DURANGO. Los cráteres de las bombas aún hacen temblar la loma herbosa y el corazón de quien conoce los sucesos ocurrido en la batalla de Saibigain. La contienda aconteció durante días de abril de 1937 en días de Guerra Civil tras el intento fallido del golpe de Estado que dieron militares españoles contrarios a la democracia de la Segunda República nueve meses antes.

El diario Eguna -primer periódico que se imprimió de forma íntegra en euskera- tuvo presente la heroica actitud de los gudaris y milicianos -con el determinante apoyo de brigadas expedicionarias asturianas- que resistieron ante el bando faccioso y sus aliados. Así, a partir del 31 de marzo, roto el frente de Bizkaia -“paradójicamente en Araba”, matiza a DEIA el investigador Guillermo Tabernilla-, se sucede la lucha por las cimas estratégicas y en este caso se llega a mitificar la batalla porque suceden las victorias de ambos bandos por el Saibigain en días de climatología adversa. A partir de aquellas reconquistas, el Saibigain pasaría a ser conocido como el monte de la sangre.

Eguna abrió orgulloso su ejemplar del 15 de abril con un titular a seis columnas: Sebigan mendia oso-osorik gurea da. El monte Saibigain es nuestro en su totalidad, amplificaban sin saber que a esas mismas horas que el lector tenía el periódico en sus manos, los antidemócratas volvían a tomar la posición. Sin embargo, la ilusión tenía su sombra alargada. En el momento épico de hacer ondear la ikurriña, una bala acabó con la vida del comandante Felipe Bediaga Aranburu, al que Eguna le dedica un espacio de la portada para una semblanza.

Orgullo, ilusión y tristeza caminaban de la mano porque el día 12, la segunda brigada expedicionaria asturiana había arrebatado la cumbre para el bando republicano. Al día siguiente, los sublevados volvían a ganarla, y el día 14 el batallón Arana Goiri llevaba a los casi mil metros la bandera tricolor vasca. Eguna enfatizaba que el Saibi -como se llama al Saibigain de forma coloquial- lograba “un silencio que no había tenido en días” en una jornada “de tiempo malo, el peor para la guerra”.

“A pesar de la sangre”

El periódico aseguraba que en el momento de la hazaña “pasaron aviones por encima del monte, pero no lanzaron fuego”. Tras una mañana de paz que existió hasta media tarde, llegaron “nuestros primeros cañonazos”, imprimían y ahondaban en la casta de los republicanos que aguantaron y sacaron fuerzas de donde no las había para ganar aquel monte que en ocasiones escribían como Sebigan, Sebigain y Sarigan. “La importancia que tiene lograr el poder en el monte Sarigan no es cualquier cosa”, subrayaban e iban más allá: “Los facistas [paxistek] bien lo saben y por ello pusieron todo de su parte para aguantar en aquella posición a pesar de la sangre”. A juicio de Eguna, “nuestros chicos tuvieron que hacer uso de bombas de mano para sacarles de sus posiciones”. Y lucharon, “con coraje, vitalidad, y llenos de energía”. Y continuaron así llegada la noche. Hubo pérdidas humanas en ambos bandos y “nuestros gudaris se hicieron con fusiles y ametralladoras del enemigo”. Y la redacción aumenta en épica: “El enemigo recordará este día por mucho tiempo, tras una tarde lluviosa y bajo la niebla, fría y brusca, que nuestros chicos les ganaron. Que la jornada de ayer queda para el recuerdo”. En un texto complementario, el diario jeltzale dedicó un obituario a Bediaga, muerto en la cumbre, a quien denomina en euskera como Pillipa y al que considera “mártir abertzale”.

Recordemos que Bediaga fue comandante del batallón Arana Goiri, primera unidad militar del PNV del tipo batallón. Él dirigió la batalla de Elgeta del 4 de octubre desde la primera línea de fuego. Resultó herido entonces y seis meses después murió de un tiro en la reconquista del monte Saibigain al frente de su batallón el 14 de abril de 1937, día en el que contabilizaron más de medio centenar de bajas.

El redactor de Eguna destacó precisamente que en las batallas fuera ejemplo estando en la línea del frente, “delante de sus gudaris”. Y murió “herido con fuego en el corazón”, “mirando a la cima” y tras plantar una ikurriña que ondeaba con el color de su sangre. “Los fascistas han matado a Bediaga [...] Como también cayeron ayudantes suyos como el capitán Olano”.

Escenario dantesco

El periodista concluye el texto asegurando que a pesar de que el cuerpo de Bediaga “se llenó de sangre y cayó, su recuerdo vivirá por siempre. Ese será nuestro mejor homenaje”. Al día siguiente, viernes 16 de abril de 1937, Eguna publicó una foto famosa a día de hoy del comandante junto a gudaris y la esquela por Bediaga eta Aranburu’tar Pillipa e invitaban a rezar por su alma y llamaban a un funeral que se celebraría a las 9.00 de la mañana en la iglesia de San Nicolás.

Según detallan los investigadores Guillermo Tabernilla y Julen Lezamiz, “el cadáver de Bediaga nunca sería recuperado. Todos los oficiales fueron muertos o heridos. Al hacerse de noche el Saibigain ofrecía un aspecto dantesco, por todas partes había cadáveres y moribundos. Los heridos que podían andar eran afortunados, pues no pocos quedaron arriba sin ser evacuados. Al día siguiente se perdió definitivamente la posición por el ataque de la Primera Brigada de Navarra. El monte de la sangre había costado al Arana Goiri cerca de cincuenta muertos y más de un centenar de heridos. El batallón que defendía la cima, el Flandes número 5, tuvo 25 muertos y cerca de treinta heridos” concretaban ambos investigadores.