Aitor Totoricagüena, el campeón del mundo que llevaba la cesta en el corazón
Bilbao - El conocido expuntista campeón del mundo amateur en 1978, excomerciante, empresario deportivo y hostelero Aitor Totoricagüena Arana falleció el 31 de diciembre de 2018 en San Pedro de Alcántara, municipio marbellí en el que residía y donde regentaba el restaurante El asador de Aita. Las exequias por su persona se oficiaron en la parroquia de El Rocío de la localidad malagueña y su mujer e hijo organizaron una misa memorial en su Durango natal que tuvo lugar ayer por la tarde en la parroquia de Santa Ana. “Será el último adiós a mi padre, en nuestro pueblo”, señalaba emocionado Gorka Totorikaguena, hijo único del matrimonio, al hablar de esta misa.
Totorika tenía 57 años de edad y estaba casado con Asun Marrodán. “Está siendo impresionante todas las muestras de cariño que nos están llegando a ama y a mí. Estamos orgullosos de sentir el calor de todas esas personas que le querían”, difunde este joven y, asimismo, lamenta que “haya algunos que no se han puesto en contacto con nosotros, entre ellos, algunos amigos y altos cargos que solo por respeto... Les hemos echado en falta”, vuelve a emocionarse.
Aitor Totoricagüena Arana nació en Durango el 12 de octubre de 1961. Hijo de la durangarra Adela y el iurretarra Donato, estudió en la escuela La Villa y en San José Maristak del municipio. Su padre, regente de la tienda Deportes Aitor en Barrenkalea, hacía gala de un marcado carácter de comercial que también heredó su hijo, quien, curiosamente, le tomó el relevo abriendo años más tarde otra tienda en Goienkalea bajo la denominación Aitor Kirolak.
Para entonces, Aitor, junto a su convecino Aperribay, ya había sido campeón del mundo amateur de cesta punta en el evento organizado por la Federación Internacional de Pelota Vasca en Biarritz en septiembre de 1978. México fue plata y Francia, bronce. Tenía solo 16 años. En un mes cumplía los 17.
El oro le valió al zaguero un contrato en el frontón estadounidense de Tampa, Florida, coincidiendo con la huelga del sindicato IJAPA, al que pertenecía. Tras once años al otro del Atlántico, decidió retornar a Durango. “Mis padres se vinieron un mes antes de nacer yo”, rememora Gorka quien agrega que “jugó unos partidos más en Euskal Herria y decidió colgar la cesta, a los 27 años”.
Regente de la tienda Aitor Kirolak, en sus locales comienza a tejer su actividad empresarial en torno a disciplinas de frontón: pelota, pala y cesta punta. De ese modo, constituye Eusko Pilota, Eusko Basque, Master Jai y en 2008 Meridien Vista Gaming Corporation con el objeto de abrir el frontón filipino de Santa Ana Cagayan Valley, en el noreste de las islas asiáticas en junio de 2010. A este Jai Alai se le bautizó como Bizkaia con la ayuda de la Diputación, presente en su inauguración. Cerró el 30 de agosto de 2017. Fue además, directivo de la empresa de pelota Asegarce y cuando está abandonó la pala, Totorika la retomó con Eusko Basque.
Su último proyecto empresarial ha sido un restaurante abierto en San Pedro de Alcántara, pueblo a 10 kilómetros del centro de Marbella. “Lo abrimos -narra el hijo- el pasado agosto y hay que ver todo lo que ha conseguido en solo cuatro meses de actividad. Somos la sede de un club deportivo de pelota vasca que hay aquí que se llama Urkiola Jai Alai”.
El nombre del establecimiento hostelero recordará al fallecido. “A mi padre, aquí en Marbella, todos le llamaban aita y de ahí El asador de Aita”, detalla quien califica a Toto como “un tío echado para adelante, valiente, fuerte, y en ocasiones bruto. Nunca ha hecho mal a nadie con intención. También era de gran corazón, de lágrima”.
Totoricagüena era, asimismo, un hombre familiar, “muy hogareño” -subraya Gorka-, apasionado de los deportes de frontón “por los que lo dio todo”, y seguidor de las ligas de fútbol americano y NBA de baloncesto. En su vida ha contado con dos pilares fundamentales, su esposa Asun y su hijo Gorka. “Desde que no está, sentimos un vacío increíble. Estamos desbordados. Pero aita ha tenido una vida plena, no todo lo larga que nos hubiera gustado, pero él diría que bonita. Ha vivido 57 años intensos. Para mí es un ejemplo por su valentía, como luchador que ha sido...”, agrega Gorka.
A juicio de la familia, Aitor estaba disfrutando de su nueva vida en Marbella. “Estaba muy contento. Lo hemos compartido todo estos últimos meses. Él nos decía, lo he tenido todo, pero aquí estoy de cocinero y dándolo todo. Estábamos muy unidos los tres y aunque no tenemos familia aquí, sí personas que nos quieren mucho”, apostilla y da a conocer que su padre ya tenía en mente poner en marcha un pequeño frontón en Marbella. “Proyectos ilusionantes no le faltaban. Mi padre llevaba la cesta en el corazón”.
Solo en un detalle no coincidían: “Él siempre ha sido como su familia de la Real Sociedad y yo el único del Athletic”, esboza el hijo una sonrisa y concluye: “Le prometo que no le vamos a fallar, que vamos a seguir adelante con el restaurante que era nuestro sueño y es su sitio”, el de Aita.
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