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El hombre que despertó de la muerte y leyó su esquela

El hombre que despertó de la muerte y leyó su esquelaFoto: julen uribe

DURANGO. Es el hombre de las tres emes: Matías Mata Martínez, como él repetía cuando le pronunciaban su nombre. Es el hombre que murió dos veces: se despertó en el depósito de cadáveres junto a su certificado de defunción y vio su esquela. Es el hombre de un municipio de Burgos que, aseguran con un grado de exageración popular, aprendió euskera vizcaino, sin saber nada del idioma, "en un mes" en un caserío de Abadiño: "¡No le quedaba otra!", argumentan. Es el hombre que tras pasar por un seminario de los 12 a los 17 años abandonó la sotana por su, a la postre, esposa. Las anécdotas relacionadas con este vizcaino fallecido días atrás se suceden como fichas de dominó. Muchas de ellas, según quien las cuente, también es cierto, se magnifican o se deforman como un palo en agua de río. Lo que no niega nadie es que estuvieron a punto de enterrarle, tras certificar que estaba "muerto".

Matías -"Mata Martínez", seguro que esté donde esté, lo ha dicho- era una persona muy conocida en los valles de Durangaldea y Arratia "por su oficio de guarda forestal", como corrobora su familia. Persona de carácter y de sonrisa fácil, era capaz de poner "cara de perro y asustar". Si no, que se lo pregunten, con su respectivo humor, a Mertxe Agorria, Olabarrikue. "Hace poco, paseando por el bidegorri, me encontré a Matías y le recordé una anécdota", arranca la del barrio iurretarra de Oromiño. Ella siempre había sido de pescar mucho junto al río que pasa por delante de su caserío: truchas, cangrejos y su manjar favorito, los eskallus. A su regreso junto a su marido, pelotari, de Estados Unidos, a Mertxe se le ocurrió echar unos butrinos.

cara de perro Ya le advirtió su madre: "¡Como venga Matías!". "¿Qué me va a decir?", le respondía mientras tomaba el sol. Y allí apareció el forestal. Preguntó por el butrino. Mertxe reconoció que era suyo, pero que el cartel de veda no se veía, estaba entre matorrales. "Y le dije: Matías, es que estoy como loca por comer una cazuelita de eskallus cogidos y cocinados por mí tras haber estado en América. Y me puso una cara de perro... que me puse nerviosa, porque imponía respeto en esa ocasión". Al final, el guarda le concedió el "antojo": "Porque vienes de lejos...". Corrían entonces los años 80. Pasadas décadas, en el bidegorri, la del caserío Olabarri también tuvo que oír: "¡Estabas temblando! Y yo me reía por dentro", le reconoció. "Vaya pena me ha dado, era muy amigo de mis padres, era un buenazo y me concedió aquella cazuelita", se ríe, agradecida.

Un "amiguete" de Abadiño también recuerda "sucedidos" -como se decía antes- de Mata, aquel forestal que siempre estaba de bromas y de medio piques con Serafín Amezua Txaraka, que "era el caminero de la Diputación". "Aprendió euskera vizcaino, del de aquí, en un mes. No tenía otra, en el caserío que estaba. Si quería comer... Matías hablaba euskera perfectamente", le reconocen su esfuerzo. "Ha sido una pena saber que ha muerto porque era muy buena persona: de buen carácter, de alegría desbordada, porque yo, al menos, nunca le he visto de mal genio".

orujo y puro matinales Mata nació en Huéspeda de Caderechas, provincia de Burgos, el 24 de febrero de 1929. A los dieciocho años se trasladó a vivir a Donostia donde sacó la plaza de guarda forestal en río y asentó su residencia en Abadiño en 1954. Tras años en este municipio vizcaino, se mudó a Iurreta y, finalmente, a Durango. Se casó en Burgos con Miri Sáinz y el matrimonio tuvo una hija, Ana, quien dice de él que era muy conocido por ser "muy abierto, dicharachero, de ir siempre con una sonrisa adonde fuera y le gustaba alternar en los bares". Así, a las siete de la mañana nadie le privaba de su orujo y puro en un bar de Mañaria y por la tarde su ronda de txikitos. Le invitaban en todos los txokos a comer. "Claro, él ya sabía quién había estado pescando en tal sitio y le acababan diciendo que se sumara al banquete porque era muy majo", explica un conocido de Durango.

"Mi padre -agrega Ana- siempre le decía al que estaba pescando: ¿No te sobrará una truchita para mi hija? Lo piensas y te da reparo, pero él era así, campechano como él solo". Así, le recuerdan tanto personas mayores como jóvenes aficionados a la pesca.

Su afición más recordada era la pelota a mano. Era "forofo de Titin III" y también de Elkoro, o antes de Retegui II. Y otro de sus hobbies: la lectura. Leía todo tipo de textos, le gustaba estar al corriente de las noticias y era muy dado a consultar libros de historia y ciencia, publicaciones como Nacional Geographic.

Como padre fue "maravilloso, ¿qué voy a decir yo?", agrega Ana y lo justifica: "Es que sentía verdadera pasión por mí", se emociona. "Mi suegro era un casta, lo que se dice verdaderamente casta", le reconoce el conocido fotógrafo de Berriz Julen Uribe. El iurretarra Mikel Sopelana también tuvo palabras para Matías, minutos antes de levantarse ayer el doncel hatxa en la plaza Aita San Migel. "No hay que contar todo lo que pasaba con él en los ríos. Eso se queda ahí, pero sí hay que decir que siempre nos acabábamos arreglando", ríe a carcajadas, buscando la complicidad de sus amigos de corro. "Matías era un hombre de semblante serio, muy serio, pero que por dentro siempre iba riendo", concluye Sopelana.

En el pueblo donde nació le han recordado en la web de la Asociación Cultural de Amigos de Huéspeda. "Ha muerto Matías, huespedazo de nacimiento y de corazón, ya que siempre hacía gala de su pueblo de origen", publicaban y agregaban: "La asociación quiere acompañar en el sentimiento, en estos duros momentos a toda su familia; a su mujer Miri, a su hija Ana y muy especialmente al bueno de Eneko, amigo y compañero de nuestra agrupación". Las reacciones amistosas fueron múltiples en el enclave castellano. Así, una mujer apunta que "la vida sigue y una persona tan alegre como él querría que estéis contentos. Recordarle como era, así de alegre, es el mejor homenaje que se le puede rendir", escribía Susana. Otro amigo, Tilis, le recuerda como "persona afable, llana, amigo de todos y de gran corazón: toda una pérdida".