Teherán - La reciente captura del petrolero británico Stena Impero, -que seguía ayer retenido junto a su tripulación, en el puerto de Bandar Abas- es la última baza que ha jugado Irán para marcar su territorio y demostrar su fortaleza y capacidad de actuación en el golfo Pérsico ante las presiones de Estados Unidos.

Esta región, y en concreto el estrecho de Ormuz, entre Irán y Omán, es estratégica para la economía mundial debido a que por ella cruza una quinta parte de las exportaciones de petróleo, lo que la convierten en un punto muy sensible.

“Irán, sin duda, está intentando usar sus herramientas y cartas ante el juego y el aumento de la presión de EE.UU. y algunos de sus aliados como Reino Unido”, considera Ardeshir Pashang, analista del Centro de Estudios Estratégicos de Oriente Medio de Teherán. En su opinión, Irán intenta demostrar que es “influyente para la seguridad del comercio y del transporte de petróleo en el golfo Pérsico, que importan mucho a los occidentales”.

Estas maniobras de Irán buscan, según Pashang, que EE.UU. de marcha atrás en las sanciones impuestas a Irán tras retirarse unilateralmente del acuerdo nuclear de 2015, firmado también por otras cinco potencias, entre ellas Reino Unido.

Las sanciones afectan, entre otros sectores, a las exportaciones de petróleo, lo que ha llevado a Teherán a amenazar con bloquear el estrecho de Ormuz si no le permiten vender su crudo, así como a incumplir recientemente algunos de sus compromisos nucleares. Por ello, el golfo Pérsico es el principal escenario de las tensiones entre Teherán y Washington, que ha decidido reforzar su presencia militar en la zona y aboga por crear una especie de coalición para proteger a las naves.

La detención del británico Stena Impero, ha provocado una crisis diplomática con el Reino Unido, país al que Irán advirtió de no intentar incrementar la actual tensión.

Sin embargo, ha sido solo el último incidente de los numerosos registrados desde que en mayo cuatro petroleros, dos de ellos saudíes, fueron blancos de acciones de sabotaje.

Un mes después, dos buques cisterna fueron atacados en el estrecho de Ormuz, un suceso del que EE.UU. responsabilizó a Irán, que negó cualquier implicación y aseguró que de querer bloquear este paso, lo haría abiertamente.

Tras los barcos, les llegó el turno a los aviones no tripulados. La Guardia Revolucionaria iraní derribó el pasado 20 de junio un dron estadounidense al que acusó de espionaje y de violar su espacio aéreo, lo que por su parte rechaza Washington. Y esta semana, Washington anunció que había abatido un dron iraní, aunque Teherán lo desmintió, tan solo un día antes de que el petrolero británico fuera detenido. La captura del Stena Impero tiene, además, otra motivación: La retención desde hace dos semana en Gibraltar del petrolero iraní Grace 1, al parecer a petición de EE.UU. y, oficialmente, por violar las sanciones europeas al transportar supuestamente crudo a Siria.