Seúl - El líder norcoreano, Kim Jong-un, responsabiliza a Estados Unidos del fracaso de la cumbre de Hanói y advierte de que su país se prepara para cualquier “situación posible”, según difundió ayer la agencia oficial KCNA tras la reunión con el presidente ruso, Vladímir Putin. Aunque fueron reproducidos ayer por la citada agencia, los comentarios de Kim fueron hechos durante la reunión que mantuvo este jueves con Putin en la ciudad rusa de Vladivostok, tal y como asegura la agencia de noticias estatal norcoreana. Kim afirmó que “Estados Unidos adoptó una actitud de mala fe” en la segunda cumbre que mantuvo con el presidente estadounidense, Donald Trump, el febrero pasado en Hanói, y acusó a Washington de mantener una posición “unilateral” durante la cita, que concluyó abruptamente sin acuerdo. “La situación en la península coreana y en la región ahora está estancada y ha llegado a un punto crítico en el que puede volver a su estado original”. Según asegura KCNA esta fue la advertencia que hizo Kim a Putin en la reunión de Vladivostok en referencia a la posibilidad de retomar las pruebas nucleares y de misiles que mantiene suspendidas desde finales de 2017.

El líder norcoreano también aseguró que “la paz y la seguridad en la península coreana dependerán totalmente de la actitud futura de Estados Unidos” y que su país “se prepara para cualquier situación posible”. Kim remata de este modo su cumbre con Putin, de la que sale reforzado después de que el presidente ruso apoyara nuevamente el desarme gradual con levantamiento progresivo de sanciones por el que aboga Pyonyang, así como el brindar al régimen “garantías de seguridad y de defensa de su soberanía” en un marco multilateral. Con Pekín, Seúl o Moscú apoyando la idea de que es necesario un proceso escalonado que vaya ofreciendo alicientes para el régimen, Kim envía ahora el mensaje de que la pelota está en el tejado de Washington y que es su actitud inflexible la que bloquea el proceso de desnuclearización en la península.

un tira y afloja En Hanói, la Casa Blanca abogó por el llamado big deal (gran acuerdo), que pasa por eliminar todos los programas de armas norcoreanos (misiles, armas biológicas y químicas), además del atómico, antes de relajar cualquier sanción. Pyonyang ha aumentado su presión en la última semana para que suavice su postura aunque, tal y como coinciden en señalar la mayoría de analistas, parece tratarse en realidad de una estrategia de tira y afloja a largo plazo.

El régimen tiene presentes en todo momento Irak, Libia o la ruptura del pacto con Irán de cara a dar pasos verdaderamente significativos hacia la desnuclearización, mientras que Washington considera que Pyonyang ha demostrado ser un interlocutor deshonesto durante más de dos décadas de negociaciones fallidas.

Cimentar la confianza mutua se antoja como la única manera de sortear el actual atasco, un reto mayúsculo teniendo en cuenta la impaciencia de la que ha hecho gala Trump en la Casa Blanca y el efecto cada vez más asfixiante que están teniendo las sanciones internacionales sobre la economía norcoreana.

En el marco de su estrategia de presión, Pyonyang ha incluido también a Seúl, mediador clave para lograr que se celebraran las dos cumbres que han mantenido Kim y Trump hasta ahora. La mejor prueba de ello es que ya son nueve consecutivas las reuniones semanales de los viernes que el régimen se ha saltado en la oficina de enlace intercoreana abierta en septiembre, según informó ayer el Ministerio de Unificación sureño.

La última se celebró el viernes 22 de febrero, días antes del fiasco de Hanói que ha deparado este cambio de planteamiento del régimen.

Más aún: Seúl celebra hoy un evento para conmemorar que hace un año Kim y el presidente surcoreano, Moon Jae-in, mantuvieron su primera cumbre, paso fundamental en el actual acercamiento. Pyonyang no solo no ha respondido a la invitación para enviar representantes sino que esta semana sus medios de información, por primera vez en mucho tiempo, condenaron directamente al Ejecutivo surcoreano por la celebración de unos ejercicios aéreos combinados con Estados Unidos.

Antes de abandonar Rusia, el líder norcoreano, que había cancelado por sorpresa una ofrenda floral junto a la llama eterna en memoria del soldado desconocido, cambió de parecer y finalmente participó en la ceremonia. El cortejo del mandatario llegó al memorial de la glorias navales de Vladivostok, donde se encuentra la llama eterna, dos horas después de lo que estaba previsto inicialmente. Los organizadores de la ceremonia, que habían retirado la alfombra roja y el dispositivo de seguridad en los alrededores del memorial, tuvieron que actuar con rapidez para restablecer los preparativos.