Recuerdos ‘pintorescos’ Las primeras revistas ilustradas vascas
Las primeras revistas ilustradas vascas, que vieron la luz a lo largo del siglo XIX, no fueron un éxito editorial, pero han servido para poder disfrutar hoy de imágenes de puntos emblemáticos de los territorios del país en aquellos años
Las ilustraciones e imágenes de ciudades, paisajes o motivos vascos más antiguas que conocemos fueron realizadas por visitantes o viajeros extranjeros que, posteriormente, las imprimieron en sus lugares de origen.
A pesar de que la introducción de la primera imprenta en territorio vasco se produjo pocos años después de su aparición, concretamente, en Pamplona en 1489, y más tarde en Bilbao, en 1571, en general, los emprendedores eran impresores extranjeros que se instalaban, de manera itinerante, eso sí, en nuestras ciudades.
Las primeras impresiones de imágenes de vistas de ciudades surgieron en torno a las metrópolis flamenca y alemana de Amsterdam y Colonia, respectivamente, a finales del siglo XIV, siendo recogidas estas en el Civitates Orbis Terrarum. En esta emblemática obra aparecen tres imágenes vascas: una vista de Bilbao, de Joannes Moflin, realizada en 1544 y publicada en 1575; otra de San Sebastián-Donostia, y otra atípica para esta publicación, que es el túnel de San Adrián, en el que aparecen personajes autóctonos ataviados de época. Ambas fueron realizadas por Joris Hoefnagel en 1567 y publicadas en 1572. Posteriormente, serían viajeros románticos como David Roberts o Jenaro Pérez Villaamil, entre otros, los que dibujaron nuestras ciudades.
Las primeras revistas ilustradas vascas surgieron durante el siglo XIX y se editaron e imprimieron, principalmente, en Bilbao. A pesar de que, desde principios de siglo, los Larumbe estaban ya instalados en el negocio, fueron Adolfo Depont, originario de Baiona, y la saga familiar de los Delmas, de origen italiano, los que se disputaron ser los impresores más importantes de la capital vizcaina durante buena parte del siglo. Cabe destacar también que, a finales del XIX, fue también muy relevante la imprenta de la Casa de la Misericordia. Una de las disputas en el gremio consistía en ser declarado impresor oficial del Señorío de Bizkaia, que era la institución que más prestigio y trabajo garantizaba al proveedor, hasta que en 1878 la institución creó su propia imprenta.
Los Delmas fueron una saga de impresores, litógrafos e historiadores muy asentados y conocidos en la villa y su obra ha sido, también, muy estudiada. No tanto, en cambio, Adolfo Depont, quien, sin embargo, fue un impresor y librero muy prolífico. Hijo de un comerciante de exportacion de Baiona que se desplazó a Bilbao, su obra fue muy amplia y variopinta abarcando muchas disciplinas desde las ciencias a la literatura. A él se debe una edición en euskera vizcaino de Cristinauben dotrinia Bartolome Olaechea, Bilboco Ospitale Santuco erretoriac, jai domequetan espliquetan evan legez..., del que se hicieron sucesivas reimpresiones. Curiosa fue su obra de extraño título: Memoria acerca de la inutilidad del Cloro y el Alcanfor (1832). También hizo una incipiente incursión en los libros de viajes con su obra de 1822 Guía de Bilbao y conductor del viajero de Vizcaya, que fue pionera en un género de un gran auge posterior.
‘Revista pintoresca’ Su gran obra, la primera que se editó en el País Vasco en el género de revista ilustrada, fue Revista Pintoresca de las Provincias Bascongadas. El proyecto, muy ambicioso en su origen, se basaba en las vistas litografiadas como expresa en un subtítulo de su carátula: Adornada con Vistas, Paisajes y Edificios más Notables y pretendía que tomasen parte los escritores más ilustrados de la época. Contó como editor de la obra con el francés Adolfo Péan y para las ilustraciones, parte fundamental de la obra, recurrió a un francés alsaciano de habla alemana, Julio Lambla, que instaló en Bilbao una academia de dibujo en 1850. El planteamiento de la obra en su origen fue de una edición por fascículos: Esta edición principiada en primero de Marzo de 1844 constará de 50 entregas que se repartirán semanalmente en esta I.Villa. El precio de cada Cuaderno con litografías comunes será, en Bilbao, de tres reales, llevado a casa de los Sres. Suscritores, y de tres y medio, en el resto de la Península. Puntos de suscrición en Bilbao, librería e imprenta de Adolfo Depont; en el resto de la Península, en las principales Librerías o administraciones de Correos.
A pesar de que el proyecto fracasó en la 39ª entrega se llegaron a completar las 50, en las que se incluyeron 51 láminas litografiadas, la mayoría firmadas por Julio Lambla, 14 de ellas correspondientes a Gipuzkoa, 9 a Araba, 23 a Bizkaia y 5 a motivos etnográficos. Las litografías, de un tono melancólico tras la primera guerra carlista, son de un gran valor histórico porque dan una visión pintoresca y romántica con los elementos más notables de algunos de nuestros pueblos y ciudades más importantes hace 175 años, varios de los cuales, desgraciadamente, han desaparecido. En cuanto a los textos, un tanto inconexos y asociados a cada litografía, dos son los autores, Pedro de Lemonauría, un abogado y político bilbaino que participó en el campo liberal durante el asedio del convento de San Agustín y que terminó siendo un férreo defensor de los fueros vascos, quien escribe la mayoría de los artículos; y un segundo escritor, bajo el pseudónimo F. Goñi, autor de varios textos, los últimos sin firma, y que se basan en los viejos cronicones propios de la época, lo que indica la dificultad final del proyecto.
El proyecto fracasó económicamente. A pesar de los esfuerzos, las previsiones de 3.000 suscripciones no superaron las 700 y al final el impresor y el editor terminaron en los tribunales en un singular juicio que se celebraría en 1847, en Bilbao. Incluso tuvieron que recurrir a un traductor de francés, acusándose mutuamente de incumplimiento de contrato. Además Depont acusó a Péan de colaborar con la imprenta de Delmas, lo que da idea de la competencia y espionaje entre los dos impresores.
Dos años más tarde de la publicación de su revista, en 1846, Adolfo Depont imprimiría en un único tomo toda la colección que hoy podemos contemplar en las bibliotecas de la Diputación Foral de Bizkaia, en la de el Koldo Mitxelena en Donostia y en la edición digital de la Fundación Sancho el Sabio.
Nicolás Delmas (Dal Mazzo) Nicolás Delmas, de nombre original Nicolás Dal Mazzo, nació cerca de Milán y se estableció en la villa en 1816. En 1844, en colaboración con su hijo menor, Juan Eustaquio, nacido en Bilbao en 1820 y que había realizado estudios de Derecho en París y se había especializado como dibujante y litógrafo, emprendió un proyecto muy similar, en cuanto a formato, al de Depont.
El título, Viaje Pintoresco por las Provincias Vascongadas, la portada de la carátula, muy similar, la entrega por fascículos y la colaboración de conocidos historiadores -en este caso, Francisco de Hormaeche y Antonio Elexaga- evidencian que son dos proyectos que se copian y hacen competencia.
El Boletín bibliográfico español y extranjero, que daba cuenta quincenalmente de las nuevas publicaciones y que ya había anunciado un año antes la obra de Depont, anunció así la obra de Delmas en 1845: Obra destinada a dar a conocer su historia y sus principales vistas, monumentos y antigüedades, en láminas litografiadas y copiadas al daguerrotipo y del natural... Esta obra que comprenderá las más interesantes vistas de Vizcaya, por donde ha empezado la publicación, Guipuzcoa, Alava y, tal vez, Navarra sale a la luz por cuadernos de 8 páginas folio y unas láminas primorosamente litografiadas.
El proyecto es evidente que quedó inconcluso, porque a pesar del título expreso y la vaga intención de incluir a Navarra, tanto el texto como en las litografías dibujadas por el propio Juan Eustaquio Delmas, no alcanzaron más allá de Bizkaia. En total, fueron 27 las excelentes litografías, de las cuales 6 correspondían a Bilbao, sus vistas y edificios más emblemáticos; 16 a los pueblos más importantes y motivos naturales de Bizkaia, y 5 a motivos etnográficos. En varios de los casos los dibujos y las vistas fueron elegidas y realizadas coincidiendo exactamente con las que Julio Lambla había realizado para el proyecto de Depont. No es descabellado pensar que, como en el caso del anterior proyecto, este también fracasase por causas económicas.
A pesar de que la obra de Delmas inició su andadura en marzo de 1845, un año antes y coincidiendo con la salida de la obra de Depont, Nicolás Delmas había enviado una curiosa carta a la Diputación de Bizkaia anunciando su revista y solicitando el mayor número posible de suscripciones para ella, haciéndole saber, además, que las otras dos diputaciones hermanas ya lo habían hecho, aunque nunca se vieron reflejadas en su obra.
En 1847, Juan Eustaquio envió otra carta a la Diputación para presentar el mapa topográfico de Bizkaia de Timoteo Loizaga, amigo y compañero suyo que lo incluyó como una extensión del trabajo de la revista. En la carta le solicitaba apoyo para resarcir los gastos: Basta decir que les ha sido necesario recurrir a la corte del vecino Reino en donde se ha grabado, que por cada hoja o ejemplar han satisfecho a la Hacienda Nacional cinco reales de derecho y que el abrir la plancha con la precisión y exactitud que exigen estos trabajos piden desembolsos de consideración”.
Estos dos proyectos paralelos y casi gemelos constituyen una peculiar historia de una pugna de lo que fueron las primeras revistas ilustradas vascas y que nos han dejado un gran legado histórico sobre todo en lo iconográfico.
Con posterioridad, en su madurez y ya como impresor independiente de su madre que continuó como viuda de Delmas, Juan Eustaquio Delmas en 1864 realizó la que está considerada su obra más emblemática : Guia Histórico Descriptiva del Señorío de Vizcaya y que es una gran fuente de datos históricos de esa época.
Tras estas dos primeras iniciativas simultáneas de revistas ilustradas vascas no se volvería a dar una similar hasta la siguiente y última postguerra del siglo XIX. Fue el escritor y periodista Juan Mañé i Flaquer cuando en un ambiente de pesimismo debido a la promulgación de la Ley de 21 de julio de 1876 que consumó la supresión total de los fueros vascos, escribió una monumental obra ilustrada donde contemplaban aspectos como la geografía, la historia, el arte, el folklore, etnografía, la lengua, costumbres e instituciones. La obra se editó en Barcelona entre 1878 y 1880 en tres volúmenes: I Navarra, II Guipuzcoa y Alava y III Vizcaya con el romántico título de: El Oasis. Viaje al País de los Fueros y destaca por sus numerosas ilustraciones, algunas obtenidas de imágenes fotográficas en un momento de transición del dibujo a la fotografía, muy propio de finales del siglo XIX.
Imágenes pintorescas de nuestro pasado que hoy conservamos y podemos conocer gracias a Adolfo Depont, Juan Eustaquio Delmas y Juan Mañé i Flaquer.