BILBAO - Donny Reyes es líder del colectivo LGTBI de Honduras. Durante su visita a Euskadi para presentar Voces Defensoras -una plataforma que aglutina a movimientos por la tenencia de las tierras de Colombia, colectivos indígenas de Guatemala, grupos de mujeres de México, refugiados saharauis y colectivos LGTBI de Honduras- Donny Reyes, de 44 años, dejó un estremecedor testimonio de la situación que viven las personas de la comunidad LGTBI de su país, Honduras.

“Solo en lo que llevamos de 2019 han sido 40 los crímenes de odio que han terminado en muerte, denuncia como líder del colectivo LGTBI de Honduras. “Se han producido muchos otros crímenes que han dejado a personas heridas o afectadas física o psicológicamente. Se trata de una cifra brutal para un país que no llega a los diez millones de habitantes. De 2010 a 2019 han tenido lugar más de 300 asesinatos. El 98% de estos crímenes siguen impunes, y más del 60% de las agresiones las cometen miembros de los órganos de seguridad del estado. Quienes nos debieran proteger son quienes nos atacan”.

Para intentar concienciar y denunciar esta situación de homofobia y otras violaciones de derechos humanos en varios países, desde Voces Defensoras “presentamos informes sobre nuestros problemas y buscamos sumar, construir una red global con el apoyo de las ONG vascas Mundu Bat y Brigadas Internacionales de Paz”, explica Reyes.

En Honduras, el día a día de alguien que viva su sexualidad fuera de la convención de la más vetusta tradición judeocristiana resulta muy complicado. La agresión puede llegar en cualquier momento y venir de cualquier parte, en especial de las fuerzas del orden. “Se sienten con poder. Saben que nadie les va a decir nada, van armados y eso facilita el abuso y la reacción agresiva. El otro gran sujeto agresor son nuestras propias familias: no nos matan, pero nos humillan y nos echan de casa”, lamenta este activista del colectivo LGTBI de Honduras.

Y no cabe poner el ataque en conocimiento del ministerio público. “La denuncia es peor, porque se produce en comisaría. ¿Te imaginas ir a la policía a denunciar a la policía?”, pregunta. Además, la situación se ha enrarecido aún más desde que gobierna “el presidente Juan Orlando Hernández, ya que se inventó una policía que lo protege y que dispone de un ordenamiento diferente. Se trata de la Policía Militar de Orden Público. Yo no los puedo denunciar”.

Reyes describe a Juan Orlando Hernández, del Partido Nacional de Honduras, como “abiertamente anti comunidad LGTBI. No ve bien nada que tenga que relación con nuestros derechos civiles. Hablarle del matrimonio gay es como hablarle de terrorismo. Es un tipo ultraconservador, cristiano protestante, con un hermano que está siendo juzgado estos días en Estados Unidos por narcotráfico. A Orlando le quedan dos años. Que se lo lleven los gringos”, señala Reyes.

Tampoco el resto de los partidos ofrecen rayos de luz. “Ningún partido político de los de Honduras es sensible a la cuestión de la diversidad. Solo el del expresidente Celaya, pero se queda en la pura palabra, sin compromisos reales. Este de la política es un desafío potente para nosotros. De momento, no vemos el sistema político como opción. Es un terreno árido. Por ejemplo, si yo me vinculara a un partido político perdería toda credibilidad. Además, particularmente, eso no está en mi. Necesitamos empoderar a otras y otros para que sí se vean. Nos estamos preparando”, describe el activista.

“La guinda del pastel son los medios de comunicación, que siempre tratan la diversidad desde el amarillismo y el sensacionalismo, con un léxico despectivo que alimenta la atmósfera de inseguridad y violencia”,

La vida reciente de Donny Reyes, desde que es un activista conocido, avala sus palabras. Durante 2012 permaneció seis meses en Nicaragua; en 2014 se refugió durante ocho meses en Alemania. En 2013 se vieron obligados a cerrar la Casa Arco Iris, en Tegucigalpa, por prevenir, pero en 2014 la abrieron de nuevo con perfil bajo y sin distintivos, casi en la clandestinidad. Todo a consecuencia de amenazas y atentados. “Ser homosexual y defensor de los derechos humanos es muy difícil en Honduras”, recalca Reyes.

“Callar tu opción sexual” “La esperanza de vida de las personas del colectivo LGBTI en Honduras no pasa de los 30 o los 35 años. Y quienes superamos esa edad pasamos al olvido. No me planteo llegar a los sesenta, porque los servicios sociales y sanitarios o la cuestión de la vivienda no me lo pondrán fácil. Me entra tristeza al pensar qué me puede suceder de aquí a diez años. Por eso no me imagino un horizonte de veinte años”, advierte Donny Reyes.

La tentación de hacer caso a los amigos que le aconsejan que no regrese es grande. “La diferencia es abismal entre Honduras y aquí. Situaciones diametralmente opuestas. Iba por la calle y he visto un souvenir con la bandera arco iris en una tienda de regalos; eso es imposible en Honduras, hasta me he asustado”.

Reconoce que los contextos de libertad que ha sentido estos días “ son increíbles. Las parejas van de la mano, se les ve en la plaza. Yo no puedo hacer eso en Honduras. Ni siquiera puedo caminar solo. Si nadie me acompaña tengo rutas donde he ido haciendo amigos que sé que me pueden ofrecer refugio llegado el caso”.

Regresará a su país mientras tenga energía para contribuir al cambio de la situación. “Para la juventud LGTBI en Honduras la situación es muy complicada. Las oportunidades son mínimas para la población en general. Si tu opción sexual es diferente, tienes que callártela. Es obligatorio porque la probabilidad de una agresión es muy alta”, concluye.