Westminster vivió ayer una jornada cargada de tensión tras acoger la ya apodada como sesión “más brutal de la historia”. Muchos reprocharon al primer ministro, Boris Johnson, que tildase de “patraña” a los parlamentarios que compartieron sus preocupaciones por su seguridad. Tras una ola de críticas, finalmente el conservador decidió dar una entrevista televisiva en la que insistió en que deplora cualquier amenaza a cualquier persona, en especial las que van dirigidas contra las diputadas.

La polémica se remonta a la sesión parlamentaria del día anterior, cuando tomó la palabra la diputada laborista Paula Sherriff, quien hizo un llamamiento muy emotivo para que el primer ministro dejara de usar un lenguaje “ofensivo” e “inflamatorio”, en el que destacan calificativos de “rendición, traición, traidor...”.

Sherriff tiene claro que esos mensajes terminan siendo usados por un sector de la ciudadanía que le envía a menudo, a ella y a otros diputados, cartas y mensajes con amenazas de muerte y abusos. Además, Sherriff recordó cómo a pocos metros de su asiento en el parlamento se sentaba la diputada anti-Brexit y también laborista Jo Cox, quien fue asesinada por un ultraderechista durante la campaña para el referéndum y que los últimos meses hubo que aumentar la seguridad a varios diputados que recibieron amenazas.

Lejos de mostrar empatía, Johnson respondió a Sherriff con una arrogante frase que muchos no terminaron de creerse: “Nunca había escuchado tanta tontería en toda mi vida”. Pero la cosa no quedó ahí, pues el polémico tory sentenció que la mejor manera de honrar a Cox “sería llevar a cabo el Brexit”, si bien ella era partidaria de seguir en el bloque común.

El caso de Sherriff no es el único, otras diputadas como Jess Phillips aseguraron en redes sociales que reciben amenazas de muerte, pero no se rinden ante el miedo y la agresión. Sin ir más lejos, un hombre de 36 años fue arrestado bajo sospecha de un delito de orden público en un incidente ocurrido en la oficina electoral de Phillips en Birmingham.

El sospechoso golpeó las ventanas y pateó la puerta al tiempo que gritaba “fascista” a la diputada Philips, quien denuncia con frecuencia abusos por parte de trolls de Internet, incluidas las amenazas de violación.

Críticas de la hermana de Johnson

Las críticas a Johnson le llegaron hasta desde su casa. Su propia hermana, la periodista Rachel Johnson, quien defiende la permanencia de Londres en el bloque común, calificó sus comentarios como “muy reprobables y de un mal gusto en particular para quienes lloran a una madre, diputada y amiga”.

También decidió opinar sobre el asunto Ellie Cooper, hija de la diputada laborista Yvette Cooper, reprochándole a Johnson que si quiere hacer del Brexit una realidad, debe detener su uso de un lenguaje que califica de “inflamatorio y agresivo” y dándole una lección de saber estar, le pidió tratar a sus compañeros con “humanidad y respeto”, recordándole que su trabajo es unir al país.

Cooper asegura que entiende que los británicos tienen opiniones firmes sobre el Brexit y que pueden entrar en conflicto, pero tiene clara la importancia de las palabras que usa Johnson y que puede terminar siendo el responsable de poner en riesgo la vida de otras personas porque “todo esto ha ido demasiado lejos”.

Cuando la gente comienza a lastimarse es el momento en que debemos dar un paso atrás y preguntar si algo de esto vale la pena. Toda la ira, los gritos y la toma de partido. Los traidores y los mentirosos y la rendición... Cooper asegura que está aterrorizada de que si no se detiene este tipo de práctica, algo horrible va a suceder nuevamente, pues parece ser lo único que podría frenar el ambiente actual.

Tras lo sucedido, ayer el presidente de la Cámara de los Comunes, John Bercow, pidió a sus colegas que “bajasen los decibelios” y les llamó a terminar con la “cultura tóxica”, reconociendo que la atmósfera que se respiró el miércoles en Westminster, había sido la peor que él ha vivido en los últimos 22 años.

Además, del enfado y rechazo a sus palabras de políticos con más de 20 años de experiencia en Westminster, hicieron que el primer ministro intentara echar balones fuera. Así insistió en que es importante poder utilizar una palabra sencilla como “rendición” para describir al proyecto de ley Benn, que obliga al gobierno a solicitar una extensión de la fecha límite del Brexit, fijada ahora para el 31 de octubre. En una entrevista emitida por la emisora pública BBC, Johnson aseguró que aceptaba que necesitaba “acercarse a la Cámara para terminar el Brexit”, es decir, que las personas se unan para acabar con la ansiedad actual y continuar con la agenda nacional.