La victoria de Donald Trump (74 años) en las elecciones presidenciales de Estados Unidos dejó a medio mundo en estado de shock hace cuatro años. Quienes auguraban un mandato polémico, acorde al personaje, no se equivocaron. La Casa Blanca vive en un escándalo permanente desde su llegada a la presidencia en enero de 2017 (récord de destituciones, tramas políticas, Impeachment, crisis internacionales, declaraciones machistas, racistas, discriminatorias, incendiarias, mentiras...).

Cuando se lanzó a la carrera por la nominación republicana, Trump no contaba con experiencia política alguna, su fama mundial se la debía a su carrera como magnate inmobiliario multimillonario, a ser la estrella del reality show The Apprentice, un concurso emitido por la cadena NBC donde varios empresarios competían por 250.000 dólares y un contrato para dirigir una de sus empresas, o el dueño de los concursos de belleza Miss USA y Miss Universo.

En el año 2016, poco antes de las elecciones, la revista Forbes le colocó en el número 426 en la lista de las personas más ricas del mundo y en el 113 de las de Estados Unidos, con una fortuna que alcanzaba los 4.500 millones de dólares netos. Trump era, para muchos electores conservadores, una inspiración.

El actual presidente nació y creció en Queens (Nueva York). Hijo del empresario de origen alemán, Fred Trump, y de Anne MacLeod, ama de casa escocesa, obtuvo el título de Economía en la Wharton School de la Universidad de Pensilvania en 1968. Tres años después se hizo cargo de la empresa familiar Elizabeth Trump & Son, dedicada a edificios de alquiler de clase media en los barrios neoyorquinos de Brooklyn, Queens y Staten Island, que después pasaría a llamarse Trump Organization.

El empresario empezó a cimentar su fama con deslumbrantes obras en Manhattan, como la Torre Trump, un lujoso rascacielos de 58 pisos con una cascada interior en plena Quinta Avenida desde el que, además, lanzó su campaña presidencial hace cuatro años.

Durante medio siglo, el magnate ha levantado un imperio que incluye hoteles, campos de golf y casinos, un negocio este último que ha incurrido en cuatro bancarrotas.

En el terreno personal, Trump está casado desde 2005 con la exmodelo eslovena Melania Trump, con quien tiene un hijo, Barron. El presidente tiene, además, otros cuatro hijos (Doland Jr., Ivanka, Eric y Tiffany) fruto de sus dos matrimonios anteriores. A excepción del pequeño, el resto son rostros muy mediáticos, no exentos de polémica al igual que su progenitor.

Tiffany tiene 26 años y es hija de su segunda esposa, la actriz Marla Maples. Ha trabajado también como actriz y cantante, y es muy activa en las redes sociales, en las que presume de una vida glamurosa. La otra hija de Trump es Ivanka, su ojo derecho. Nació del matrimonio con su primera esposa, la modelo checa Ivana Trump. Ahora trabaja en el imperio de su padre, pero también ejerció como modelo. Hace dos años, la polémica se centró en ella al revelarse que había usado a menudo una cuenta de correo electrónico personal para discutir o transmitir asuntos oficiales de la Casa Blanca.

A su lado en los negocios también están sus dos hijos; el primogénito Donald Junior es el vicepresidente de la organización Trump y tanto él como su hermano Eric, aficionados a la caza, han sido criticados por posar con animales muertos.

SU MANDATO

Desde que Trump inició su campaña presidencial en 2015, una veintena de mujeres lo han acusado de diferentes casos de conducta sexual inapropiada, acoso o agresiones ocurridas a lo largo de tres décadas. La última en hacerlo ha sido la exmodelo Amy Dorris, que el pasado mes de septiembre narró un episodio ocurrido presuntamente en Nueva York durante el torneo de tenis US Open de 1997. Dorris acusa al presidente de meterle la lengua hasta la gargante, de manosearle todo el cuerpo y de sujetarla con una fuerza que le hacía imposible escapar.

Como respuesta, a su llegada a la Casa Blanca, Trump fue recibido con la histórica marcha que concentró a medio millón de personas en Washington en defensa de los derechos de las mujeres, el primer síntoma de la crispación social que marcaría su mandato.

La última muestra ha sido la mayor ola de protestas contra el racismo que se vivía en el país desde el asesinato de Martin Luther King, provocada por los últimos casos de brutalidad policial.

Sin embargo, según Trump, no existe ningún problema de brutalidad policial. Su solución al problema: enviar a la Guardia Nacional para aplacar las protestas.

Esta campaña no está resultado fácil para Trump, a la ola de protestas se suma la pandemia del coronavirus (más de 200.000 personas han fallecido y más de 7 millones se han contagiado en el país) y la recesión económica más grave en 70 años.

Asimismo, el fallecimiento de la juez del Tribunal Supremo Ruth Bader Ginsburg colocó la batalla por la máxima autoridad judicial en el centro de la campaña y la revelación de los mínimos impuestos pagados por Trump en los últimos 20 años sumó una nueva polémica a la lista -según The New York Times, Trump no pagó impuestos federales por ingresos en 11 de los 18 años examinados por el periódico y, en 2017, después de ser presidente, su impuesto a pagar fue de solo 750 dólares-.

Las encuestas colocan al mandatario en una posición difícil de cara a las elecciones debido, principalmente, al desgaste que está sufriendo a causa de la gestión de la pandemia y sus consecuencias económicas, sin embargo, la batalla aún no está decidida.