bilbao. Lo que le negó la mar también se lo quitó la tierra. Félix Markaida fue un marino que entre ola y ola quiso estar en casa con los suyos. Por ello, tras tanto trabajo lejos del hogar, decidió jubilarse antes de tiempo. Sin embargo, una vez hecho para disfrutar de los suyos languideció al fallecer su querida esposa años después. La soledad volvió a surcar el corazón de este hombre que sus amigos marinos calificaron ayer en el batzoki de Abando de "entrañable, trabajador y valiente que no se echaba atrás por nada".
Este vizcaino con nombre de histórico futbolista del Athletic, llegó al mundo en 1928, el 10 de febrero, en una típica familia euskaldun de la época. En su seno no faltaba un fraile, un banquero, la hija soltera de profundas creencia religiosas? Félix, hijo de Román y de Anastasia, fue el sexto de siete hermanos y estudió en la escuela de barriada. Sin embargo, con la pronta llegada de la Guerra Civil la familia dejó tierra adentro y formó parte de la llamada emigración interna provocada por la irracional batalla. Se mudaron temporalmente a Algorta, donde él contaba que la zona de Sollube y Jata era lugar de ametrallamientos y bombardeos, a pesar de haber finalizado la guerra en el 39. Volvieron.
Una vez en Getxo, el del caserío Uribarri del barrio Emerando de Meñaka estudió en la Escuela Náutica de Deusto. Fue en aquellos días cuando estando durante la semana de pupilo en una casa de la calle Carnicería Vieja donde conoció a su futura esposa, Loli Alzaga, de Bilbao.
A edad temprana partió a buscarse la vida en petroleros de Venezuela, país en el que logró la segunda nacionalidad. Comenzó siendo tercer maquinista, el cargo más bajo, pero acabaría siendo jefe de máquinas, aunque la mayoría de sus trabajos los hizo como primer maquinista. Trabajaba para la prestigiosa marca Shell y Creole, ambas muy famosas en el país americano. También trabajó para la firma Venezolana de Cementos. Sus amigos marinos Josu Lecea, Claudio Urberuaga y Alberto Galarza recuerdan que a los de la Shell, se les llamaba shelleros. Allí compartió encargos con los capitanes Olazabal y Lecea, mientras que sus grandes compañeros fueron los Zapirain, Urberuaga, Galarza, Iñaki Iriarte o el conocido como Jon Pirata, padre del conocido periodista de ETB, Estepan Aldamiz.
Las anécdotas Markaida salió de sustos importantes en la mar. Navegó con uno de los mayores petroleros del mundo, de 70.000 toneladas. En una ocasión tuvo un incendio en su barco del que contaba que les pilló en tiempo de descanso en los camarotes y cómo en calzoncillos se jugaron la vida y lograron apagarlo. "También tuvo que abandonar su barco en alguna ocasión por problemas en él", trasmitió su hijo Iñigo.
Los amigos marinos de Félix le recuerdan como un compañero de sota, caballo y rey a la hora de comer. Si había un menú un poco especial, Markaida ya estaba allí para pedir "unos huevos fritos y déjame de otras comidas", decía.
En Caracas, donde los marinos vascos se reunían en La Candelaria, residía su hermana Matilde a la que acudía en ocasiones a llevarle ropa sucia cuando llegaba de una de sus singladuras. Durante dos años estuvo sin pisar tierra. Si el calendario de trabajo eran ocho meses en la mar y cuatro en tierra, él aprovechó esos cuatro meses para enrolarse en otra empresa y ganar más dinero. Por ello, conoció a su hija Loli cuando esta ya sabía hablar. El matrimonio también dio a luz a dos hijos más: Amaia e Iñigo.
A finales de los 70 decidió jubilarse y volver a casa, a disfrutar de y con los suyos. La alegría le duró poco al, por desgracia, fallecer su esposa. Volvió a sentir la soledad a pesar de estar arropado por sus hijos.
Una vez jubilado le pidieron que hiciera un viaje de Cádiz a Nueva York con un barco de desguace. El bueno de Markaida pidió una cifra alta de dinero "para que no le cogieran", explica su hijo Iñigo, pero "admitieron la suma" y fue una empresa complicada ya que tuvo que hacer todo tipo labores a bordo: maquinista, patrón, mecánico?
Su hermana Aurea, la pequeña, recuerda muy bien todos aquellos momentos y le recordará toda su vida como "un tipo sencillo, muy amigo de sus amigos, marinos con los que seguía juntándose. Nos queríamos mucho porque éramos los dos más pequeños".
El de Meñaka también acabó haciéndose empresario al comprar un barco de rutas de costa que le salió rana. Lo bautizaron como Bat y tenía puerto en Santurtzi. Tenía entre 5.000 y 10.000 toneladas y no le dio más que problemas; un ejemplo fue, un incendio en Galicia.
Su corazón sufrió naufragios, penas; pero también alegrías, nacimientos que le hicieron feliz? como él lo logró con sus retoños. "Para nosotros fue un padre cariñoso, un hombre que compartía mucho, generoso, dado? lo que se conoce como esku zabala. Para nosotros fue un amigo, un espejo donde reflejarnos. También tuvo un carácter fuerte, pero solo porque sabía lo que quería. Fue un padrazo, gure aitatxo".