bilbao. "Yo le quería mucho, pero él mucho más a mí". Una sonrisa se cuela en medio de la tristeza que invade al montañismo vasco. Es la de Pako Iriondo, 85 años y presidente de honor de la Federación Vasca de Montaña. Las cumbres están de luto porque Antxon Bandres Zaragüeta, un referente, un apasionado, que fue presidente de la Federación Vasca durante dos legislaturas (1975-79 y 2000-2004) y desde 2008 vicepresidente, falleció en un accidente en su caserío de Tolosa mientras cortaba hierba. La ciudad guipuzcoana está apagada porque Bandres, de 62 años, era uno de sus ciudadanos más ilustres. Exconcejal del ayuntamiento, integró también la lista de Jokin Bildarratz (PNV) en las últimas elecciones municipales, era presidente en el casino de la localidad y gran partícipe en la organización de las fiestas, era imprescindible en los carnavales y en navidades -él era el Olentzero-. "Era el número 1", suspira Iriondo.
Casado y con dos hijos, era licenciado en Biología (1970) y en Medicina y Cirugía (1972) por la Universidad de Navarra y miembro de la sección de Antropología Física de la Sociedad de Ciencias Aranzadi y ejercía como radiólogo en la Clínica Asunción de Tolosa. "Era un hombre absolutamente universal". Suena la voz de Txomin Uriarte, actual presidente de la Federación Vasca de Montaña, hablando del otro perfil de Antxon, el que va más allá de su lado alpinístico, que siempre fue mayúsculo. Hasta su último día seguía peleando por un deporte que amaba. Porque en su vida plena, enérgica, fascinante, había hueco para miles de retos, de esfuerzos, de diversiones, de inquietudes. "Tenía una curiosidad infinita", señala Uriarte. "Se va un hombre extraordinario", atina a calificar el mandatario de la Federación, con quien estuvo trabajando codo con codo hasta el final. "El lunes mismo tuvimos la última reunión", desvela con la cabeza visionando ese momento ya para el recuerdo.
Bandres deja una huella inmensa. Por lo grandiosidad de su personalidad; por las múltiples facetas con las que llenó su vida y la de los demás. "Era un bonachón". Un adjetivo coloquial, cercano, simpático, como lo era él. Así lo recuerda otro de los miembros del organismo, el director técnico Antxon Burcio, con quien compartió también muchos años. "Era una persona con la que siempre podías contar, le podías pedir cualquier favor, un amigo de sus amigos. Era muy buen amigo", apunta Burcio.
La medicina, la cultura, la política, el ocio, pero sobre todo, la montaña echarán de menos a Bandres. El alpinismo llora. Su sangre era la montaña. Su pasión era la montaña. Su tío abuelo, del mismo nombre que él, fue el fundador en el año 1924 de la Federación Vasca de Alpinismo. Su legado lo recogió Antxon en tiempos muy difíciles, cuando la Dictadura de Franco daba sus últimos coletazos. Pako Iriondo ocupó la presidencia desde diciembre de 1971 hasta febrero de 1975 y fue entones cuando Bandres asumió el cargo. Fue presidente hasta 1979 y así finalizó su primera etapa al frente de la Federación. Pero en 2000, Antxon volvió a la presidencia. Hasta 2004. "Él era el chaval, yo el abuelo", sonríe Iriondo, con el abrazo que se dio con su amigo "el otro día" cuando se vieron en Betsaide aún en el alma. "Yo creo que el fue el presidente más joven que tuvo el montañismo vasco. Fue el primer hombre que promovió el carné de montañero vasco. No tenía ningún valor jurídico, pero sin duda, sí tenía mucho sentimental, a los montañeros les dio mucha alegría. Fue al tiempo que fue aprobada la Ikurrina", rememora Antxon Burcio.
La montaña está vacía sin Bandres. Un adelantado a su época que luchó por el alpinismo más moderno. "Tenía una visión muy amplia y clara del futuro. Sabía dónde tenía que mirar el montañismo del siglo XXI y peleó por ello. Siempre viviendo la montaña tradicional, supo ver la evolución de este deporte, pero nunca olvidó de dónde venía. Era un montañero a ultranza", subraya el director técnico de la Federación Vasca de Alpinismo. Uriarte también destaca esa faceta de Antxon: "Introdujo una misión moderna en el mundo de la montaña. Nos ha puesto en primera fila, coincidiendo con el auge del himalayismo vasco. Estamos, por todo ello, en un lugar digno", considera el presidente del organismo de montaña. Y es que Antxon era un firme defensor de las competiciones de montaña, de la escalada deportiva y del esquí de travesía. Este último era "su deporte fuerte", "era un apasionado", señala Pako Iriondo. No tuvo miedo Bandres de luchar contra los que se mostraban reacios a avanzar en el inmenso mundo de las cumbres. Él nunca cesó y fue un pionero, un referente. "Ha tenido una capacidad de liderazgo muy grande", desvela Uriarte. "Tenía mucha iniciativa. Él creó las marchas de largo recorrido, que mueven en la actualidad a más de 5.000 personas y supone una actividad imparable", indica el rector de la Federación.
En la actualidad y desde 2008, Antxon era vicepresidente de la Federación "porque hacía falta echar una mano". Y él siempre estaba ahí si la montaña, su mundo, lo necesitaba.
escritor Como persona, como profesional, el tolosarra tenía miles de caras. Todas superlativas. Entre las muchas de sus capacidades estaba la de poder escribir. En las letras, en los libros, conjugaba la literatura con la montaña. Porque era conocedor de la historia de este deporte al dedillo. Su obra más célebre fue la que publicó en 2007 y que era la biografía de su tío abuelo, Antxon Bandres Azkue (1874-1966): Antxon Bandres, un bilbaino de Tolosa.
Su tío abuelo fue una figura destacadísima en la montaña vasca. No menos lo ha sido Antxon. Por eso, Uriarte no duda al calificarle como "un eslabón fundamental en el alpinismo vasco". Las palabras del presidente de la Federación Vasca de Montaña se empapan de sentimiento cuando sopesa que Bandres "es de esas personas a las que se echará de menos por su honestidad, amistad, cordialidad e implicación". "Su marcha nos deja a todos un poco más solos", lamenta.