MALLABIA. Los acordeones de Bizkaia recuerdan en estos días a Trabaku, uno de los genios que ha dado el instrumento en nuestro territorio. Falleció el pasado 29 de enero a los 88 años en Donostia. ¡Cuántas plazas, romerías, comidas... alegraría el bueno de Juan Celayeta! El de Mallabia nació en un lugar natural de ensueño como fue y es Gerea. En aquel alto comenzó a soñar con tener entre sus manos un acordeón. Desde chaval fue de los que leía bien los pentagramas y las partituras se le hacían fáciles. Fue discípulo de Xumai, de Ermua.

Al cumplir los dieciocho años, se colgó su acordeón cromática (de botones) para comenzar a tocar en fiestas con el saxofonista Txokolo de Eibar aunque zaldibartarra de residencia: bajaba a Durango, a Berriz y, entre otros muchos pueblos, a Zaldibar, localidad en la que el investigador local Balendin Lasuen incluye a Trabaku en uno de sus espléndidos cuadernos monográficos. "Mi hermano actuaba todos los domingos en Trabakua, hasta que lo dejó casi al llegar los años 70", le recuerda Julián Celayeta. Tocaban las canciones de moda en aquellos momentos. "Era afable, fino, y allí donde iban acababan llamándole otra vez", señala Julián.

Aunque no grabó discos, sí existen grabaciones de Trabaku. Juan visitó en su día la emisora de Arrate Irratia y sus cualidades quedaron registradas para la posteridad. Al fallecer, la estación de radio volvió a emitir aquellas canciones con la curiosidad de que Julián estaba oyendo esa emisora. Entonces llamó a la radio y colaboró en reconocer la figura de su hermano amante de las habaneras o los pasodobles.

permisos Nacido el 8 de marzo de 1923, estudió música, fue testigo del paso de las tropas en la Guerra Civil por delante de su casa y cumplió el servicio militar en Garellano, en Bilbao. "Era tan buena persona que no le era difícil conseguir permisos para, por ejemplo, atender el baile de los domingos de Trabakua", valora la familia.

El 19 de septiembre de 1953 contrajo matrimonio con Margarita Zuazo de Bolibar. Dieron al mundo dos hijos. Juan jubiló su acordeón con 62 años y en su trabajo en la Cooperativa Soraluze. Antes había trabajado también en una fábrica armera y en Lambreta.

Amante de los paseos, también le gustaba la pelota y la bertsolaritza. "Solía tocar siempre en el baile de Cuaresma en el que también participaban Mugartegi, el ciego de Angiozar, Gelatxo y Ladrillero, de Berriz", evoca Julián.

La misa funeral se celebró el martes 31 de enero en la parroquia de San Andrés Apóstol, de Eibar, localidad en la que residía. En estos días, tal y como expresa su hermano y amigo Julián: "Trabakua llora" por su falta.