La biografía de Andrés Aya Goñi merecería un tratado monográfico. El discurso pronunciado por el alcalde de Zalla, José María Gómez Basaguren, a los tres meses del fallecimiento, en 1988, de este gran médico, descubrió en él, como diría el poeta bilbaino Blas de Otero, una existencia fieramente humana.
Este pamplonés, nacido el 28 de diciembre de 1911, estudió Medicina y Cirugía en Barcelona, licenciándose con premio extraordinario en 1933. Políglota, con dominio del euskera, castellano, alemán y francés, se doctoró en Viena, lugar donde se encontraba cuando estalló la Guerra Civil en julio de 1936. Hijo de militar y con hermanos de profesión castrense, se alistó como un gudari más en el batallón que le designaron, cercenando su libertad durante tres años en el penal cántabro de El Dueso. Gracias a sus antecedentes familiares, la autoridad militar le concedió un indulto anticipado, que él rehusó argumentando que “a todos o a ninguno”, y que “sus compañeros de prisión le necesitaban como amigo y como médico”.
Con una sólida formación como internista y especialista en pulmón y corazón, se ganó pronto el prestigio entre todos sus colegas y conciudadanos que tuvieron la suerte de ser atendidos por él. Sus amplios conocimientos se reflejaron en múltiples publicaciones, derrochando siempre una gran vocación docente.
Casado con María Luz Zulaika, tuvieron nueve hijos e hijas, a los que educó bajo el paraguas de su propio ejemplo, aceptándolos en sus diversas peculiaridades y compartiendo con ellos y ellas las alegrías y las penas que da la vida. Cristiano de los auténticos, católico practicante sin estridencias, partidario del Jaungoikoa eta Lege Zaharra, militante del PNV, dedicó toda su vida al mejor servicio de su prójimo universal y de su país, Euskadi. Y si digo a su prójimo universal es porque la bondad de don Andrés no entendía de fronteras, ni de condición social, ni estaba sesgada por determinismos políticos.
Yo tuve conocimiento de la existencia de esta gran figura de la Medicina hacia los años 60 del pasado siglo. Al acabar la carrera con 22 años, en pleno tardofranquismo, volví a tener noticias del doctor Andrés Aya Goñi. En la interminable espera del fin de la dictadura, los colectivos democráticos en los que don Andrés participaba estaban moviendo ficha y labrando todo un tejido sociopolítico que permitiese, una vez muerto el general, realizar una transición en la que todos teníamos o debíamos poner nuestro granito de arena.
Huracán de proyectos Durante toda su vida de luchador, fue generando movimientos asociativos, implicándose en cada uno de ellos. El doctor Andrés Aya Goñi fue el primer presidente del Colegio de Médicos de Bizkaia de la era democrática (1974-1978). Su mandato se caracterizó por promover en torno a su persona un auténtico huracán de proyectos y realizaciones que envolvió a todos los médicos jóvenes de la época y que cristalizó en un estudio piloto en la localidad de Berriz, como paso previo al diseño del Plan de Salud de Bizkaia. Este gran hombre nos hizo sentirnos útiles e importantes para una sociedad en la que todo estaba por hacer. Con una ilusión efervescente y una metodología científica se fueron alcanzando logros de los que todos nos sentíamos muy satisfechos.
Hace cincuenta años, nació Medicus Mundi Bizkaia, una organización desde sus comienzos sin ánimo de lucro, independiente, tanto confesional como políticamente. Su misión era, y sigue siendo, contribuir a generar cambios en la sociedad, fomentando una cultura de solidaridad y compromisos ciudadanos que hicieran posible la erradicación de la pobreza y permitieran que la salud fuera un derecho al alcance de todas las personas.
El doctor Salvador Cortadellas, amigo de la facultad de Barcelona, le animó a fundar esta asociación en Bizkaia un año después de crearla él mismo en Catalunya.
Medicus Mundi estaba implantándose en aquellos territorios del Estado en los que existiesen misioneros organizados que sirviesen de puente a la organización. En Bizkaia las misiones diocesanas vascas llevaban años trabajando, tanto en Latinoamérica como en África, y ello les animó a colaborar codo con codo con dichos misioneros.
El 17 de enero de 1966, en el Colegio de Médicos de Bilbao se reunió por primera vez la junta directiva de Medicus Mundi Bizkaia, siendo su primer presidente Hilario Oroz Zabaleta; vicepresidentes, Fernando Múgica Iza y José Luis del Villar Uriarte; secretario, Andrés Aya Goñi, y tesorero, José Luis Obregón Icaza. En este inicio, los socios y socias eran mayoritariamente profesionales de la Salud y de Farmacia.
El primer proyecto que se decidió apoyar fue el dispensario médico de Vinces, en Ecuador, que fue dotado de material médico y farmacéutico, medicamentos e instrumental. Todo ello se complementó con becas para formación de enfermeras. Aunque el primer país donde se comenzó a trabajar fuese Ecuador, la filosofía de Medicus Mundi Bizkaia, siguiendo el objetivo fundacional de Medicus Mundi Internacional, fue trabajar en África, donde los procesos de descolonización que se dieron en este continente supusieron la desaparición de todos los servicios públicos que funcionaban al amparo de la colonia, sobre todo, los servicios de Salud y Educación, quedando la población totalmente desabastecida de medicamentos y de atención sanitaria. Desde el inicio, la apuesta del doctor Andrés Aya Goñi, y del resto de la junta directiva, fue también capacitar al personal sanitario local y trabajar de la mano de entidades locales. Ese modelo de cooperación sigue vigente en la actualidad en Medicus Mundi Bizkaia.
Esto era importante para que, una vez desaparecida la cooperación, la cobertura sanitaria no quedase descubierta. Una de las estrategias consistió en la concesión de becas al personal local de los países donde se trabajaba para poder formarse en el País Vasco. De hecho, así lo recogió una noticia del Abc, del 13 de mayo de 1966: Dentro de pocos días llegarán a Bilbao, procedentes de Guayaquil, dos señoritas ecuatorianas que, invitadas por esta organización, estudiarán y practicarán como enfermeras en diversos sanatorios y clínicas bilbaínas para ejercer luego en su país.
En 1966 se comenzó a trabajar también, una vez más de la mano de misiones diocesanas vascas, en Angola, en el dispensario de Brito-Godins. Otro país donde se trabajó en este comienzo fue en Filipinas, equipando la Clínica Legazpi.
Trabajo en Ruanda La asociación siguió creciendo y, además de comenzar a trabajar en otros países, creció la base social en Bizkaia, y se empezaron a organizar actividades aquí. 1968 fue un año importante para la organización; se empezó a trabajar en Ruanda, en el dispensario de Gihara, colaborando con el misionero Leonardo Esnaola (1932-2015), país donde hoy en día, Medicus Mundi Bizkaia sigue trabajando, cumpliendo el objetivo de paliar los efectos de la descolonización.
En 1969, se envió la primera cooperante al dispensario de Gihara, la enfermera María Teresa Ordoyo, que viajó con dos médicos miembros de la junta directiva.
En la década de los 70, se empezó a trabajar, gracias a la colaboración de varios oftalmólogos, la salud visual y, en 1973, viajó a Ruanda el primer oftalmólogo, el doctor Salcedo de Miguel. Aquellos fueron años de mucho trabajo en los países del sur, pero, además, tan importante como esto fue dar a conocer a la población vizcaina el trabajo que se realizaba y conseguir financiación para ello. Desde los grupos de trabajo de artesanía y difusión, se organizaron exposiciones pro-Tercer Mundo, mercadillos de artesanía, etc.
La implicación de los profesionales socios y socias en aquella época fue grande y no se circunscribió a pagar una cuota anual, ya que además estaban dispuestos a dedicar su tiempo a las labores necesarias, ordenar medicamentos, preparar envíos, participar en ferias, mercadillos e, incluso en muchos casos, viajar en sus vacaciones para trabajar directamente con la población beneficiaria.
El propio doctor Andrés Aya Goñi realizó numerosos viajes a Ruanda, sacrificando sus vacaciones y poniendo, una vez más, sus conocimientos médicos al servicio de los más necesitados allá donde iba.
Además de sus viajes, Aya Goñi fue capaz de motivar, ilusionar, implicar? a muchos profesionales de la medicina a hacer lo mismo. En la década de los 70, todos los años, en sus periodos vacacionales, algunos de los socios y socias se desplazaban a terreno poniendo a disposición de la organización su tiempo y sus conocimientos, sobre todo oftalmólogos, como los doctores Castresana Alonso, Corcóstegui, Damborenea Terroba, Jáuregui Díaz? y doctores de distintas especialidades como Goti Iturriaga, Azcorra, Santiesteban, Jáuregui Díaz, etc. Era tal su entusiasmo y su servicio a los demás que, durante muchos años, el lugar de reunión de la junta directiva de Medicus Mundi Bizkaia, fue su propia casa y su consulta médica.
Viceconsejero de Salud En 1980, en la primera legislatura de Gobierno vasco después de la dictadura, siendo lehendakari Carlos Garaikoetxea y consejero de Sanidad y Seguridad Social Jesús Javier Agirre Bilbao, Aya Goñi fue nombrado viceconsejero de Salud Pública y Bienestar Social, cargo que ostentó hasta 1983.
En su labor política también quedó patente su compromiso social, promoviendo la sanidad universal y gratuita con la participación en la elaboración de la orden que recogía el derecho de las personas paradas a recibir asistencia hospitalaria en la Comunidad Autónoma Vasca. También se promovieron las guarderías infantiles dependientes de ayuntamientos o de instituciones sin ánimo de lucro, para menores de 3 años con la concesión de subvenciones para dichos centros.
Su fe cristiana y su catolicismo practicante le llevaron a fundar la Fraternidad Cristiana, poniendo, una vez más, su trabajo a favor de los enfermos.
A finales de los 70 y en los años 80, el consumo de heroína y de otras drogas ilegales golpearon fuertemente a la sociedad de Bizkaia. También el consumo de drogas legales (alcohol, tabaco?) era habitual. Frente a este problema, el doctor Andrés Aya Goñi tomó la iniciativa y en 1984 creó la asociación Etorkintza, primera fundación en Euskadi dedicada a la prevención, asistencia e inserción de drogodependientes.
En febrero de 2014, la fundación Etorkintza inauguró el Centro de Día, cuya misión era y es acompañar a las personas a conseguir las competencias necesarias para una reinserción social satisfactoria. Dicho Centro de Día, en agradecimiento a su trabajo, lleva el nombre del doctor Andrés Aya Goñi.
Cuando este gigante de la más generosa vivencia de solidaridad humana y de amor desinteresado por su prójimo murió el 27 de julio de 1988, los denarios que trajo al mundo el 28 de diciembre de 1911 se habían multiplicado por mil, siendo reconocido in memoriam por sus compañeros de la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao en 2012 con el premio José Carrasco-Máximo de Aguirre.
En el ámbito de la Salud, sabemos que sigue habiendo muchos retos tanto en Euskadi como en el mundo. Gente como el doctor Andrés Aya Goñi, constituyen un referente para que muchas personas en diversas organizaciones civiles e institucionales sigan trabajando por un mundo más humano.