el general Emilio Mola anunció a finales de marzo que tomaría Bilbao en tres semanas, el 20 de abril, cumpleaños de Hitler. Con posterioridad tuvo que postergar la cita, y un evadido del campo faccioso informó el 19 de mayo que Mola habían fijado el día 15 de mayo para su entrada en Bilbao. Pero no pudo ser, y el general nunca vivió para ver caer Bilbao el 19 de junio de 1937. Pero los siete días anteriores se ejecutaron al menos 210 bombardeos en las inmediaciones de Bilbao y en la propia villa. Ese fue el costo de su captura.

Día 12 junio

Se registraron 52 bombardeos aéreos en el área del gran Bilbao en esta jornada de guerra. Todas las unidades de la Legión Cóndor actuaron de modo casi continuo sobre los atrincheramientos del Cinturón de hierro, “efectuando diversos servicios durante el día como preparación para el asalto de la infantería”. En virtud de los partes de guerra, 21 Junkers Ju52 de la unidad K/88 salieron tres veces para bombardear las posiciones principales a 3 kilómetros de Bilbao. Esto supuso 63 servicios con el lanzamiento de un mínimo de sesenta toneladas de explosivo. Los “bombarderos rápidos” Heinkel He111 y Dornier Do17 de la unidad VB/88 y los Heinkel He70 de la unidad A/88 efectuaron tres bombardeos con 9 aviones sobre las posiciones principales y las carreteras de Mungia a Bilbao, lanzando no menos de 18 toneladas de explosivo. Y los cazas de la J/88 atacaron con dos escuadrillas por cuatro veces el tráfico de carreteras de retaguardia. Además, el parte de la Aviazione Legionaria indica que 17 Savoia-Marchetti SM.81 del Stormo 21 y 38 cazas Fiat Cr.32 del Grupo 16 “bombardearon eficazmente” con bombas de 100 y de 50 kilos las obras defensivas y los atrincheramientos del frente de Bilbao. Esto supone un mínimo de 18 toneladas más de bombas. Se registraron un total de 115 servicios de ataque aéreo, 43 vuelos de los bombarderos, 9 de los aviones de ataque a tierra y 38 servicios de escolta de los cazas Fiat Cr.32 con 70 aparatos en patrulla. Una nube constante de aparatos y cerca de 100 toneladas de bombas sobre Bilbao. Esto era sólo el prólogo de esta trágica semana de junio.

13 de junio

En opinión del embajador británico Henry Chilton, el día 13 de junio operaron sobre el cielo de Bilbao entre 80 y 100 aparatos, 27 bombarderos, 34 cazas y un número similar de aviones de ataque a tierra participaron en los 36 bombardeos sobre la villa y su extrarradio con un saldo similar al del día anterior.

El Grupo 3-G-11 de las Fuerzas Aéreas del Norte (FAN) bombardeó con seis Heinkels He46 de la escuadrilla 1-E-11 el manicomio de Bilbao que “pudiera ser emplazamiento de una batería, sin poderlo precisar”. Posteriormente ametrallaron Artxanda consumiendo seis tambores de 7,92 mm y lanzando un total de 720 kilos de bombas. Bilbao estaba siendo asimismo atacada por fuego de artillería con obuses de 12 pulgadas. La situación en la villa era desesperada y los informes de defensa expresaban que “la población se ha derrumbado y la moral se deteriora, al tiempo que las autoridades se muestran deprimidas. No hay aviones para la defensa aérea y el fuego antiaéreo es casi inexistente”. El comisario de la flota republicana envió un telegrama al ministro de Defensa Indalecio Prieto en estos términos: “Acabo de llegar a Bilbao en el momento en que están volando 30 aparatos facciosos. El enemigo está encima de Bilbao rompiendo el cinturón defensivo. Gobierno y pueblo clama por masa aviación pues sin ella consideran inminente desmoralización y pérdida de Bilbao”. No hubo respuesta.

14 de junio

El día 14 se volvieron a registrar 38 bombardeos. El reportero del rotativo Euzkadi informó que “los rebeldes presionaron con intensidad por la parte de Artxanda, sobre las lomas que dominan la zona de Asua... Y el pueblo bilbotarra pudo apreciar parte de esta acción enemiga”. El Liberal también informó sobre la acción de la aviación rebelde: “La aviación facciosa ha evolucionado -esta es la palabra- durante todo el día a sus anchas, por todos los ámbitos del inmenso espacio azul del día caluroso y espléndido. Escuadrillas de veintiuno por allí. Escuadrillas de treinta y dos por acá, en correcta formación todas... En su orgía atmosférica han evolucionado por diversos sectores y sobre Bilbao constantemente, en su táctica terrorista de espantar niños y mujeres, ametrallando diversos barrios. Entre ellos, a las tres y media de la tarde el barrio de Buena Vista, en la altura de la zona deustoarra de Bérriz, donde han arrojado bombas pequeñas, enfilando sus criminales ametralladoras sobre grupos de mujeres y niños”. El Gobierno de Euskadi seguía sin recibir aviones de caza, incapacitado para defender Bilbao sin protección aérea.

15 de junio

Toda la masa de aparatos rebeldes actuó por cuarto día consecutivo sobre Bilbao. Junkers Ju52, Heinkel He111, Dornier Do.17, Savoia-Marchetti SM.81, Heinkel He70, Heinkel He45, Heinkel He46, Heinkel He51, Messerschmitt Bf.109, Fiat Cr.32, Aero A.101... unos 32 bombarderos, 26 cazas y un número indeterminado de aviones de ataque a tierra llevaron a cabo al menos 30 bombardeos. Tal como se lee en Euzkadi, “los aparatos facciosos ametrallaron las calles de la capital y bombardearon algunos pueblos de la retaguardia siguiendo con los mismos procedimientos”. Dado el aumento del número de ataques, se cambiaron los toques de alarma: “Un toque largo, peligro; dos toques largos señalarán la vuelta a la normalidad”. El parte de la Legión Cóndor indica que los 21 Junkers Ju52 de la unidad K/88, los Heinkel He111 y Dornier Do17 de la VB/88 y los Heinkels He70 de la A/88 bombardearon dos veces y “con gran éxito” las posiciones de montaña y las carreteras de los alrededores de Bilbao. Los cazas de la J/88 ametrallaron el campo enemigo durante todo el día. El Liberal informó que se trataba de entre 20 y 30 bombarderos que abrían el paso de las tropas rebeldes a Bilbao por el norte. Dos escuadrillas de Heinkel He46 de las FAN realizaron 21 vuelos y lanzaron un total de 7.330 kilos de explosivo y consumieron 6 tambores de 7,92 mm en sus ametrallamientos aéreos sobre Artxanda. “En la parte comprendida entre Artxanda y Santo Domingo se registró también un ataque enemigo” -informó el reportero de Euzkadi-. “Fue bombardeado el Casino de Artxanda. Los rebeldes avanzaron con cinco tanques. Pero nuestros gudaris, colocados a unos treinta metros, bien ocultos, lanzaron sobre ellos dinamita, destrozando uno. Esta acción de nuestros combatientes, realmente meritoria, obligó al enemigo a batirse en retirada, sufriendo la infantería, que iba al amparo de dichos tanques, grandes pérdidas por el fuego de nuestras ametralladoras”.

Los tres días finales

El día 16 de junio se produjeron 16 bombardeos. No se registró el vuelo de ningún avión republicano. Los comandantes de los batallones que defendían Bilbao se vieron forzados a ordenar a sus hombres que buscaran el combate cuerpo a cuerpo a fin de evitar la acción de la aviación rebelde: “Han ordenado a los cuadros combatientes que se acerquen todo lo posible a la línea enemiga. ‘¡Vayan en busca de los facciosos!’, se les ha dicho. Y lo han hecho, y así, estando a muy pocos metros de ellos en la mayor parte de los sitios, es imposible la actuación de los aparatos alemanes con un resultado positivo”. A pesar de ello, los aviones más ligeros continuaron con sus acciones de ataque a tierra y, cuando las fuerzas rebeldes se hallaban a unos 500 metros de las de Santo Domingo (Egirleta) y a unos 300 metros de San Roque, las escuadrillas de doce Heinkel He46 de las FAN realizaron dos servicios de bombardeo y ametrallamiento sobre las posiciones de Artxanda (el sector comprendido entre el casino y el campo de deportes) antes del asalto de la infantería a las 6 de la tarde. Se lanzaron 72 bombas de 10 kilos en cada uno de los servicios y se consumieron veinte tambores de 7,92 mm en el segundo servicio lo que constituye un mínimo de 1.440 kilos de explosivo. Pero las unidades de infantería apenas pudieron avanzar, por lo que al día siguiente continuaron los ataques de las inmediaciones de Bilbao con un total de 23 ataques aéreos más.

Los ataques del 17 de junio se centraron en las posiciones del monte Artxanda, entre Berriz y el alto de Egirleta. Se leía en el parte oficial del consejo de defensa de Euskadi que “nuestras tropas han soportado y rechazado en el día de hoy, con un heroísmo sin límites, los ataques más duros que se han producido en esta guerra”. A las 12 horas el estado mayor de la Legión Cóndor ordenó el bombardeo de las posiciones enemigas de las alturas de Artxanda, teniendo como límite sur del mismo San Pedro de Deusto y el casco de la población de Bilbao; se produjeron dos bombardeos por un grupo de nueve aparatos Aero A.101 que lanzaron más de 3.700 kilos de explosivo. El parte oficial del Ministerio de Guerra de la República informaba que “después de una preparación artillera, realizada con gran intensidad, sobre Artxanda y proximidades de Santo Domingo, el enemigo inició un ataque de infantería que fue rechazado. Las divisiones tercera y cuarta tomaron sin novedad las líneas de repliegue que les fueron señaladas, las cuales bombardeó la aviación enemiga. En este bombardeo nuestra artillería antiaérea abrió fuego contra los aparatos facciosos, derribando uno que cayó en nuestras líneas, pereciendo el piloto del mismo, de nacionalidad alemana. Nuestras tropas han recuperado las cotas 214 y 217”. Paralelamente, el reportero de Euzkadi informó que “sin duda alguna, el enemigo efectuó ayer la acción más violenta de su artillería durante la campaña. Por ejemplo, en Jata, las piezas alemanas hicieron un verdadero alarde de munición y de número. Pero en este ataque violentísimo a la zona de Artxanda, la acción artillera ha tenido unos caracteres difíciles de describir”.

Según testimonio del reportero George L. Steer, el bombardeo sobre las posiciones de Fuerte Banderas, Berriz, Artxandasarri, el Molino y el camino de Artxanda hasta el cruce de Egirleta continuó con violencia sin precedentes. Contaron el lanzamiento de entre ochenta y cien bombas por minuto, sin pausa, durante dos horas. A causa de las detonaciones no se podía ver la cresta de Artxanda. Steer calculó que en esas dos horas se lanzaron 10.000 proyectiles en la estación de radio, el casino, Arxandasarri y Berriz. Las bombas cayeron a lo largo de cuatro kilómetros de frente, “llevaban a sus hombres como demonios al juicio final. El bombardeo de la artillería fue más intenso y más corto que el de la mañana. Parecía concentrarse en el Casino, tragado por mucho tiempo en la neblina de la guerra. Más metralla escupió sobre la ciudad, donde los Heinkel He111 volvieron a ametrallarnos. Y, un tercer ataque de infantería; un furioso tartamudeo de armas automáticas a lo largo de la cresta alcanzó puntos álgidos en torno al Casino que, sin embargo, no causó ninguna impresión y fue recibido con igual calor. (...) Mirando desde el puente a través de los fuegos de Deusto, pude ver la última batalla de Artxanda. Pasaron junto a mí, con la fina solicitud de la gente que lucha por sí misma, los muertos y los heridos en camillas improvisadas. Eran muchos. Deusto estaba ardiendo ferozmente y con ella las casas de la colina donde habían caído las bombas esa terrible tarde. Las casas eran grandes villas en bloques, de los años veinte, de madera, enlucidas y espaciosas. De sus vulgares fauces saltaron los duendes del fuego. La cresta, el Casino en particular entre sus pinos y sobre la base de concreto pesado, fue sofocada por el humo de la artillería germano-italiana. Durante una hora no se pudo contar un segundo entre el estallido de las explosiones. Busqué atentamente en la colina para ver a los hombres retirarse, pero no pude ver ninguno, ninguno. El Casino se mantenía obstinadamente, aunque un incendio en un edificio a su derecha mostró que los fascistas habían penetrado allí. No se atrevieron a mostrar su bandera”.

Y tras una jornada más ahogados en bombas y presionados por los ametrallamientos aéreos, las tropas rebeldes tomaron Artxanda en la madrugada del día 18 y Bilbao finalmente cayó al día siguiente, el 19 de junio de 1937. Era el resultado inexorable de la lluvia de más de 400 toneladas de bombas de los últimos siete días. Bilbao había sufrido más de 50 bombardeos desde el inicio de la guerra. Era el prólogo sangriento de un ciclo de represión, encarcelamientos, tortura, muerte, destierro y corrupción de cuatro décadas. El Gobierno de Euskadi se trasladó a Turtzioz y de allí al exilio. Jesus M. Leizaola permaneció en la villa junto con Santiago Aznar y Juan Astigarrabía al cuidado de mantener el orden y evitar los linchamientos hasta pocas horas antes de la entrada de las primeras unidades rebeldes.

Tras una jornada más ahogados en bombas y presionados por los ametrallamientos aéreos, los rebeldes tomaron Artxanda

Bilbao sufrió más de 50 bombardeos desde el inicio de la guerra. Una lluvia de más de 400 toneladas de bombas los últimos siete días

‘Euzkadi’: “Han arrojado bombas pequeñas, enfilando sus criminales ametralladoras sobre grupos de mujeres y niños”