebral, decidió no hacerlo.

Pero el mayor escándalo ha tenido lugar este mismo año durante las elecciones primarias, cuando Tara Reade, una mujer que trabajó con él en el Senado, le acusó de haberla agredido sexualmente en los pasillos del Congreso hace casi treinta años.

Hay otras ocho mujeres que han narrado tocamientos, abrazos o besos que consideran inapropiados. Sin embargo, hasta ahora no se había enfrentado a una denuncia de abuso o agresión sexual. El candidato demócrata niega los hechos.

Asimismo, el Impeachment a Trump estaba relacionado con él y su hijo Hunter. El presidente se ha enfrentado a un proceso de destitución por abuso de poder y obstrucción a la justicia a raíz de una trama de presiones a Ucrania en la que buscaba beneficio electoral (entonces Biden ya sonaba como candidato).

Los demócratas acusaban a Trump de haber condicionado el envío de ayuda militar a Ucrania y un encuentro con su homólogo ucraniano, Vladímir Zelenski, en la Casa Blanca, a que éste ordenase abrir una investigación sobre los Biden.

Y es que, hasta abril del año pasado, Hunter formaba parte del Consejo de Administración de la mayor compañía privada de gas ucraniana, Burisma, adonde llegó en 2014 cuando su padre era el vicepresidente de Barack Obama y mediador durante el conflicto por la península de Crimea.

El caso finalmente se volvió contra Trump, que ha sido el tercer presidente de la historia en someterse a un Impeachment, pero durante semanas la prensa conservadora le tuvo en el punto de mira por este caso.