“El principal problema de Camboya es el hambre y el cambio climático no hace sino agravarlo”
Dentro la campaña de Manos Unidas Comparte lo que importa, Neou habla de cómo mejorar la vida de los campesinos en Camboya ante el cambio climático
Bilbao - Sethea Neou posee amplia experiencia en proyectos de desarrollo con Manos Unidas. Desde 2015 trabaja en una ONG local en Camboya que se llama Partnership for Development in Kampuchea (Padek, Colaboración para el Desarrollo en Camboya). Desde 2016 Padek recibe apoyo financiado de Manos Unidas para poner en práctica proyectos llamados a incrementar la capacidad de sostener medios de vida en la comunidad frente al cambio climático. Hasta ahora los proyectos se están trabajando en dos provincias: uno en Siem Reap y otra en Battambang. “El principal problema de mi país en estos momentos es el hambre y los efectos del cambio climático no hacen sino empeorar la situación”, explica en un castellano más que aceptable aprendido durante su formación en Cuba y México. La colecta de este domingo en las parroquias vascas irá destinada a introducir nuevas técnicas agrícolas a pequeña escala a fin de aumentar la producción familiar y mejorar los medios de vida rurales.
¿Qué es lo que más le impacta cuando llega a un país desarrollado: la abundancia, la comida que desperdiciamos, el consumismo...?
-La primera vez que llegué a Europa me llamó la atención observar que todo estaba en su sitio, lo respetuosa que era la gente, que las calles estaban limpias, que no había basuras esparcidas por las calles. Y al aterrizar en España, concretamente en Huelva, visitando algunas escuelas me sorprendió que los niños y niñas hablaban mucho; en mi país están calladitos. Pero sí, también me impresiona la cantidad de comida que consumen, pero sobre todo la que desperdician.
Los Jemeres Rojos de Pol Pot ocuparon Nom Pen, la capital camboyana, de 1975 a 1979, instaurando un régimen de terror cuyo legado sería el genocidio más grande de la Historia en términos porcentuales. ¿Están consiguiendo dejar atrás esos años de terror?
-Pol Pot asesinó a todos los intelectuales del país y arrasó las universidades y todos los centros educativos. Por eso cuando se le derrotó, el nuevo gobierno en 1980 nos envió a los jóvenes a formarnos fuera de Camboya: a Cuba, México... y a otros países. Para mí fue una liberación tras estar en un campo de concentración, sin comida ni medicinas durante tres años, ocho meses y veinte días. En Cuba me formé como ingeniero agrónomo para retornar a mi país y poner en marcha proyectos agrícolas que permitan a la población, la mayoría vive en zonas rurales, salir de la pobreza, poder comer por lo menos una vez al día. El 15% del campesinado es pobre y apenas sobrevive con un dólar diario.
Además, la pobreza se hereda.
-Sí. En Camboya, la mayoría de la población con Pol Pot no tuvieron la oportunidad de estudiar. Nuestro país ha estado demasiado tiempo en guerra con otros países, luego fue colonizado por los franceses y el pueblo no tenía oportunidad de formarse; solo algunas personas se formaron con los monjes, pero la mayoría de la ciudadanía tiene bajos conocimientos. Por otro lado el régimen maoísta se encargó de aleccionar a la gente y muchos campesinos se creyeron las mentiras del poder: que los civiles de la ciudad eran sus enemigos, sus explotadores y se envalentonaron contra ellos.
Los campesinos en la mayoría del mundo tienen escasez. ¿Por qué cuando en el planeta sobran alimentos?
-De los quince millones de camboyanos, el 17% no tienen un euro al día para comprar comida o para otras necesidades familiares. Es cierto que hay algunos ricos que viven bien, pero todavía la población pasa mucho hambre.
¿Las multinacionales tienen en cuenta a los pequeños agricultores propietarios de pequeños terrenos o son el problema mayor?
-En algunas zonas del país los campesinos tienen una o dos hectáreas para sobrevivir. Pero hasta ahora el gobierno ha hecho grandes concesiones, de 10.000 hectáreas, a precios irrisorios a grandes empresas privadas no camboyanas; multinacionales chinas y de otros países que plantan caña de azúcar, caucho, soja, maíz... Mientras tanto los pueblos, cuando aumenta su población, no tienen suficiente tierra para trabajar.
Cultivan sobre todo arroz.
-Arroz para que la gente no pase hambre. Es nuestro principal cultivo porque nuestra costumbre es comer arroz todo el tiempo; tres veces al día. Lo sembramos para comer y solo cuando sobra se puede vender. Preparamos también otra tierra para cultivos industriales como caucho, yuca, soja y productos para vender y que los campesinos obtengan ingresos para poder sostener a su familia y ofrecerles una vida digna.
Aunque algunos pocos poderosos y multinacionales lo nieguen, el cambio climático ha venido para quedarse. ¿Cómo está afectando a Camboya la variación de los ciclos climáticos?
-Muchísimo. Las sequías han durado de tres a cinco años. Solo en 2017 tuvimos buena lluvia, pero la sequía provocó un rendimiento agrícola bajísimo. Algunos ricos y las multinacionales de la región tienen regadíos y ellos sí pueden hacer frente a los efectos del cambio climático, pero los campesinos, no.
Visto desde el primer mundo ¿qué podemos hacer desde aquí para que la vida del campesinado camboyano sea digna y sostenible: dar dinero, ayuda, comprar sus productos, no adquirir los que agreden el medio ambiente...?
-Lo mejor que pueden hacer desde Euskadi o desde España es darnos su conocimiento a través de organizaciones como Manos Unidas que trabaja con nuestra ONG para aprender técnicas con las que se puedan adaptar los cultivos al cambio climático. En Padek empezamos a aplicar técnicas para sembrar arroz con poca agua y semillas; usamos abono orgánico e intentamos mejorar la estructura del suelo para que sea capaz de absorber más agua. De este modo el cultivo de arroz puede ser más resistente y hacer frente a la pertinaz sequía. Durante 2018 Manos Unidas continuará trabajando con nosotros para poner en común experiencias, iniciativas y propuestas que nos ayuden a vivir la solidaridad.
¿Cuál es su principal problema?
-La pobreza. Cuando la gente es pobre pasa hambre y conlleva falta de conocimiento en el campesinado. Parte del trabajo de la ONG es enseñarles a trabajar por sí mismos; les ofrecemos las pautas para que sean capaz de aprender a pensar, a analizar y tomar buenas decisiones.
La tierra no es una herencia de nuestros padres, sino un préstamo de nuestros hijos. ¿Cree que en el mundo nos lo creemos? ¿Y las autoridades camboyanas se lo creen?
-No. El gobierno camboyano tiene su política de prestar o dar tierra a los campesinos, pero no es suficiente para paliar el hambre de un porcentaje muy elevado de su población. Además, con su apoyo a la empresa privada y a las multinacionales está generando otros problemas añadidos de mayor desigualdad.
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