Al Surne Bilbao Basket, notablemente azotado por las lesiones en los últimos meses, se le está haciendo larga una temporada regular a la que, por otra parte, le queda ya solo el esprint final. Jugar con la competitividad y la sostenibilidad necesarias para aspirar a sumar éxitos fuera de casa se ha convertido en misión imposible desde el ya lejanísimo mes de diciembre, encadenando diez derrotas consecutivas, por lo que son los encuentros en Miribilla los que tienen que asumir la etiqueta de finales en la aspiración de los de Jaume Ponsarnau de poner la guinda a su ejercicio con la clasificación para jugar en Europa la próxima temporada. El objetivo principal de conseguir la permanencia en la Liga Endesa se ha conquistado de manera notable, sin el más mínimo apuro en un curso en el que muchos conjuntos han tenido que apretar los dientes y solventar apuros para abandonar la zona peligrosa. Ahora falta el último golpe de riñón para poder rubricar un trabajo global de tremendo mérito.

Quedan apenas doce días de curso y el conjunto vizcaino debe exprimir el escaso combustible que queda ya en un depósito que se ha visto mermado por los constantes sobreesfuerzos y cambios de planes que cuerpo técnico y plantilla se han visto obligados a planificar y ejecutar sobre la marcha ante la constante caída y recaída de efectivos, varios de ellos de gran importancia. Es por ello por lo que las dos citas que se disputarán en Miribilla, frente a Río Breogán y Unicaja, de las tres que quedan pendientes para dar carpetazo a la temporada se han convertido en vitales para tratar de sellar el apetecible pasaporte que haría posible regresar a las competiciones continentales, al menos para no perder pie en una lucha igualadísima en la que están inmersos cuatro conjuntos (UCAM Murcia, Río Breogán, Monbus Obradoiro y los propios hombres de negro), con el peligroso Casademont Zaragoza amenazando también por detrás en la tabla clasificatoria.

En este ecosistema, el choque de este miércoles contra el Breogán adquiere una importancia sobresaliente. Por ser en casa y frente a un rival directo que, además, atraviesa por un mal momento de resultados que le ha llevado a acumular cinco derrotas consecutivas. Con los murcianos habiendo dado un golpe sobre la mesa para asentarse en la novena plaza (balance de 15-17 tras haber ganado ya el duelo adelantado de esta 32ª jornada), un triple empate con 13-18 entre los dos equipos gallegos y los de Ponsarnau y los aragoneses amenazando con un 12-19, el margen de error pasa a ser mínimo para los hombres de negro, teniendo en cuenta además que antes de bajar la persiana de la temporada regular recibiendo en Miribilla a un Unicaja que podría estar enfrascado en la lucha por acabar entre los cuatro primeros para tener a favor el factor cancha en la primera ronda del play-off tocará rendir visita a los de Sito Alonso, que llevan cinco victorias en sus seis últimos partidos, no pierden en su cancha desde antes del parón competitivo de febrero y se han ganado incluso la posibilidad de amenazar la octava plaza del Valencia Basket.

MAL MOMENTO DE LOS DE MRSIC

En la visita al Pazo dos Deportes de Lugo de la primera vuelta, el Surne Bilbao Basket perdió por 16 puntos (86-70), por lo que el premio gordo de una victoria recuperando además un average particular que puede ser importantísimo se antoja misión muy complicada. Los últimos éxitos de los hombres de negro al calor de su afición no han sido tan contundentes, aunque el mal momento de los de Veljko Mrsic, cuya racha de cinco derrotas seguidas es la segunda peor de la Liga Endesa solo superada por las siete del Coviran Granada y que en tres de esos choques no han sido capaces de llegar a los 70 puntos anotados, aportan un rayo de esperanza.