DESDE que coronaron a Zarra como la segunda cabeza de Europa después de la de Churchill –o si prefieren algo más coetáneo, desde que se marchó del fútbol Aduriz...– al Athletic se le resiste el poder de la cabeza. En los últimos partidos, sin ir más lejos, hemos escuchado decir algo así como “a este chaval le fallan las luces” tras la segunda expulsión de la temporada de Sancet y la afición se ha llevado las manos a la cabeza por cada despiste en Anoeta: los atacantes y los defensivos. Jugaron son claridad en las áreas y se notó la ausencia de la clarividencia de Ruiz de Galarreta. El viejo león desmelenado y feroz, sí, pero le hace falta algo más de criterio.

Echado un vistazo a la realidad del césped la gran noticia se posa en San Mamés, el nuevo campo de fútbol que recogerá la herencia de la vieja Catedral, el San Mamés de siempre, donde Kevin Keegan o Michel Platini dejaron huella en el Mundial de 1982. No hay dudas de que San Mamés, el joven, lucirá sus mejores galas en otro Mundial de fútbol, el de 2030, si nada se tuerce. El universo del fútbol conoce bien a San Mamés en llamas, dicho sea desde el corazón y no entre bengalas.

El viejo fútbol que honrará de nuevo a San Mamés aguarda ahora quiénes serán los equipos que disfruten de un pueblo que disfruta como ninguno del juego. El San Mamés de las grandes noches, el caso único en el fútbol mundial, el club que instauró un galardón, el One Club Man, que homenajea a los futbolistas que profesan fe a su equipo de toda la vida. Este tipo de cuestiones, no tengan duda alguna, son delicatessen para los seguidores de este juego. El fútbol que se globalizó ama a las cuestiones de casa.

Aún no están decididas las sedes pero San Mamés está a la cabeza de los candidatos. ¿No habíamos hablado del poder de la cabeza a comienzos de esta crónica...? Claro que sí. La Catedral dejó huella en 1982 y tras su reconstrucción recuerda ya a un campo del siglo XXI, una suerte de nave espacial para una competición como esta, una de las más grandes del fútbol. ¿Quiénes serán los ídolos del fútbol de 2030, quiénes las selecciones que lleguen con la vitola de gran candidata? ¡Quién sabe! Bilbao espera a los pueblos que traigan consigo la ilusión por bandera. Les tratará como hizo entonces con Inglaterra, Francia y Kuwait: con todo el cariño del mundo. En casa guardo un balón de aquel estreno que me cayó llovido. Iré con la esperanza de otro.