Era el tiempo de los dioses. En la Antigüedad la sabiduría estaba considerada como un don casi sobrenatural. Allí, en la cultura griega, nació el Athenaion, un templo instalado en Atenas dedicado a la diosa Atenea, donde acostumbraban a reunirse poetas y gentes de letras, que leían y comentaban sus obras. No en vano, era la diosa protectora de las artes y los oficios. Los romanos, tiempos después, sustituyeron esa divinidad por la de Minerva, que siguió considerándose diosa de las ciencias, las artes y las letras.

El paso de los siglos no borró esa adoración y la sociedad culta no olvidó semejantes antecedentes, hasta el punto de seguir llamando Ateneos a los centros dedicados a cultivar las artes y las ciencias de todo tipo. Con variadas consideraciones, se ha mantenido esa nomenclatura. Les explico. El siglo XVIII, Siglo de las Luces, marca la iniciación en Europa de algunos Ateneos e instituciones similares, como Academias, Sociedades Literarias, Económicas, etc., dedicados al cultivo de la Literatura, la Historia, las Ciencias etc., pero con la característica de ser algo voluntario y altruista, diferenciándose de los estudios reglados y remunerados, como Institutos de Enseñanza y Universidades. Existen, además, algunas vinculaciones políticas, propias de la sofisticación de las sociedades más avanzadas.

Entremos en el siglo XX con esas consideraciones. Entre los años 1913 y 1914 se formaron en Bilbao dos sociedades que finalmente llegaron a unirse. En Junta celebrada el 5 de diciembre de 1914 se acordó dicha unión, naciendo en la ciudad el Círculo de Bellas Artes y Ateneo de Bilbao. La nueva Junta directiva la integraban: Julio de Lazúrtegui, Álvaro Alcalá Galiano, Fernando de la Quadra Salcedo, Emiliano de Arriaga, Higinio de Basterra e Ignacio Mª Arredondo. A ellos habría de mencionar como colaboradores a Julio Sáenz Bares, Enrique Salazar, Francisco de Ulacia y Resurrección María de Azkue.

La inauguración del Círculo se llevó a cabo el 12 de febrero de 1915 mediante la organización de una exposición de pintura y escultura en unos locales alquilados de la Calle Escuza en la que pudieron verse obras de artistas como Romero de Torres, Zubiaurre, Ortiz Echagüe, Regoyos, Alcalá Galiano, Benlliure o Basterra. Durante los meses siguientes se fueron sucediendo exposiciones y conferencias promocionadas por el Círculo.

Ante el éxito cosechado, tanto los socios como la Junta directiva se dieron cuenta de la insuficiencia de espacio de los locales en los que se celebraban los actos y, a principios de 1916, acordó redactar una Memoria en la que se enumerasen los trabajos realizados en pro de la cultura por el Círculo y un proyecto de las obras de reforma realizados por los arquitectos Sáenz Bares y Nazario Llano que consideraba debían hacerse en el edificio que se quería alquilar, así como la decoración de los salones. A pesar de vender únicamente las dos terceras partes de las obligaciones emitidas, las obras comenzaron.

En la nueva Junta toma parte activa Federico Angulo. Es un joven de 22 años que al parecer trabajaba en el diario El Liberal. El nuevo proyecto se inició con conferencias de temas musicales a cargo de Emiliano de Arriaga y Francisco Gascue, una exposición de pintura de Adolfo Guiard y un ciclo de conferencias sobre Cervantes. En esas fechas, abril de 1916, el Círculo inicia la publicación de su propia revista, a la que se pondría por título Idearium, en el editorial de ese primer número marcaba sus propósitos:

“Nuestra primera misión al ver la luz esta nueva Revista, es saludar al público y a la Prensa en general con todo el afecto que se merecen. (...) Hemos, ante todo, de rendir culto a la verdad y a la tolerancia, desterrando de las páginas de nuestra publicación las destempladas y enronquecidas voces de las pasiones.”

Llegamos a Hika Ateneo, un testimonio vivo de hoy con diferentes maneras de hacer y de pensar pero heredero de aquellos días. Hoy Hika Ateneo se define como “un espacio construido por la sociedad civil organizada como respuesta a sus inquietudes de participación ciudadana en temas de carácter social, cultural, político y científico. En ellos se desarrollan diversas actividades de divulgación, formación, debate y acción social”.

Echemos un vistazo por el retrovisor hacia los tiempos de su fundación. Hagámoslo de su mano. “Allá por 1992, un grupo de personas ligadas a colectivos sociales y sindicales, y otras integradas en ámbitos culturales, políticos y científicos, decidieron constituir un espacio ciudadano de encuentro, debate, reflexión y participación que intentará aglutinar a cuantas personas puedan estar interesadas en impulsar un foro progresista para el debate y la acción socio-política. Tras la experiencia previa en Txomin Barullo, parecía un buen complemento. Poco más de un año después se creó Hika Ateneo, “Sociedad Librepensadora del siglo XXI”, impulsado por el ya desaparecido Zutik (quien fue el propietario de los locales) pero con un funcionamiento autónomo y con personalidad, estatutos y junta directiva propias. Es punto de referencia, un lugar de encuentro para gentes que desarrollan iniciativas frente a numerosas preocupaciones sociales. El teatro, la música, la literatura, gastronomía o cine, charlas, conciertos, debates científicos o políticos, el arte, exposiciones, festivales o jornadas, la fotografía, presentación de libros, danza o los encuentros solidarios”.