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La minorización digital de las lenguas

La minorización digital de las lenguasFoto: Jose Mari Martínez

supongo que conocerán los asistentes de voz. Es probable que incluso hagan uso regular de alguno de ellos. Se trata de esa función que te permite conversar con los objetos que nos rodean: teléfonos inteligentes, neveras, electrodomésticos, coches, etc. Amazon Alexa y Google Assistant son dos de los que más están apostando por ello, pero también Apple Siri, Microsoft Cortana y Samsung Bixby.

Lo que aportan para un usuario es fundamentalmente facilidad y comodidad: ya no tenemos que buscar esa pequeña tecla en el móvil y comprobar con agudeza visual si la letra se ha escrito bien. Basta con hablarle al dispositivo, y entenderá (o no) lo que le estamos preguntando, pidiendo o consultando. Naturalmente esto cambiará muchos de los usos tecnológicos que hacemos hoy en día. Probablemente el imperio de Google cambiará (ya no tendríamos que meter texto en su cajita del buscador). Posiblemente una compra on line no dependerá de hablar con humanos, sino de responder a una serie de preguntas que un asistente nos va haciendo.

En relación a todo esto, el pasado 10 de marzo, el ministro de educación, cultura y deporte de España, Iñigo Méndez de Vigo, escribía una columna titulada El español en el siglo digital. Me llamó la atención una parte en la que señalaba que “[...] Es ahora, en el momento de gestación de tecnologías del lenguaje y la inteligencia artificial, cuando podemos asentarlo como protagonista de esa transformación”. Naturalmente, se refería al español y obviaba otras lenguas. Pero me provocaba cierta reflexión en cuanto al vínculo que tienen las lenguas con los asistentes de voz, que funcionan sobre tecnologías del lenguaje y de inteligencia artificial. Especialmente porque son sistemas creados por empresas americanas o coreanas (Samsung), que obviamente funcionan muy eficientemente en sus respectivas lenguas.

Por todo ello, ya hay algunos que están levantando la mano. El profesor Eiríkur Rögnvaldsson, de la Universidad de Islandia, habla de un proceso de “minorización digital”: cómo una lengua mayoritaria en un país (el Islandés) se torna una minoría en esta era digital. Este lingüista explicaba en un informe cómo los niños islandeses de 15 años manejan ya un vocabulario tan rico en inglés como en islandés, pese a tener una educación fundamentalmente en la lengua local mayoritaria.

En una era digital en la que tenemos tantas interacciones con dispositivos y herramientas digitales, es normal que la riqueza lingüística no solo venga del idioma en el que nos educamos. La era social, en la que hay tantas relaciones e interacciones a través de plataformas en Internet, ha traído un gran volumen de material de aprendizaje y ocio disponible, haciendo que el aprendizaje de una lengua sea muy veloz.

Este problema de la minorización digital crecerá previsiblemente con los asistentes de voz que comentaba al comienzo. Llegaremos a casa y hablaremos con el entorno domótico para bajar las persianas y encender la calefacción. Le pediremos al asistente móvil que nos diga qué podemos ver esa noche en la TV. Y redactará un email o whatsapp mientras nos ponemos el pijama, para seguir siendo eficientes. Conversaremos en el idioma que Google, Samsung, Apple o Amazon quieran entender en sus dispositivos. Y esto es preocupante por nuestra cada vez mayor dependencia de las tecnologías del lenguaje: nos corrige los mensajes, nos traduce páginas web, nos dan instrucciones hacia el lugar al que nos queremos dirigir, etc. Esto no sería malo, si no hubiéramos generado una sociedad tan dependiente de todo ello. Y es que muchas veces no se trata de frenar o regular la tecnología, sino lo que las personas hacen o pueden hacer con ella. Y no tanto solo desde un punto de vista legal, sino en términos de su adopción social.

Según un estudio elaborado por un grupo de expertos en tecnologías del lenguaje titulado Las lenguas europeas en la era digital (Europe’s Languages in the Digital Age), un total de 21 lenguas están expuestas a este riesgo de minorización digital. Entre ellas, el euskera y el catalán.

Las tecnologías no son neutrales, sino la expresión de unas intenciones y deseos de sus creadores. Lo cual parece razonable. Pero por eso mismo, conscientes de ello, debemos reflexionar en su grado de adopción.