El Gran Premio de Francia, quinta carrera de la temporada para alcanzar el primer cuarto del campeonato, fue un auténtico caos. Solo terminaron trece de los veintiún pilotos que tomaron la salida de MotoGP. Sin un claro dominador de la categoría reina, el amplio abanico de aspirantes está convirtiendo las pruebas en retos de supervivencia. Son muchos los que se sienten ante una gran oportunidad y eso hace que el clima sea hostil a todas las alturas de la carrera. Nadie renuncia a nada. Los pilotos viven abrazados al riesgo, riesgo que conduce a adelantamientos espectaculares que bordean el límite y otros que traspasan las fronteras adquiriendo niveles de imprudencia. 

La campaña está siendo una guerra sin cuartel. Muchos, como Francesco Bagnaia o Marc Márquez, caídos en Le Mans por excesos de ambición, se equivocan queriendo ser protagonistas en todas las refriegas, porque con la alternancia que se observa en cada jornada, la regularidad puede resultar determinante a final de año.

Por encima de todos ellos destacó Marco Bezzecchi, autoritario en este gran premio número 1.000 y cada día más sólido candidato al título. De hecho, está a un solo punto del líder Bagnaia, quien firmó su tercer cero del año.

Bezzecchi resultó imbatible. Partió desde la séptima posición y rodó en progresión, combinando la calma con la agresividad para lograr su segunda victoria del curso. Sin prisa pero sin pausa. Al tratar de alcanzar la segunda plaza que ocupaba Marc Márquez, estuvo cerca de mandar al catalán a la grava. Tuvo que devolver una posición. Pero nada detuvo al italiano, ni un Márquez que protagonizó una oda al pundonor, pero igualmente volvió a pecar en su búsqueda de gloria. Firmó su tercera caída a lo largo del fin de semana de su regreso después de tres carreras ausente por una fractura en el pulgar de su mano derecha.

Márquez llegó a ser líder en los primeros compases, evocando al de sus mejores actuaciones. Pero la Honda le obliga a danzar sobre los límites y la frustración provocada por las carencias mecánicas y la ausencia de resultados invita a adoptar riesgos. Y el de Cervera no esquiva las situaciones comprometidas. Se peleó con Jack Miller por el liderato, con Bezzecchi por el segundo puesto, con Jorge Martín también por la segunda plaza cuando Bezzecchi rodaba ya escapado desde el ecuador de la carrera. Duelos a tumba abierta y así, a dos vueltas del final, perdió el tren delantero. Martín, que el sábado ganó la carrera al esprint, terminó segundo. 

En cuanto a Márquez, puede ser aplaudido, porque trata de ser el mismo piloto de siempre, un showman sin temor pese a las once operaciones que suma desde 2008 y sus innumerables caídas, pero también puede ser objeto de críticas, porque en Francia pudo ser conformista para recortar un buen bocado de puntos a Bagnaia, otro que se equivocó.

“Prefiero correr así y terminar en el suelo que ser décimo”

“Prefiero correr así y terminar en el suelo que ser décimo”, justificó el indomable Márquez. “Pesan por el campeonato los puntos que podría haber ganado, pero para pelear y ganar el Mundial tiene que mejorar la moto”, admitió. No obstante, también confesó que se divirtió: "Disfruté; piloté como hace tiempo que no lo hacía".

Viñales y Bagnaia se encaran después de caerse

Bagnaia, por su parte, rodaba a rebufo de Miller y Márquez, enganchado, cuando un Maverick Viñales en progresión le ganó la posición. El italiano quiso recuperar la tercera plaza sin tener espacio, coincidiendo con el cambio de dirección en una chicane, y provocó un peligroso accidente para ambos. Viñales reprochó la acción y empujó a Bagnaia y este devolvió el gesto.

“Creo que pasé a Bagnaia de forma demasiado limpia. Tendría que haberle tocado, que es como se adelanta ahora, y echarle fuera. Al cambiar de dirección nos tocamos porque no me dejó espacio. Creo que él me vio”, declaró Viñales. Dirección de Carrera, que llamó a declarar a los implicados, consideró el percance como un incidente de carrera.

Poco después, Luca Marini perdía la adherencia en la salida de una curva y Álex Márquez impactaba con él para rodar ambos peligrosamente por la pista. Miller, Álex Rins y Joan Mir también acabarían en la grava. En semejante escenario, quien sepa reprimirse y puntuar, tendrá ganado el pulso de la regularidad. Y en años de tanta alternancia, puede ser clave en la pugna por la corona de la máxima categoría.

Si bien, también son reseñables las bondades de la Ducati. La marca de Borgo Panigale copó las tres primeras posiciones en Francia, con Johann Zarco tercero, y ocupa cinco de las seis primeras en el campeonato, lo cual no se puede omitir.