En este sentido, la vitrificación o congelación de óvulos cuando tienen hasta 35 años, momento en el que la fertilidad empieza a descender drásticamente, es uno de los avances que facilita el acceso a la maternidad de una forma más segura a quienes deciden posponerla más allá de los 40.

Las técnicas de preservación de la fertilidad (vitrificación ovocitaria o embrionaria) surgen como respuesta a las actuales características y motivaciones de nuestra sociedad, en la que “las mujeres que retrasan su maternidad son cada vez más numerosas y deciden conservar sus óvulos para utilizarlos más adelante”, explica la doctora Charo Jiménez Virueg, jefa de reproducción asistida del centro Quirón Bilbao.

Actualmente hay diversas técnicas para proteger la fertilidad y la elección dependerá de factores como la existencia o no de pareja, la disponibilidad de tiempo para su realización o si se padece alguna enfermedad, pues especialmente en pacientes oncológicos la necesidad de iniciar tratamientos no permite la demora. “La mujer puede optar por vitrificar sus óvulos, que consiste en mantener congeladas estas células, o fecundarlos con semen de su pareja o de donante y congelar embriones”, señala la especialista.

El proceso para la vitrificación de óvulos comienza habitualmente el segundo día de ciclo, pero cuando el tiempo es limitado puede iniciarse en cualquier momento. Dura aproximadamente dos semanas desde el inicio del tratamiento hasta su extracción.

La etapa inicial es la estimulación ovárica para la maduración de ovocitos; suele comenzar con la menstruación y se emplean inyecciones de hormonas. Durante los diez o doce días que dura el tratamiento, “se efectúan tres o cuatro controles ecográficos para supervisar la respuesta y determinar el momento idóneo para la extracción de los óvulos”, continúa la doctora Jiménez Viruega.

Una vez conseguida la maduración de los óvulos, se obtienen mediante una punción ovárica, procedimiento quirúrgico sencillo hecho bajo sedación. Después, la paciente permanece un par de horas en reposo antes de regresar a casa. Tras la extracción se practica un análisis de los óvulos para conocer su calidad y madurez; dos horas después, se vitrifican y se conservan en una banco a -196ºC.

De este modo, cuando la mujer lo desee puede emplear estos óvulos para quedarse embarazada. En ese momento se desvitrifican y se fecundan con esperma mediante microinyección espermática (ICSI). Los embriones resultantes se transfieren al útero de la paciente entre tres y cinco días después. “Aproximadamente, tras dos semanas, podemos saber si la mujer está embarazada” concluye.