Bilbao. Fue él quien puso los puntales a su propia vida, quien fijó los andamios de sujeción y repartió cariño para su familia... Antonio Ganuza construyó su vida y su empresa y según él mismo contaba siempre: "No hubo ni un solo día que fui a trabajar en el que no fuera con ganas". Así, de la misma manera que recuerdan sus compañeros de la firma Ganuza S. A., Antonio arrancó trayectoria laboral con un coche 2 CV y con unos puntales. "Fue un buen comercial, puro y duro, que no abandonaba lo que se proponía", agregan. Por ello, estiman que si la empresa hoy está donde está es gracias a su tesón, es un referente en Bizkaia y quizás la decana de cuantas trabajan en el sector del andamiaje y otros alquileres. La familia recuerda una frase que Antonio repetía de forma constante cuando se le hablaba de su oficio: "Lo primero el trabajo, luego la devoción".
Ganuza S. A., es una sociedad constituida en el año 1979 dedicada al montaje y alquiler de andamios, montacargas y otros elementos auxiliares para la construcción. Los encargos que realiza son tanto destinados a obra nueva como a la rehabilitación y la industria. La firma, con ubicación en Arrigorriaga, cuenta en la actualidad con 30 trabajadores, unas importantes instalaciones y "con una gran capacidad de respuesta en cuanto a la disponibilidad de todo tipo de material", valoran.
un ejemplo Treinta y tres años después de la constitución de esta empresa, Antonio Ganuza se despidió el martes a los 62 años de edad. Había dejado su labor en la firma hace seis años. "Se le tenía un gran cariño, era ejemplo de luchador y trabajador", explican desde el taller donde le califican de "muy extrovertido y un hombre que trabajó como un cosaco para sacar su negocio adelante", valora el gerente de la firma, Javier Gonzalo.
Antonio Ganuza Fernández de las Heras nació en Piedramillera, municipio de Nafarroa cercano a Lizarra. Llegó a Bizkaia con muy pocos años, "siendo un niño", apunta su mujer Marisol Crespo.
Sus hijas recuerdan al padre. "Solo podemos decir de él que era maravilloso, muy niñero. Estaba enamorado de su nieta Gabriela y nieto Gonzalo. Además, él siempre solía decir que estaba encantado con tres mujeres en casa. Era muy muy familiar", en referencia a Marisol y las dos hijas del matrimonio: Leire y Olatz.
Su afición en los últimos años fue la plantación de árboles en un terreno que tenía. Su mejor día era aquel que estaba rodeado de naturaleza y con sus nietos, hijas y mujer acompañándole al lado. "Él era un hombre muy sano: no bebía ni fumaba. Pero lo más importante es que siempre fue muy bueno, muy bueno", concluyen emocionadas madre e hijas.