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Centenario de Andrés de Mañaricúa

Centenario de Andrés de MañaricúaSabino Arana Fundazioa

Durango

Ha decaído entre nosotros el respeto a la autoridad. El aprecio a la sabiduría acumulada a través del estudio, de la reflexión y de la experiencia de la vida.

El anciano era respetado y atendido por su propia ancianidad mientras que ahora, convertido en estorbo, es despreciado por la misma razón: por su ancianidad.

La enseñanza recibida a través de un comportamiento ejemplar es con frecuencia menospreciada y su transmisión a través de la cátedra o del libro queda desatendida sin el más ligero análisis.

Los índices de valoración de la acción educativa ofrecen cifras alarmantes y sin embargo las exigencias para la formación que promueva una sociedad avanzada brillan por su ausencia.

Es por ello que se hace cada vez más urgente y necesario rescatar del olvido la figura de aquellos maestros que por su vida y su obra nos pueden aportar bases firmes para el desarrollo de una sociedad tolerante, justa y armónica.

Con este propósito acerco al lector a la figura de don Andrés Eliseo de Mañaricúa y Nuere, del que estamos celebrando el centenario de su nacimiento (Bilbao, 1911).

Era don Andrés persona de elevada estatura física, de aspecto serio aunque excelente humor, realidad que contrastaba con una fama de adustez que no se merecía.

Profesó la carrera eclesiástica ordenándose presbítero y doctorándose en Cánones en la Universidad Gregoriana, Licenciado en Derecho Civil, ejerciendo por poco tiempo como párroco y dedicando el resto de su vida a la docencia y al estudio.

A pesar de su carácter reservado y alejado del partidismo político, don Andrés traslucía en actos y palabras un profundo amor al País Vasco. Nótese que su primera publicación, con veinticuatro años, lleva por título Democracia vasca (Homenaje a E. de Escarzaga, 1935).

También publica Tus vacaciones dirigido a aconsejar a los seminaristas durante el periodo veraniego. Tuvo este libro excelente acogida gozando de varias reediciones en castellano y una en portugués.

Dos asuntos de la historia religiosa del País Vasco han atraído especialmente el interés de nuestro protagonista: las diócesis del País Vasco y la Virgen de Begoña y su Santuario.

las nuevas diócesis Al erigirse las diócesis de Bilbao y San Sebastián, don Andrés publica en la Revista Español de Derecho Canónico Las nuevas diócesis de Bilbao y San Sebastián y sus antecedentes históricos, texto que se reedita por el Instituto San Raimundo de Peñafort con un apéndice documental.

Coincidiendo con el mismo asunto publica en 1963 Obispos de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya hasta fines del siglo XI, que se reedita un año después (1964) incorporado a Obispos en Álava, Guipúzcoa y Vizcaya hasta la erección de la Diócesis de Vitoria.

Especial interés merecen los trabajos dedicados a la Virgen de Begoña. En orden cronológico anotamos: Ntra. Sra. de Begoña y su Santuario (1950), Santa María de Begoña en la historia espiritual de Vizcaya (1950), Begoña y San Ignacio (1950), Santa María de Begoña (1975), Pregón de los actos conmemorativos del 75 aniversario de la Coronación Canónica de la Madre de Dios de Begoña (1975).

El segundo de estos trabajos, Santa María de Begoña en la historia espiritual de Vizcaya, en sus páginas iniciales lleva el siguiente lema: "Este libro... fue presentado al Concurso organizado por la Excma. Diputación de Vizcaya, con motivo del Cincuentenario de la Coronación Canónica de Ntra. Sra. de Begoña..." Galardonado con el primer premio su edición fue patrocinada por el Banco de Vizcaya, en homenaje a Nuestra Patrona en las Bodas de Oro de su Coronación. Materialmente el libro, adornado con numerosas ilustraciones y bellas capitulares, es un orgullo de la tipografía vizcaina.

Aunque he destacado los trabajos históricos, don Andrés no estuvo alejado de su entorno vital y sus preocupaciones se extendían a aspectos variados de la actualidad. Véase: La formación intelectual delsacerdote (1951), Derecho y hombre (1951) o El factor espiritual en la vida de la empresa (1951).

Don Andrés de Mañaricúa participó activamente en la creación y organización de diversas instituciones que contribuyeron, y aún contribuyen algunas de ellas, a la activación de los estudios vascos y a su divulgación. Son estas las Semanas de Antropología Vasca en las que junto con don Adrián Celaya y don José Luis Goti reunió lo más notable del mundo intelectual del País actualizando las propuestas y los centros de interés de los agentes relacionados con los estudios literarios, históricos, artísticos, económicos, etc.

No menos importante fue la formación de la biblioteca de Estudios Vizcaínos en la Universidad de Deusto, los cursos de cultura vasca impartidos por él mismo (historia), Adrián Celaya (derecho) y Alfonso Irigoyen (idioma) y la revista de Estudios Vizcaínos por él dirigida. El Instituto Diocesano Estanislao Jaime de Labayru es otra de las instituciones hoy acreditadas y pujante a la que Mañaricúa dedicó su apoyo y consejo.

Formó y dirigió la Biblioteca del Seminario Diocesano, participó en el renacimiento de Eusko Ikaskun-tza-Sociedad de Estudios Vascos y fue el primer presidente del Museo de Arte e Historia de Durango, población en la que descansan sus restos mortales.

Asesoró a don José María Martín de Retana en las publicaciones históricas de este en La Gran Enciclopedia Vasca. Fruto de este asesoramiento y colaboración son las ediciones de Crónica de los muy Ilustres Señores de Vizcaya del linaje de Haro, Alcaldes que fueron de las apelaciones en Castilla (Bibl. Nacional de Madrid, num. 7.569), Crónicas de la Casa de Vizcaya, según el códice del British Museum. Egerton 897, o Polémica sobre Vizcaya en el siglo XVII. El Buho gallego y el Tordo Vizcayno.

De esta colaboración nace una obra fundamental para los estudios históricos del País Vasco, modelo de rigor y erudición: Historiografía de Vizcaya. (Desde Lope García de Salazar a Labayru).

La Historiografía de Vizcaya de Mañaricúa es la concentración más exhaustiva y completa de cuanto al asunto se refiere. No insistiré en su carácter de absoluto rigor, ya comentado, pero sí en el alarde de erudición que se trasluce de sus páginas.

No tiene reparo el autor en desautorizar a quienes a su juicio han dado crédito a fantasías y mitos. Ahora bien, no lo hace por seguir apreciaciones subjetivas sino que fundamenta su censura, documentándola con tal profusión de argumentos y comprobaciones que hacen imposible un juicio adverso a sus afirmaciones.

Se inicia con las noticias que a Bizkaia atañan desde la Crónica de Alfonso III de hacia el año 900 y repasa las crónicas medievales en las que se ocupan de asuntos vizcaínos.

historia y poder Un resumen del índice nos orienta, aunque someramente, sobre el contenido: Lope García de Salazar, Crónicas de Vizcaya en el siglo XVI, Relaciones de los Señores de Vizcaya, Vizcaya en las historias generales del siglo XVI, La gestación de los mitos, Historia y polémica, Genealogistas en el siglo XVII, Las Averiguaciones del Padre Henao, El siglo XVIII, Juan Ramón de Iturriza y su Historia, La historia al servicio del poder, La reacción, De Zamácola a Labayru, La Historia General de Labayru.

Hacer aunque sólo sea un resumen de tan denso texto excedería las dimensiones de este artículo. Por ello vamos a detenernos en uno de los capítulos del libro dada la similitud con recientes acontecimientos académicos cuyos efectos aún perduran. Se trata del capítulo que Mañaricúa titula La historia al servicio del poder. Para iniciarlo recoge un texto que Francisco Zamora, auditor general del ejército de Navarra y las Provincias Vascongadas dirige al valido Godoy refiriéndose al aprovechamiento de las consecuencias de la guerra de la Convención (1792-1795) y de la Paz de Basilea. Dice así: "Si a esta paz siguiese la unión de las provincias al resto de la Nación sin las trabas forales que las separan y hacen casi un miembro muerto del reino, había V. E. hecho una de aquellas grandes obras que hemos visto desde el Cardenal Cisneros al grande Felipe V. Estas épocas son las que deben aprovechar para aumentar los fondos y la fuerza de la Monarquía. Las aduanas de Bilbao, de San Sebastián y de la frontera serían unas fincas de las mejores del reino. Las contribuciones catastrales de las tres provincias, aun bajándolas mucho, pasarían a doscientos mil duros, según mis cálculos. Se puede creer que no bajarían de siete mil hombres las tropas que podríamos sacar de allí. Hay fundamentos legales para esta operación: ellos han faltado esencialmente a sus deberes (Cómo recuerda esto a lo de 'provincias traidoras'); cuesta su recobro a la monarquía una parte de su territorio y tenemos fuerzas suficientes sobre el terreno para que esto se verifique sin disparar un tiro, ni haber quien se atreva a repugnarlo...". Más adelante sigue: "Conozco que la obra en el día será odiosa a las provincias, pero viendo que entrarán a disfrutar libremente las Américas y a gozar de otros beneficios, sucederá lo que en Cataluña a principio de siglo, que lloró pérdida de sus privilegios, que desprecian hoy mismo y ridiculizan sus propios escritores en el día".

No carecía de arteras facultades el tal Zamora, aunque le faltaba visión clara del futuro.

Analiza a continuación Mañaricúa los libros que con estos precedentes nacieron: el Diccionario Geográfico Histórico de España de la Real Academia de la Historia, Noticias históricas de las tres Provincias Vascongadas de Juan Antonio Llorente, y la Colección de cédulas, cartas patentes, provisiones, reales órdenes y otros documentos concernientes a las Provincias Vascongadas copiados de orden de S. M. de los registros, minutas y escrituras existentes en el Real Archivo de Simancas, y en los de las Secretarías de Estado y del Despacho y otras oficinas de la Corte de Tomás González.

En el Diccionario, Traggia, redactor del artículo Navarra ataca la antigüedad del vascuence: "Así en el siglo XII debió comenzar a tener forma y consistencia la lengua empezada a introducir a mediados del siglo VIII para figurar sus naturales total independencia". Basta con lo dicho.

De Llorente, Cánovas del Castillo nos dice: "Los vascongados no han calumniado a Llorente al llamarle escritor asalariado. Estúvolo en aquella ocasión, sin duda alguna y el origen de esto ya se sabe".

De González nos indica Manrique: "Un hombre de mucho talento, muy estudioso y erudito, pero poco escrupuloso y un tanto dado a travesuras de este género, el moderno Lupián Zapata". "La comparación es excesiva", nos dice Mañaricúa y sigue: "nos parece más adecuado considerarle como el continuador de Llorente". Esta apresurada semblanza no puede olvidar la labor docente de tantos años en la Universidad de Deusto. Hemos recibido continuos testimonios elogiosos de sus alumnos. Sólo nos resta encomendar a quien se interese por la historia espiritual y civil de Bizkaia que tome en sus manos la obra de don Andrés y encontrará en ella no sólo conocimiento sino un acendrado amor a la verdad.