Bilbao - Días atrás ha llegado la triste noticia del fallecimiento de Pedro Elorduy, persona entrañable, cuya ausencia considero que ensombrece el paisaje de Bilbao, ciudad donde nació, vivió y ejerció, desplegando las cualidades de su personalidad íntegra y de un carácter educado con los que se hizo merecedor de respeto y reconocimiento en los diversos ámbitos en que se movió. Ámbitos circundados primero a su actividad profesional de Consignatario de Buques, en Jentoff S. A., cuyo ejercicio fue ampliando al asumir gestiones de trato humanitario, lo que le llevó a ser designado cónsul de Suecia y de Dinamarca, cargo, este último, que ejerció durante casi dos décadas, siendo reconocido por este país como Caballero de la Orden de Dannebrog y Patrono de la Fundación hispano-danesa, Reina Isabel de Dinamarca.
Maestro en el trato personal y elogiado por su capacidad para la gestión y el acuerdo, tareas que afrontaba siempre con la naturalidad propia de su talante moderado. Al jubilarse de su actividad diplomática, el Cuerpo Consular de Bilbao, en reconocimiento a su valía, decidió, por unanimidad, nombrarle Cónsul de Honor, asignándole las relaciones del ente consular con las instituciones y los medios de comunicación, labor que realizó con la misma eficiencia y rectitud que caracterizaron siempre su comportamiento.
Traté con Pedro Elorduy a partir de su interés en involucrar a los arquitectos locales en la exposición que el Museo de Bellas Artes de Bilbao dedicó en 1995 al gran arquitecto danés, Arne Jacobsen. Una muestra, organizada por el Gammel DOK -Centro Danés para la Arquitectura-, que llegó a Bilbao patrocinada por la Embajada Real de Dinamarca, tras exhibirse en varias ciudades europeas. Recogía los trabajos racionales y depurados de este arquitecto, con los famosos muebles y piezas de equipamiento que proyectó, modernizando la arquitectura nórdica, e influyendo fuertemente en las corrientes estéticas contemporáneas.
Hecho cultural importante para Bilbao, en un tiempo en que era poco habitual que hasta aquí llegaran exposiciones de calado internacional sobre arquitectura o diseño industrial, y en cuya difusión, Pedro Elorduy se interesó, divulgándola entre las instituciones con las que se relacionaba y entre las representaciones consulares aquí ubicadas, convocando, asimismo, al nutrido grupo de daneses que, por asuntos comerciales, laborales, familiares u otros diferentes, residían en el País Vasco, y a quienes consideraba como su familia danesa.
evolución de la villa Desde entonces, fue habitual verle en los foros relacionados con la evolución de Bilbao o en los que convocaba desde el consulado, para difundir la cultura danesa e integrar a la colonia nórdica. Acompañado a menudo por Per Erik Lindegaard, alias Pío, el danés nacido en Amorebieta, ingeniero termodinámico de formación y experto divulgador de la música de jazz durante 48 años en Radio Bilbao y en el Jazz Club de Bilbao, que fundó en 1958.
Aquella exposición facilitó la llegada de otras en las que la arquitectura contemporánea y el diseño danés fueron dándose a conocer. Dos años más tarde, con motivo de la designación de Copenhague como Capital Europea de la Cultura y la celebración del Año Arquitectónico Danés, el mismo centro Gammel DOK preparó una exposición más extensa que, bajo la denominación de Arquitectura Danesa Contemporánea, recogía 25 edificios construidos por arquitectos daneses, durante los últimos años, en diferentes lugares del mundo.
Entonces, la llamada de Pedro Elorduy, ofreciéndose para intermediar con los organizadores nórdicos y la embajada, obteniendo su patrocinio, activó los mecanismos que posibilitaron que la muestra se trajera a Bilbao, y que se exhibiera aquí antes que en Barcelona, su destino final, dado el interés que Pedro logró inculcar en la responsable de la embajada, excelentísima señora doña Ulla Rasmussen, para que la exposición se mostrase a pocos metros del edificio cuya imagen se había convertido en el nuevo icono de Bilbao y cuyos actos de preinauguración, se habían iniciado en aquellas fechas.
La muestra se abrió en junio, en la sala de exposiciones del Colegio Oficial de Arquitectos. Recogía 25 edificios construidos por arquitectos reconocidos, como Hernning Larsen (autor del Churchill College, de Cambridge), Poul Ingemann, Otto von Spleckelsen (autor del Grande Arche de La Defènse, en París), Ulrik Plesner (Centro de Cultura para la Paz, en Israel) o el multirracial y ya entonces sostenible equipo KHR Arkitektur, cuyos desenfadados integrantes, aprovechando que la muestra coincidía con los eventos de apertura del museo, llegaron en bloque para disfrutar de aquella calculada coyuntura.
Entre otros actos del consulado, dedicados a temáticas diversas, destacó el apoyo, en 2003, a la exposición Arne Jacobsen 100 years + Made in Denmark, que se organizó en el exquisito showroom de Global. La exposición, centrada en la exhibición de piezas referenciales del diseño reciente danés, contó con la participación de Tobías Jacobsen, arquitecto y diseñador polifacético, nieto de aquél, que sorprendió con sus innovadores planteamientos de readaptación del mobiliario distribuido por la sala.
La fragata ‘Danmark’
Asimismo, poco antes, en julio, por mediación también de Pedro Elorduy, atracó en Bilbao el Danmark, una histórica fragata a vela, de tres mástiles, construida en los astilleros daneses en 1933 y en cuyo currículo figuraba que, tras el bombardeo de Pearl Harbour, fue requisada por los Estados Unidos para servir en la contienda, siendo devuelta a su país en 1945, una vez acabada la guerra. El velero y su historia, pudieron conocerse en los actos didácticos de divulgación de la vida marinera organizados por el Museo Marítimo.
Evocando a su padre, Itxaso, su hija, nos recordaba recientemente el comentario de Iñaki Azkuna a su aita cuando este le confesó que, de volver a nacer, le gustaría ser como Pedro Elorduy. Anécdota que Pedro contó también, en un encuentro con otro bilbaino ilustre, don Hilario Apraiz, arquitecto centenario y decano emérito de los arquitectos vizcaínos, dotado, como aquel, de gran aplomo y fino humor. Hilario, comentó entonces otro susedido del alcalde, a quien ambos apreciaban, cuando, días atrás, en el ayuntamiento, estando él esperando al ascensor, vio llegar a Azkuna con dos acompañantes. Hilario, se apartó para dejarles que entraran. El alcalde, cogiéndole del brazo, le invitó a pasar primero: “Adelante, don Hilario, que cabemos todos. Una vez, coincidí con Sofia Loren en el ascensor del Guggenheim. Ahora, diré que he coincidido con Hilario Apraiz también”.
Fellini recurrió a Mastroianni para personificar al cittadino vero que en La Dolce Vita nos paseó por los ámbitos de la Roma cincuentera. Jeremy Irons, encarnó para la BBC, al gentleman perfecto que nos llevaría a Brideshead desde los selectos colleges de Oxford. Bilbao ha tenido en Pedro Elorduy, así como en bocheros de estirpe como los citados Pío Lindergaard e Hilario Apraiz, a ciudadanos señeros que, con su formación, ejemplaridad y cortesía, materializaban la quintaesencia de los valores ilustrados. Cualidades que ejercitadas día a día, con proba sencillez, como ha sido su ejemplo, suponen el logro de la convivencia y el civismo. Además, tenían porte e irradiaban clase. Todo ello, determina lo que aquí, en el concepto local, del Bilbao de toda la vida, se conocía simplemente como persona de fuste y fundamento, pero que, en los protocolos de las antiguas logias académicas, elevaba a sus poseedores a la distinción de vir insigne et primus inter pares.