MADRID. "Éramos 15 en el barco y solo yo estoy vivo. Dios envió a los malteses a salvarme", relata este hombre de 38 años al diario 'Times of Malta', días después de que las Fuerzas Armadas de la isla difundiesen las imágenes de su rescate e informasen de que había sido localizado en estado crítico.

Durante once días permaneció en el mar, "sin comida, sin agua, sin combustible". "Empezamos a beber agua de mar", cuenta. Cinco días después de partir desde Libia, fallecieron las primeras dos personas, y a partir de ahí "cada día morían dos personas" más, entre ellas una mujer embarazada.

Mohamed explica que durante la travesía vieron "muchos barcos" a los pidieron ayuda en vano y que incluso "un helicóptero vino y se fue". Con los ojos cerrados, recuerda cómo perdieron la vida sus compañeros de viaje, cuyos cuerpos generaban un fuerte olor hasta que él y el penúltimo superviviente, Ismail, decidieron arrojarlos al agua.

La desesperación a bordo fue tal que, en un momento dado, Ismail le dijo: "Todo el mundo está muerto. ¿Por qué íbamos a vivir nosotros?". Mohamed cuenta que Ismail arrojó todo por la borda, incluidos los teléfonos y el GPS que los traficantes les habían dado con una única orden: "Id a Malta".

"Le dije: 'Si quieres morir, muérete solo. No quiero morir", declara Mohamed, quien no se enteró de que Ismail había fallecido hasta que no estaba en el hospital tras la evacuación, a pesar de que las Fuerzas Armadas informaron en su nota de que en la patera localizada había ya un único superviviente y un cadáver.

Mohamed describe como "un sueño" sus últimos días de un viaje que comenzó en Etiopía y que le costó en su último salto, el del Mediterráneo, 700 dólares. Este hombres explica que en su país natal colaboraba con el Frente de Liberación Oromo --ilegalizado por el Gobierno--, por lo que teme ser detenido si regresa.

Durante los últimos 15 años ha vivido en Eritrea y en Somalia y fue en este último país donde conoció a Ismail, junto a quien terminaría encontrando al contrabandista libio que les gestionó su viaje marítimo hacia las costas del sur de Europa. Ahora, Mohamed espera llegar algún día a Reino Unido y no se lamenta de haber dado el paso. "Estoy feliz, estoy vivo".