DONOSTIA. Los tres procesados han prestado declaración en el juicio que se ha celebrado hoy en sesiones de mañana y tarde en la Sección Primera de la Audiencia de Gipuzkoa, donde la Fiscalía de Gipuzkoa y la acusación particular, que ejerce la hija del fallecido, han solicitado penas de entre 20 y 29 años de reclusión para los encausados, cuyas defensas han reclamado la absolución.
Las acusaciones consideran que los hechos son constitutivos de un delito de asesinato y otro de robo con violencia por parte de los tres encausados, a uno de los cuales también le imputan un delito de tráfico de drogas.
Según la Fiscalía, los hechos se produjeron el 12 de junio de 2009 cuando, con la excusa de llevar a cabo un negocio de drogas, los procesados citaron a su víctima, un vecino de Erandio en una nave industrial de Elgoibar, propiedad del encausado, Felipe R.A., y lugar de trabajo de, Juan Carlos F.D., donde, junto a Óscar D.C., presuntamente lo asesinaron, le quitaron el dinero que portaba y se deshicieron de su cadáver en la sima.
Durante la sesión del juicio celebrada hoy, Felipe y Juan Carlos han responsabilizado del crimen a Óscar, a quien conocían desde hacía poco tiempo antes, mientras que éste se ha defendido imputando la responsabilidad a sus dos compañeros.
De esta manera, Felipe R.A. ha explicado que Óscar tenía un "problema" con unos "mercheros" por "un tema de drogas" en Otxarkoaga ya que, según le contó, le reprochaban haber introducido en este barrio bilbaino a la víctima, Ignacio P.H., y que éste les estaba quitando clientes.
Por este motivo, le exigían que se lo "quitara de en medio" o que le "presionara" para que les pagara 24.000 euros en los que estimaban las pérdidas que les estaba ocasionado.
Ante esta situación, Felipe accedió a prestar la nave a Óscar, aunque le dejó "claro" desde un primer momento que sólo para dar "un par de bofetadas" a Ignacio y que pagara "ese dinero".
De esta manera, mandó a su empleado, Juan Carlos, que cortara tubos "con la rotaflex" para hacer un ruido que tapara la posible pelea, pero las cosas no transcurrieron como había pensado. Óscar empujó al sótano a la víctima, que se aferró a una barandilla, tras lo que su agresor le pisó las manos y, cuando Ignacio cayó al suelo desde una altura de unos 2,80 metros, le golpeó con una bombona de acetileno y con un martillo.
Felipe ha explicado que él no tuvo tiempo de reaccionar porque "no esperaba" lo ocurrido pero accedió a ayudar a Óscar a deshacerse del cadáver porque no podía avisar a la Ertzaintza ya que en ese momento tenía dos kilos de "speed" en el taller.
De esta manera, con la ayuda de Juan Carlos, que no había visto nada porque estaba cortando tubos y se quedó "bastante flipado" con lo ocurrido, esperaron a que anocheciera y se deshicieron del cuerpo en la sima.
Por su parte, el empleado Juan Carlos F.D., ha explicado que, por orden de su jefe, mientras sucedían los hechos, él estuvo cortando tubos que pensaba que Felipe iba a emplear para practicar soldadura y ha comentado que no se enteró de lo ocurrido hasta que sus compañeros le llamaron y vio a la víctima en el sótano en medio de un gran charco de sangre.
Juan Carlos ha recordado que Felipe le dijo que había sido Óscar quien había golpeado a la víctima y que éste también lo admitió. Ha aclarado también que accedió a ayudarles porque estaba fuera de sí, tenía miedo y sabía que si lo denunciaba habría "repercusiones". Ha precisado que, tras lo sucedido rompió "totalmente" con ambos.
El tercer acusado, Óscar D.C., ha señalado que él simplemente actuó como "intermediario" en este asunto, ya que se limitó a poner en contacto a Felipe con la víctima, a la que conocía del tiempo que vivió en Erandio, para un negocio de compraventa de droga.
Este encausado ha declarado que fue Carlos quien empujó a la víctima, mientras a él le encañonaba con una pistola, momento en el que en una reacción instintiva se retiró y vio caer a Ignacio al sótano, donde Felipe le golpeó contra el suelo, le pegó con una bombona y luego con un martillo.
La vista continuará el próximo miércoles con la declaración de una veintena de testigos.