PARA conocer el sentido final de un beneficio conviene recordar una suerte de fábula que predicaba Adam Smith, uno de los padres de la economía. “Un jardinero que cultiva su propio jardín, con sus propias manos, une en su persona los tres personajes: de propietario, agricultor y obrero. Su producción, por lo tanto, debe rendirle la renta del primero, la ganancia del segundo y el salario del tercero” . En ese vaivén anda metido Euskadi estos días: preparó las tierras para que de aquí naciese el Grand Départ, hizo posible que todo fluyese como fluyó y ha comenzado la recolecta, primero en el beneficio directo, segundo, en los frutos que han de brotar como consecuencia de todo lo bien hecho con anterioridad.

Un estudio calcula que durante las tres etapas en las que el Tour pasó por Euskadi casi un millón de personas se acercó a presenciar la carrera, como si fuese el desfile de la liberación, qué sé yo, uno de esos que hubo cuando iba resolviéndose la Segunda Guerra Mundial. Qué alegría verles pasar a los ciclistas como si fuese guerreros de la carretera aquel verano. Ahora nos dicen que, sin conocer con exactitud la cifra de ganancia, se aumentarán en otoño los disfrutes y los dividendos. Bienvenidos sean.

Hemos visto, a lo largo de la última década, cómo la llegada de eventos deportivos y culturales internacionales, le han colocado a Bilbao en el mapa, dándole, de paso, pingües beneficios. Por lo visto en este tiempo, Europa ya considera a Bilbao como un escenario de primera magnitud. Y Bilbao va forjándose y floreándose, preparándose por dentro y luciéndose por fuera. El alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto, acaba de insinuar ese por qué no un tour femenino. No estaría nada mal. Pero ahora hay que romper siguiente barrera: salir de Europa. ¿Un partido de la NBA o de la NFL, una gala de los Oscars...? Soñar es grande.