el puente de San Francisco, lamentablemente, no existe en el callejero de Bilbao, pero sí en la memoria colectiva, popular e histórica de los bilbainos. Denominado, actualmente, como puente de La Ribera es el que más años lleva en su actual ubicación, nada menos que 285. Entre tanto, ha desaparecido el convento de San Francisco, que le dio su nombre, del que in extremis se salvaron sus ruinas, descubiertas con motivo de las excavaciones realizadas para la construcción de un garaje. En la actualidad, en ese punto existe un centro de interpretación sobre las ruinas del convento.

El puente más antiguo de Bilbao, el de San Antón, que puede verse reflejado en el escudo de la ciudad, permaneció durante 500 años en la misma ubicación, aguas abajo de la iglesia del mismo nombre, pero numerosas destrucciones y reparaciones a lo largo de su historia llevaron a su derribo y actual asiento por delante de la iglesia, en 1880. ¡Una pérdida histórica irreparable!

Volviendo al puente de San Francisco de Bilbao, cabe destacar que se trata del que más versiones ha tenido y mayor número de arquitectos han participado en sus diferentes proyectos: puente de madera, en 1798, del arquitecto bergarés Alejo de Miranda; puente colgante de cadenas, en 1827, del bermeano Antonio Goikoetxea; puente colgante de cables, en 1849, del ingeniero francés Luis de Lamartiniere; puente de hierro, del arquitecto donostiarra Pablo de Alzola, y la actual pasarela peatonal del también bermeano Fernando Arzadun. A todos estos proyectos debemos añadir el primero, el de piedra, que solo duró dos años, el que nunca la vieja villa de Bilbao quiso construir y quizás por eso no conozcamos ni sus planos ni el autor de su proyecto.

Y es que los frailes franciscanos tenían cédula y permiso del Consejo de Castilla para la construcción de un puente frente al convento de San Francisco desde 1512, pero tanto la Villa de Bilbao como el Consulado nunca lo vieron con buenos ojos por los problemas con las riadas que ya ocasionaba el viejo puente de piedra de San Antón. Además, un puente en San Francisco provocaría problemas para la navegación hasta los muelles del puerto que, por aquellas fechas, llegaban hasta la Plaza Mayor, la que se encontraba entre el Ayuntamiento, el Consulado y la iglesia de San Antón, terrenos actualmente ocupados por el mercado de La Ribera. El nombre de plaza Vieja no lo tuvo esta Plaza Mayor hasta que se hizo la Nueva. También se la denominó Plaza del Mercado por la actividad comercial que se hacía a pie de puerto.

No disponemos de planos del primer puente de piedra de San Francisco, cuya construcción comenzó en 1735, pero sí dos excelentes documentos gráficos que lo captaron pese a los dos escasos años que permaneció erigido. Por otro lado, en el Archivo Foral de Bizkaia existe un extenso y minucioso documento impreso sobre la gran riada del 1 de noviembre de 1737 que se lo llevó por delante y de los daños que causó en la Villa de Bilbao. Dicho memorial, al que le falta el pie de imprenta, también incluye un pequeño plano de la Villa en el que se dibujan los dos únicos puentes existentes en aquel momento. La de 1737 fue una monumental riada que se generó en la cabecera del Gorbea y que también se llevó por delante el puente de Anunzibay en Orozko.

Los citados documentos gráficos son, por una parte, el conocido plano de Bilbao del militar inglés Gabriel Bawdin, publicado en 1741, en el que aparecen los dos únicos puentes de piedra de Bilbao al comienzo y al final de la Plaza Mayor. En este plano de Bawdin también figura el viejo molino de viento de Begoña del que no se ha conservado ningún resto y que estaba situado encima del convento de la Encarnación. También están dibujados los molinos de viento de Aixerrota y de Sondika, pero es el de Begoña el que ilustra la cartela del plano.

El otro documento gráfico es uno de Bilbao en 1737, no reconocido ni correctamente catalogado, debido a que su irrupción en la imprenta fue muy tardía de la mano de Carmelo de Echegaray en el tomo correspondiente a Bizkaia de la Geografía general del País Vasco-Navarro, publicado en 1915. Mucho antes y durante todo el siglo XIX ya se habían realizado copias y versiones de este documento gráfico. El dibujo, cuyo autor fue Joseph Antonio de Rementeria, natural de Bilbao, y que llegó a ser síndico de la Villa, proporciona datos e información inédita sobre el Bilbao de mediados del siglo XVIII. Además de dar información gráfica del puente de piedra de San Francisco también muestra el último dibujo existente de la vieja iglesia de los Santos Juanes, en Atxuri, antes de su demolición y de su pequeño hospital de peregrinos, lugar sobre el que en 1820 se construyó el primer hospital civil de Bilbao. En esta iglesia de los Santos Juanes, además de en la de San Francisco y en la de San Antón, era donde enterraban bajo losa de piedra a las personas ilustres y con linaje de Bilbao.

Torres hermanas En el citado dibujo también se pueden contemplar las dos torres hermanas que se erigían, la de la iglesia de San Antón y la de la Casa Consistorial y Consulado, justo delante de la Plaza Mayor. Versiones de este dibujo, que se fueron adaptando según se transformaba la ciudad, fueron llevadas al óleo por varios pintores durante el siglo XIX. Josep Antonio de Rementeria también fue el autor del magnífico dibujo que ilustró el escudo de armas de las nuevas Ordenanzas de la Ilustre Universidad y Casa de Contratación de la Muy Noble Villa de Bilbao en su primera edición realizada por la imprenta de la viuda de Antonio Zafra y Rueda en 1738.

Tras la riada y destrucción del puente de piedra de 1737, en 1793 y ante la insistencia de los franciscanos del convento, se proyectó un puente de madera de un solo arco, sin anclaje en el centro y de gran altura para permitir la navegación. Esas eran las condiciones que ponían el concejo de la Villa y el Consulado al proyecto de iniciativa privada. Las autoridades municipales, buscando garantías, le impusieron la condición de que el autor debía pertenecer a la Academia de Bellas Artes de San Fernando y adjudicaron la obra al arquitecto bergarés Alejo de Miranda, siendo este uno de sus primeros trabajos, antes de llegar a ser uno de los más importantes arquitectos vascos del siglo XIX. La madera debía de ser de roble y la piedra de la cantera próxima de Arrikoetxea. El puente se mantuvo en pie hasta que en 1813, durante las guerras napoleónicas, las tropas francesas lo incendiaron y destruyeron.

Hoy es actualidad la apertura del canal de Deusto en Zorrotzaurre. En Bilbao a lo largo de su historia ha habido numerosos proyectos de intervención en la ría para extremar la seguridad ante las riadas. En 1802, y conviviendo con el puente de madera anterior, otro arquitecto vasco de la Real Academia de San Fernando, Agustín Humaran, natural de Elorrio, proyectó un canal desde la curva del convento de la Concepción, situado en la trasera de la actual estación de Abando, hasta San Mamés, en un trazado cuyo trayecto coincidiría con la Gran Vía actual. Si este proyecto se hubiera realizado, sin duda, Bilbao habría visto cambiada su actual fisonomía. Un informe del Consulado contrario al proyecto hizo desistir de su construcción. Posteriormente, también existieron proyectos de intervención sobre la ría como la eliminación de la isla de Uribitarte o el efímero proyecto del puerto de la Paz en la vega de Abando.

A partir de 1813 se habilitó un puente de barcas hasta que en 1824 el particular Juan Ramón Elissalde propuso la construcción de un puente colgante para acceder al convento de San Francisco. Para su financiación propuso una rifa de la que solicitó permiso al rey para dicha extracción de lotería por valor de 500.000 reales. La colecta se cubrió en su totalidad. Al final las autoridades mediante un sistema de subasta le concedieron la construcción al arquitecto nacido en Bermeo Antonio Goikoetxea, que terminó siendo el primer arquitecto municipal de Bilbao.

Arquitecto sin calle Antonio Goikoetxea fue un gran arquitecto, sin embargo, ni siquiera tiene una calle en Bilbao. Participó en la ejecución del primer proyecto del puente de El Arenal; su plano de Bilbao, que elaboró para el ejército liberal durante la primera guerra carlista en 1836, es el de más detalle y definición de la época; construyó el primer puente colgante de toda la península, en Burtzeña en 1822; realizó el proyecto de la iglesia de Murueta, próxima a su Bermeo natal? Además, fue el autor del primer puente colgante de Bilbao, el de San Francisco, inaugurado en 1827. Se construyó con un sistema de cadenas que sujetaban el tablero peatonal. El puente colgante de Goikoetxea sufrió deterioro y en 1852 fue remodelado, sustituyendo las cadenas por cables en un proyecto redactado por Luis Lamartiniere, quien además también construyó los nuevos accesos. Este puente colgante de San Francisco fue el que dio origen a la canción del puente colgante popularmente vinculada a Bilbao.

El asedio de Bilbao durante la última guerra carlista en 1874 destruyó el puente colgante y fue entonces cuando Pablo de Alzola, un portentoso ingeniero donostiarra cuyas publicaciones sobre construcción todavía hoy se reimprimen, diseñó en 1882 un puente fijo peatonal al que denominó pasadera hecho de estructuras metálicas y denominado puente de hierro.

Alzola, quien llegó a ser alcalde de Bilbao, participó de la era dorada de la arquitectura en la Villa cuando la ciudad se transformó con la llegada del ferrocarril a Abando. Así, junto a Atxukarro y Hoffmeyer, diseñó el Ensanche de Bilbao. Para la construcción del puente de hierro contó con la colaboración de Juan Rubenach, un alemán afincado en Amurrio que vino para la construcción del ferrocarril y que fue ingeniero jefe de la línea en Bilbao. Polemizó con Rubenach, porque le quiso modificar el proyecto y porque trajo el hierro de su Alemania natal a pesar del prestigio del hierro de Bizkaia.

Otra de las polémicas más sonadas la tuvo con Juan Eustaquio Delmas, impresor y escritor, debido a que siendo Alzola alcalde de Bilbao en 1880 fue derribado el viejo puente de San Antón y trasladado a su actual ubicación para facilitar el tránsito de coches y carruajes. Delmas consideró un daño irreparable para la historia de Bilbao el derribo del puente que lleva en su escudo.

El puente de hierro permaneció en la historia de Bilbao hasta que en la Guerra Civil de 1936 fue destruido junto a otros puentes de Bilbao.

Finalizada la guerra, el arquitecto también de Bermeo Fernando Arzadun proyectó la actual pasarela peatonal, abierta en 1939, y a la que la imposición franquista de la época llamó con un nombre de motivo militar, como a la mayoría de los puentes de Bilbao, denominándolo puente del coronel Ortiz de Zárate.

Acabada la dictadura franquista, el primer ayuntamiento democrático restituyó los nombres de las calles. Una pena que no fuera recuperado el viejo nombre de Puente de San Francisco que era el que estaba en el consciente colectivo popular y lo llamó Puente de La Ribera, que es el nombre actual.

Actualmente este modesto puente-pasarela de San Francisco, que el Ayuntamiento ha denominado de La Ribera, guarda en su memoria una buena parte de la historia de los últimos siglos de Bilbao.